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Alimentación infantil: Meriendas saludables

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Tu hijo sale del colegio y lo primero que te pregunta es “¿qué hay de merendar?”. La merienda es también una comida importante a lo largo del día, pero no vale cualquier cosa. ¿Cómo preparar una que sea saludable?

 

Por Terry Gragera

Las meriendas sanas tienen un enemigo principal: la improvisación. “No solemos arriesgarnos, no usamos la imaginación y solemos recurrir a lo fácil y rápido cuando tenemos prisa, tirando de lo primero que nos encontramos en el supermercado. Por eso, adelantar es fundamental. La alimentación saludable se basa, para niños y mayores, en la planificación, en preparar con antelación”, explica María Martín Alonso, periodista, madre de cuatro hijos y autora de Cenas para Peques, una cuenta en Instagram y YouTube que se ha convertido también en un libro de referencia con comida saludable para los más pequeños.

Comparte su postura Camila Rolón, dietista-nutricionista y fundadora de Palta Nutrición:“Cuesta conciliar en el día a día, pero si improvisamos, compramos lo primero que hay en la tienda, que suele ser bollería”.

Importancia de la fruta

Uno de los mejores alimentos saludables para una merienda es la fruta entera, no en zumo. Las recomendaciones hablan de cinco unidades de fruta y verdura al día, como mínimo, sin embargo, algunas familias toman esta cantidad como un máximo. “No debemos pensar que no hay que sobrepasar las cinco unidades. Si añadimos una más, el niño gana en salud y deja de tomar otros alimentos”, detalla la dietista-nutricionista.

Uno de los problemas de la fruta cortada es que puede oxidarse. Para evitarlo, hay varios trucos que pueden ayudar a que los niños lleven una o varias piezas ya cortadas al colegio sin ningún problema. Así, para evitar la oxidación se puede rociar la fruta en trozos con un chorro de limón o cualquier otro cítrico, o bien se puede utilizar una bolsa cerrada al vacío. También da buen resultado colocar la fruta en un recipiente hermético, envolviéndola antes en una servilleta mojada.

Los consumidores tienen cada vez más conciencia nutricional y analizan la composición de los productos que llevan a casa. “En general, no deberíamos tomar, salvo excepcionalmente, alimentos procesados con más de tres o cuatro ingredientes”, explica Camila Rolón. En la etiqueta, el ingrediente que va primero es el de más peso en la composición, y en muchos de los productos creados expresamente para las meriendas infantiles es el azúcar, lo que resulta preocupante en un país con unas tasas de obesidad tan elevadas. “No hay galletas comerciales sanas, por eso hay que atreverse a hacerlas caseras e involucrar en la cocina a los hijos, pues luego estarán mucho más motivados a probarlas”, recomienda la autora de Cenas para Peques.

Algunas propuestas

Hay muchas alternativas para sustituir a la bollería industrial en las meriendas de los niños, que puede ser una comida importante para ir educando su paladar lo que influirá en el resto de comidas del día. Estas son algunas de ellas:

  • Bocadillo de pan integral con crema de cacao casera.
  • Bocadillo de pan integral con crema casera de anacardos, nueces, avellanas…
  • Bocadillo de pan integral con queso o atún o humus o aguacate.
  • Queso sin aditivos, con pan y con uvas (bien cortadas).
  • Tortitas caseras con plátano y avena.
  • Batidos caseros.
  • Bricks pequeños de leche entera.
  • Yogures caseros.
  • Boniatos asados, castañas asadas…
  • Humus con manzana y con picos de pan integrales.

Todo ello se puede combinar con fruta fresca, con fruta desecada o con frutos secos, estos últimos siempre que el niño sea mayor de cinco años para evitar atragantamientos. Si no es así, la única forma segura de evitar atragantamientos es el fruto seco bien molido.

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Comer lo que sea o no tomar nada

Muchos padres prefieren que sus hijos tomen lo que sea de merienda, aunque se trate de alimentos poco saludables, a que no coman nada. La dietista-nutricionista Camila Rolón no está de acuerdo: “Si le ofrecemos varios alimentos saludables, habría algunas opciones que deberían gustarle. Otra cosa es que el niño no tenga apetito; en ese caso es mejor no forzarlo”, indica.

Para María Martín Alonso es necesario arriesgarse: “Damos por supuesto que nuestros hijos van a rechazar ciertos alimentos y ni siquiera se los planteamos, pero muchas veces están más abiertos a probar nuevos sabores de lo que creemos los padres. Partiendo de todas las posibilidades, deberíamos intentarlo con alimentos saludables”, recalca.

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