¿Qué es una escuela rural?
¿Qué le trae por aquí, Cabrita? Buenos días, Doña Cigüeña y tantos amigos que saludar en un cole muy particular…
Un centro rural no es algo nuevo, pero quizá, con la nueva situación vivida por la COVID_19, ha sido un lugar muy diferente e incluso el entorno más seguro que muchos eligieron para una nueva etapa de sus vidas, aún así esta escuela ha sido, por mucho tiempo, una gran olvidada.
Hoy vengo a hablar desde la experiencia, pasando por cuatro de estos centros y ejerciendo, actualmente, como tutora en uno de ellos, para dar un poco de visibilidad a una escuela muy especial. Lo importante es ese término “especial”, como cualquier escuela es diferente a las demás. No existen dos escuelas iguales ni todo aquel que vive en ellas lo será, y es que el contexto escolar es más que relevante y ahora veremos por qué.
El concepto de rural, su variedad y polémica.
Es cierto que, en este tipo de centros, hay algunos elementos comunes: aire más puro, naturaleza, familiaridad, ratios pequeñas y cercanía… Pero, detengámonos en qué es una escuela rural y si todas son iguales.
Podríamos definirlas como establecimientos educativos de zonas alejadas, despobladas o de difícil acceso. Sus alumnos suelen vivir en pequeños parajes o pueblos, donde se desarrollan actividades agropecuarias. Pero no siempre serán como las imaginamos, no tienen porqué estar en medio de una montaña o rodeadas de animales. Algunas se sitúan en zonas costeras, disponen de varias aulas o varios pequeños centros, que dependen de una sede central, y, en ocasiones, de solo un aula. También podemos encontrar algunas muy cerca de capitales y con algunos servicios.
Igualdad de oportunidades
Como cualquier otra escuela, la rural no perderá de vista su contexto, analizando las posibilidades de su entorno más directo y evitando posibles desigualdades que puedan ocasionar la dificultad de tener acceso a determinados recursos. La escuela rural permite el acceso a la escolarización, favorece la integración social y brinda oportunidades de progreso a quienes residen en regiones alejadas.
Para mí, una escuela rural es un entorno privilegiado de Educación, donde el trato al alumnado es cercano y la diversidad se hace más que patente en el aula, siendo pilar de su riqueza. En esa diversidad, todos aprendemos de todos, pudiendo asentar las bases más valiosas, como recogía el informe de J. Delors, de nuestros cuatro pilares esenciales de la Educación contemporánea: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Evidentemente, este tipo de escuelas nos brindan la oportunidad de generar unos cimientos muy sólidos.
La escuela rural como recogía Paulo Freire, uno de sus grandes precursores, debe tener en cuenta el punto de partida de sus integrantes y generar aprendizajes de ello, no poner en el lugar que considere que debería estar el agrónomo.
Mis experiencias
Os podría contar anécdotas muy curiosas, de cómo mis alumnos me enseñan más de cuidar un huerto que yo a ellos, pero que no solo dominan estos asuntos, un entorno rural no tiene porque estar aislado, de hecho están muy puestos en muchas tendencias, pues tengo grandes bailarinas de tik tok en mi aula.
En Almería, recuerdo que la ventana de una de nuestras familias daba al patio del recreo y podías verlos en su salón, algo que me resultó bastante curioso. En una pedanía de Jerez, me gustaba la cercanía con mi compañera, cómo siempre estábamos de buen humor y trabajábamos de un modo tranquilo y nos apoyábamos. En Granada, la cercanía y cómo nos cuidaba la directora que gestionaba varias escuelas de un modo excelente y la manera de descubrir su entorno cuando investigamos sobre cosas tan asombrosas para ellos como la escarcha, que con el frío se formaba en las hojas a primera hora de la mañana.
Del centro en el que estoy ahora podría contaros muchas más, desde tener que quitar una mantis religiosa del patio, el nacimiento de una pequeña cigüeñita, hasta un cabritillo que nos llama para que salgamos a verlo.
Este curso me quedé sola con un edificio pequeñito y seis alumnos y alumnas de 3 a 6 años. Aplicamos e intentamos formar parte del cambio de mirada hacia las metodologías activas, que permiten adaptarnos a cada alumno y alumna, desde su punto de partida, para que siempre exista aprendizaje y superación. La atención que puedo ofrecerles y todo lo que transcurre en nuestro día a día son mil aventuras que nos ayudan a aprender juntos, dentro de un espacio de bienestar que no podría transmitir. La escuela rural hay que sentirla, porque cuando la pisas por primera vez, te enamora y, después, no quieres marcharte de ella.
Mundo rural, por María Candelaria Iguiño Barragán
- ¿Qué es una escuela rural?
- La gran lucha de la escuela rural (próximamente)
- La escuela rural en tiempo Covid (próximamente)
María Candelaria Iguiño Barragán
Maestra de infantil en el CPR «Almenara» (El soto – Zahora, Cádiz)
PEDAGOGA E ILUSTRADORA
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