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La evolución del profesor de idiomas

Sylvia Johnson
Responsable de metodología de Preply
4 de octubre de 2022
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Desde la posición superior y autoritaria que les otorgaba el aula tradicional, hasta hoy, donde se cuelan a través de una ventana virtual allá donde estén sus alumnos, la figura de los profesores de idiomas ha evolucionado aunque el objetivo sea el mismo: ofrecernos su mejor ayuda y conocimientos. El gran disruptor, sin duda, ha sido la tecnología, el acceso universal a la información en la palma de nuestras manos, pero no es el único, las metodologías han avanzado a pasos agigantados conforme conocemos más sobre el funcionamiento del cerebro, el aprendizaje y cómo se adquiere una nueva lengua.

No hay duda de que la tecnología se ha convertido en un componente cotidiano en el ejercicio de la profesión de profesor de idiomas, pero, aunque se salga de lo obvio, no ha sido el único elemento de cambio, existen tendencias metodológicas que han influido en la adquisición de idiomas tanto en las aulas físicas como en las virtuales. Tal vez la más impactante sea el enfoque en la interacción comunicativa. A medida que el uso de las lenguas del mundo se ha ido convirtiendo en un elemento de la vida cotidiana y no en una curiosidad o un pasatiempo, con la globalización y la democratización de los viajes, los usuarios de estas lenguas han reconocido la importancia de obtener una verdadera competencia comunicativa. Esto ha impulsado la evolución de la metodología.

Hemos pasado de lo que comúnmente se denomina una perspectiva prescriptiva, en la que el profesor imparte autoritariamente la lengua en su forma «adecuada», a un enfoque más descriptivo y comunicativo, desde luego más interesante, en el que se incita a los estudiantes, protagonistas ahora del aula física o virtual, a ponerse el sombrero de investigador y a preguntarse cómo interactúan los usuarios de una lengua en la vida real. Se estudia la lengua tal y como se utiliza en el mundo, en contraposición a cómo se supone que la lengua debería utilizarse según la academia.

Los ejercicios aislados, sin relación con el uso real y el enfoque desfasado de los libros de texto han dado paso a metodologías más flexibles en las que la gramática se imparte en interrelación con el resto de elementos y se pide a los estudiantes que contextualicen su aprendizaje, combinando múltiples habilidades y modalidades para dar sentido a las diversas herramientas a su disposición, tanto físicas como digitales.

Las nuevas metodologías otorgan más libertad para que los profesores de idiomas presten atención a la evaluación de las necesidades del alumnado, examinando las lagunas específicas que existen en el lenguaje

Las nuevas metodologías otorgan más libertad para que los profesores de idiomas presten atención a la evaluación de las necesidades del alumnado, examinando las lagunas específicas que existen en el lenguaje de sus alumnos para diseñar ejercicios que se dirijan a cubrir estas carencias y ofrezcan una experiencia de aprendizaje más personalizada.

Siguiendo esta línea de pensamiento, el enfoque de la clase invertida se ha convertido en una valiosa metodología. Al utilizar el enfoque de la clase invertida, los profesores piden a sus alumnos que estudien e investiguen antes de asistir a una lección sobre un tema específico. De este modo, el tiempo de clase se centra más en proponer preguntas y facilitar la interacción.

Aunque, como hemos visto, no es la única palanca del cambio, la tecnología sí ha sido el gran punto de inflexión: los alumnos tienen acceso libre a Google, Wikipedia, sistemas de dictado automático, correctores, traductores… ¿Está amenazada la figura del profesor de idiomas? Sobre esta recurrente cuestión, la respuesta corta es que no y la razón es que la tecnología no tiene capacidad de relacionarse. Por muy brillante que sea su diseño, la tecnología por sí sola no puede imitar el conjunto de herramientas necesarias para una comunicación sólida, básicas en cualquier modelo de aprendizaje. Sin embargo, la tecnología sí que puede aumentar el proceso de aprendizaje y liberar al profesor para que se convierta en un facilitador del viaje educativo.

En definitiva, observamos que el aprendizaje de idiomas se ha arraigado en nuestra sociedad global de tal manera que los profesores han evolucionado para facilitar la adquisición de habilidades comunicativas que permitan a los alumnos llevar una vida profesional y personal más productiva en otra lengua. La tecnología será un facilitador, pero no un sustituto, porque nada puede sustituir las cualidades humanas esenciales en el proceso de aprender una lengua.

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