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Un milagro humano, social y educativo está sucediendo en Alepo

Hace tres años que los franciscanos recuperaron un colegio en Alepo (Siria) que les habían arrebatado unos 50 años antes. Ahora la comunidad franciscana, con el padre Firas a la cabeza, ayuda a los niños a superar el drama de la guerra a través de programas educativos de arte y terapia.
Manuel CarmonaMiércoles, 11 de noviembre de 2020
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El padre Firas, responsable de la Diócesis de San Pablo en Siria, muestra las obras en el colegio católico de la ciudad de Alepo. © M. C.

Gracias a la gentileza, humanidad y buen hacer del franciscano español nacido en Galicia, Fray Enrique Lista, conozco esta realidad que está sucediendo en Alepo (Siria). Él interactúa con su comunidad en La Coruña a través del padre Natalio Saludes, y llego hasta nuestro entrevistado, el padre Firas, un franciscano nacido en Siria en 1975, que es el responsable de administrar la Diócesis de San Pablo que está integrada por Siria, Líbano y Jordania.

“En 1967 se nos desposeyó del colegio por el gobierno de entonces, era el colegio más antiguo de Siria como centro católico y fue nacionalizado”, explica Firas. Inmediatamente de que esto ocurriera, se inició un proceso judicial y hace tres años que la decisión otorgó que el propietario del colegio era la comunidad franciscana, pero el partido Baaz se mantuvo opuesto a esa decisión de la devolución de la escuela. “Sin embargo, el presidente al-Ásad intervino inmediatamente para devolvernos la propiedad”, apunta el franciscano.

Antes de la nacionalización del colegio, eran 1.500 los estudiantes matriculados con dos programas: uno por la mañana y otro por la tarde. Pero desafortunadamente este proceso de resolución posterior a la decisión judicial, ha hecho que se paralizase la escolarización de algunos grupos de jóvenes.

De hecho, los folletos estaban preparados para las actividades del colegio en varias áreas, por ejemplo, todos los estudiantes y sus familias pasan una hora haciendo un picnic con un sentido espiritual y junto a esas sesiones están programadas otras actividades como jugar al fútbol, baloncesto y otros deportes. “Por suerte, el espacio del colegio para estas actividades es bastante grande y a la gente le gusta jugar al sol junto al monasterio”, explica el padre Firas.

Hay un proyecto de ayudar a todos los niños y adolescentes para que superen el drama posterior a la guerra a través de un programa de arte y terapia

Luego en los folletos de la comunidad franciscana está preparada toda el área del trabajo y estudio académico. “Alrededor del mundo en torno a Siria y con una mirada abierta internacional, queremos que jueguen y se formen estos menores desde los mayores a los más pequeños, y que se abran a los valores que representan al espíritu franciscano”.

Hay un proyecto de ayudar a todos los niños y adolescentes para que superen el drama posterior a la guerra a través de un programa de arte y terapia. “El arte es terapéutico y se desarrolla viniendo al monasterio y mediante un especial trato y unas actividades específicas en torno a la realidad y la verdad reflejadas a través del arte como pintar, o practicar deportes, o hacer teatro, que todos los niños puedan disfrutar y estar contentos con la labor de nuestra comunidad, y además reciban una labor de acompañamiento psicológico personalizado y comunitario”, describe el padre, que asegura que “nosotros ya hemos empezado a tener éxito con este programa. También, cómo no, es importante el programa académico, pero son complementarios con sus propias trayectorias y sus caminos convergentes”.

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Jugando al fútbol, los menores pueden dejar atrás el egoísmo y la soledad, y fomentar la participación y el juego con los demás

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Pero, ¿cómo viven ese proceso artístico y terapéutico los menores y sus familias? El padre Firas nos da más detalles: “La situación de los menores al principio del programa era terrible por los efectos de la guerra, estaban muy intimidados. Ellos tenían problemas para viajar, o para beber leche cada día, y por los efectos agresivos de las armas y de los militares. Durante el proceso de recuperación, por ejemplo, queremos ver la dureza de la gravedad de cómo cada persona ha vivido la guerra y el impacto de las heridas emocionales”.

“Después de esto, en el futuro, queremos que vean cómo se va produciendo un proceso de mejora personal y colectivo, que se vayan sintiendo más equilibrados y recuperando la felicidad, que empiecen a sonreír con más frecuencia, y que vayan incorporándose con normalidad a esas actividades y dinámicas.  O, por ejemplo, la dinámica de que jueguen al fútbol los menores al sol es para que dejen atrás el egoísmo y el estar en soledad, y que fomenten la participación y el juego con los demás”.

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A través del teatro intentamos que los niños no se sientan frustrados, que todos ellos puedan mostrarse y expresar todo lo hermoso que hay en la vida

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En cuanto a la terapia artística, según Firas, “la esencia en las dinámicas del teatro es que los niños no se sientan frustrados, es que todos ellos puedan mostrarse y expresar todo lo hermoso que hay en la vida, en la mente y en el espíritu. Queremos potenciar el pensamiento positivo a través de la terapia artística. Los profesionales se dedican a acompañar a los menores y a sus familias en todo ese camino y proceso. Es un programa con especialistas para niños, jóvenes y adultos”. 

¿Cuáles son las edades de los estudiantes en este colegio? En Siria tanto los chicos mayores como los más pequeños van juntos, pero ahora están reestructurando las clases y grupos porque quieren darle un sentido a cada etapa educativa y a cada edad desde que han recuperado el colegio.

En cuanto a los profesores, en la escuela ahora hay cuatro, además de un psicólogo y un artista. “Actualmente, estamos pensando abrir para 500 estudiantes y estamos preparando el staff para que pueda dar formación y Educación a ellos, queremos que sean 100 docentes y profesionales de las diferentes disciplinas, de Administración y demás auxiliares del grupo académico”, nos comenta Firas.

Y en este momento, ante la pandemia del Covid-19, ¿cómo se está viviendo esta circunstancia? “Con el Covid aquí todas las cosas se paralizaron, pero estamos trabajando en el mundo interior y estamos preparando actividades hasta que se pueda volver a la normalidad. Por el momento, el colegio está cerrado porque además la situación es especial en Alepo por los desastres de la guerra, acompañada de las carencias de tratamientos y de asistencia médica, y queremos abrir garantizándolas a los menores y los profesores”, aclara el franciscano.

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