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Los monstruos no viven debajo de la cama

A veces flotamos entre realidades, cuestionando cada paso y cada palabra. Y lo más duro: nos cuestionamos a nosotros mismos, como si fuéramos unos desconocidos de poco fiar.
Sofia Kosenko
Escritora
12 de agosto de 2022
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Vivimos en una época de desastres, crisis y guerras. Unas detrás de otras, sin oportunidad de descansar. Tres años de cambios constantes en los que solo escuchamos que tenemos que aguantar y sacrificarnos un poco más. Mientras tanto, en todo este paisaje social, económico y político, nuestra vida se derrumba, los desamores son más frecuentes y hay poca estabilidad.

¿Por dónde empezar cuando el camino está lleno de desamparos, personas rudas y poco fiables? ¿Por dónde empezar si los monstruos que tanto amamos y tememos a la vez no viven debajo de la cama? Están a nuestro lado, deseándonos todo el bien del mundo. La resiliencia podría ser buena respuesta.

La resiliencia es un concepto que, según la RAE, describe la capacidad de adaptación de un ser vivo en circunstancias diferentes o ajenas a sus experiencias. Las personas nacemos, crecemos, formamos familias, círculos de amistades, hacemos carreras y, tan solo a veces, escuchamos nuestros latidos intentando averiguar qué es lo que nos dicen.

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¿Por dónde empezar si los monstruos que tanto amamos y tememos a la vez no viven debajo de la cama? Están a nuestro lado, deseándonos todo el bien del mundo

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A veces flotamos entre las realidades, cuestionando cada paso y cada palabra. Y lo más duro: nos cuestionamos a nosotros mismos como si fuéramos unos desconocidos de poco fiar. Todo, porque nunca nos enseñaron a ser nuestros mejores amigos, a disfrutar en la “soledad” y a entender que nunca estamos solos: nos tenemos a nosotros y nuestra compañía. Está es la nueva realidad, que incluye la adaptación a la soledad y el rechazo de las cosas que te dañan, te mienten, te acosan y te hacen dudar de tus capacidades y potencial.

Aceptar tu «locura» podría ser el siguiente paso. En el mundo ya hay pocas luces como para ver la cordura como algo bueno. Porque ser cuerdo es ser normal, pero la normalidad son las reglas establecidas por la sociedad que tenemos que seguir para encajar. El único sitio donde tenemos que encajar es en nuestro cubículo de aceptación y bienestar.

Al crecer, nos damos cuenta de que nuestra vida son ruinas de acontecimientos que dieron paso a las brechas sobre los cristales derramados por eternidad. Se han clavado en lo más profundo de nuestra piel y se grabaron entre los recuerdos fraudulentos. Estas mismas ruinas entraron en nuestras mentes moldeando la vida al gusto de personas ajenas.

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Para que los demás no te hagan daño, deja de hacértelo tú mismo: trátate como tu mejor amiga o amigo, con amor y paciencia

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No todos son ajenos, dirás. La familia, los amigos y los seres queridos son una parte importante de la vida, por lo que muchas veces nos cuesta dar un “no” por respuesta. Sacrificarse en nombre del amor y la familia es lo que nos enseñaron desde pequeños. Si no lo haces, no hay paraíso. Tampoco hay felicidad en esta vida. ¿Entonces qué?

A veces el equilibrio no existe y hay que ser tajante. Para que los demás no te hagan daño, deja de hacértelo tú mismo. Trátate como tu mejor amiga o amigo. Trátate con amor y paciencia. Si tu amigo te dice que ha fallado, lo perdonas y pocas veces le das vueltas en la cabeza al asunto. ¿Te sucede lo mismo cuándo fallas tú?

Si me dices que sí, no te creo. O… felicidades, eres una persona feliz y no tienes problemas de salud mental, inseguridades ni traumas que curar. Si me dices que no, entonces bienvenido al club de las personas con ansiedad que desean liberarse de la normalidad aceptando su locura; curando los traumas y los dolores de corazón que te rompieron tantas veces.

Entonces, si “los monstruos no viven debajo de la cama”, ¿dónde están? Habitan en nuestra cama, entre las sábanas y, tantas veces, dentro de nosotros.

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