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“No podemos darles la pantalla para que se entretengan y gritar socorro al llegar la adolescencia”

¿Cómo comunicarnos con un hijo adolescente? ¿Y guiarle sin invadir su espacio? Eva Bach y Montse Jiménez ayudan a padres y madres en esta aventura. ('spoiler': decirles lo que hacías o no hacías tú a su edad no suele funcionar).
Saray MarquésMartes, 11 de febrero de 2020
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Madres y educadoras, Eva Bach y Montse Jiménez lanzan Madres y padres influencers (Grijalbo), su particular manual de instrucciones para padres en apuros (de hijos adolescentes).

¿Un hijo adolescente es una revolución en casa?
— (E.B.) Sí, no es algo consciente, pero los adolescentes tienen la propiedad de reorganizar lo que no está bien resuelto emocionalmente en su entorno, en su familia. Si dan con mentes rígidas, intransigentes o amigas de los estereotipos van a zarandearlas. Un adolescente en casa nos confronta, es una oportunidad para evolucionar.

¿Y la hora de dejar de ser padres helicóptero?
— (M. J.) De un lado tenemos esa sobreprotección que les debilita, y de otro la confrontación que caracteriza al adolescente. Está buscando su sitio, forjando sus ideales, valores y puntos de vista. Si lo invalidamos haciendo las cosas por él estamos cortándole las alas y cercenando su resiliencia y tolerancia al fracaso.
— (E. B.) Está construyendo su identidad, pasando de la moral heterónoma, dictada por el adulto, a la autónoma. Está poniendo a prueba lo que le viene dado para asumirlo o no. Está encontrándose, y es normal que establezca una distancia.

¿Se da con frecuencia una distorsión entre lo que les pedimos que hagan y lo que hacemos?
—(M.J) Eva habla del wifi emocional de niños y adolescentes. Los adultos podemos tener la teoría clara, pero a veces hay una brecha entre lo que queremos inculcar y lo que hacemos con nuestra vida. Y ellos lo detectan.
— (E. B.) A menudo los adolescentes nos están pidiendo que hagamos cosas que nos cuestan, como disculparnos o cambiar de discurso, dejar el «Yo a tu edad no hacía eso». Se trata de entender que todos estamos en proceso, en aprendizaje continuo. Y eso no nos resta autoridad, nos da más.
— (M.J.) Lo mismo es aplicable a todos los educadores. Reconocer que quizá no has estado acertado, corregirte, te dota de más autoridad.
— (E.B.) Es empatía. Nos quejamos del alboroto en clase o de que llevan los deberes sin hacer, pero en las formaciones con adultos vemos que también alborotan y no llevan el trabajo que se les pide a la primera.

¿Agranda la brecha generacional que sean nativos digitales?
— (M.J.) Cada vez estamos más lejos de lo que los adolescentes requieren. Antes se educaba en el saber. Ahora se ha de educar también en habilidades sociales, herramientas personales, competencias digitales… y educamos siendo referentes. Quizá ellos dominan mejor la máquina, pero nosotros debemos preocuparnos de qué miran, qué siguen, qué encuentran, guiarles en la parte de los contenidos.

¿Ser sus ‘influencers’?
— (M.J.) Muchos padres tienen la tentación de tirar la toalla, creen que no hay nada que hacer frente a esos ídolos que sus hijos siguen en YouTube, pero somos su primera influencia. Realizamos una encuesta con 1.500 jóvenes y el 75% sigue a algún influencer, pero un 80% admira a algún familiar y un 60% a su padre o a su madre, por su capacidad de salir adelante, de ser ellos mismos, de seguir sus sueños, por su fortaleza. La familia es superpoderosa.

Creía que eran padres guays, pero con ‘smartphone’.
— (E.B.) No se trata de adoptar el argot de tus hijos adolescentes. En las dinámicas hacemos una broma con eso, es horrible. No es ser youtuber, es replantearte tu comunicación con tus hijos y fijarte en qué ven en sus ídolos. Estos son frescos, cercanos y auténticos, abordan temas superficiales y profundos. También de ellos podemos aprovechar lo bueno.

¿Cómo ven las ‘apps’ para controlar el tiempo de pantalla?
— (E.B.) Se les tiene que educar a gestionar el tiempo de pantalla desde pequeños, no podemos darles la pantalla para que se entretengan y gritar socorro cuando llegan a la adolescencia. Si usar este tipo de herramientas hace que la parte personal, de conciencia y responsabilidad mengüe no es bueno. A veces somos los padres los que pasamos el día conectados. Es importante que haya tiempos en familia, pues solemos verlos muy parcelados: tiempo de niños y tiempo de adultos, y eso evita el intercambio. Y espacios alternativos a la vida online. Para eso hace falta ilusión y dedicación. La máquina es la parte cómoda. Puede que haya que tirar de ellos para mostrarles el valor de algo que quizá no les apetece de entrada, como ver una puesta de sol.

Eva Bach: "

Es importante que haya tiempos en familia, pues solemos verlos muy parcelados: tiempo de niños y tiempo de adultos, y eso evita el intercambio

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¿Cómo evitar que ese tiempo que pasan ante la pantalla les haga daño?
— (M.J.) Se les debe educar en saber escoger, trabajar su autoestima y autoconcepto, para que no busquen el aprecio en los likes efímeros.
— (E.B.) En las redes buscan comunicación y reconocimiento. No pasa nada si lo tienen dentro y fuera de ellas en la dosis que necesitan, pero existe un comportamiento extremo, adolescentes que les que piden a sus padres que les regalen followers por su cumpleaños, que se sienten menos queridos porque están en negativo…
— (M.J.) Para prevenirlo, debemos educar, no prohibir. Acompañar y guiar, no controlar. Estar, pero no demasiado visibles. Las pantallas ejercen como escaparates de problemas. Si un adolescente se pasa el día empantallado hay problemas previos.

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