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Guillermo Cisneros: “El método del caso está bien y hay que seguir usándolo... pero está muy viejo”

"Nosotros tenemos más fácil partir de una hoja en blanco y diseñar la mejor formación si el management se creara hoy", explica Cisneros. Y es que desde Advantere School of Management se han atrevido a saltarse las reglas impuestas por las tradicionales escuelas de negocios. "El método del caso –continúa– está muy bien y hay que seguir usándolo... pero está muy viejo".
José Mª de MoyaJueves, 24 de noviembre de 2022
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Guillermo Cisneros. © Berklee Valencia

Advantere School of Management es una escuela de management que nace de la mano de Universidad Pontificia Comillas y la Universidad de Deusto, además de la Universidad de Georgetown como socio estratégico académico. Vienen a revolucionar la tradicional formación que los MBAs llevan décadas impartiendo a los futuros o presentes directivos de empresas. El mundo de la empresa, sostienen, hoy día plantea nuevos retos para los que no sirven las recetas del pasado: a retos nuevos, soluciones nuevas… y formación nueva. Guillermo Cisneros, su director, nos cuenta las claves de su programa: pasión, sostenibilidad y liderazgo con propósito.

Con cierta dosis de osadía decís que el ‘incuestionable’ método del caso se ha quedado anticuado…

–El método de caso está muy bien y hay que seguir usándolo… pero sí, está muy viejo. Lo que hace es buscar la solución a un problema que se dio en una compañía hace años. Su mayor ventaja es que tiene un enfoque práctico y eso es muy interesante desde el punto de vista de cómo se analiza una situación, evaluar soluciones… pero es algo que ya pasó.

En el aprendizaje por proyectos que estamos implementando nosotros, planteamos problemas actuales que no tienen necesariamente una solución, pero que requieren un análisis real del mundo de hoy, muy distinto del de hace pocos años. Además, tienes que prototipar esa solución y ver cómo de escalable es. Se trata de ofrecer soluciones, no solamente de entender los problemas y analizarlos.

¿Esos prototipos se podrían lanzar al mercado?

–En cierto tipo de programas sí, por ejemplo, el proyecto final no es un proyecto académico, es real. Puede ser tu proyecto de emprendimiento, que sea parte de una organización con la que estamos colaborando o cosas de este estilo. Con nosotros están trabajando cinco o seis compañías que nos plantean problemas reales y que también evalúan a los alumnos.

¿Tan distintos son los problemas a los que se enfrentan las empresas actualmente?

–Desde luego. Y queremos que nuestros alumnos se enfrenten a lo que pasa hoy día. Cuando me he encontrado con un reto profesional nadie me ha dado un manual de instrucciones, esa es la vida. Les tenemos que educar en la vida para que se preparen para la vida.

¿Y cómo se educa para la vida?

–En la vida hay tres cosas que nunca se te olvidan, las que pones en práctica, las que enseñas o las que te apasionan. Y si conseguimos que nos apasione lo que enseñamos o en lo que trabajamos, entonces es perfecto. Este es uno de los primeros focos.

El segundo foco está en el compromiso con la sostenibilidad y el impacto social, pero no de boquilla. Nuestra filosofía es no enseñar a los estudiantes a ser agentes de cambio, sino a que lo sean realmente mientras que están en nuestro programa. Por eso les planteamos problemas de impacto social. La mejor manera de ir más de allá de la teoría siempre será la práctica.

Nuestra tercera pata del taburete es hacerles ver qué significa ser un líder: inspirar unos valores, poseer autoconocimiento (si no eres capaz de liderarte a ti mismo no lo harás con otros), tener un propósito (sentido trascendente, si trabajas para un jefe trabajas para su propósito, con un líder lo haces por algo más) y discernimiento (el cómo, el contexto de la toma de decisiones).

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Cuando me he encontrado con un reto profesional nadie me ha dado un manual de instrucciones, esa es la vida

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¿El segundo y el tercer foco constituyen sus valores o ideario?

–Yo creo que los tres, pero es cierto que el compromiso con la sostenibilidad y la justicia social forma parte de los valores de la Compañía de Jesús; aunque el propósito también es muy propio de la Compañía. Pero, en definitiva, es un proyecto de inspiración jesuita que responde a una visión absolutamente inclusiva.

Hablando de inspiración jesuita, ¿en qué se diferencia este programa de Esade, también de los Jesuitas?

–Esade es una institución muy próxima, yo la conozco bien porque he sido profesor para ellos. Yo te diría que la comparación es más con los programas tradicionales de management en general y te lo explico con una metáfora.

Durante una serie de años estuve trabajando en una institución de música moderna, el Berklee College of Music, considerado el Harvard de la música moderna. Cuando llegué allí no sabía nada de música y un vicepresidente me explicó la diferencia entre enseñar música clásica y música moderna. Ambas son músicas, generan emociones y son fantásticas. Sin embargo, cuando impartes música clásica estás enseñando a reproducir lo que alguien compuso hace años, a hacerlo perfectamente y aprendiendo en solitario. En música moderna, enseñas todas las técnicas de la música pero no enseñas a recrear, sino a crear cosas que nadie haya hecho antes y trabajando con otros.

Los casos actuales de gran éxito empresarial surgen cuando alguien se salta todas las reglas. No son música clásica, son rock and roll. Esade es de las universidades más modernas pero en el management está en la música clásica y nosotros, en el rock and roll.

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Los casos actuales de gran éxito empresarial surgen cuando te saltas todas las reglas

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Ellos van incorporando estos elementos, pero nosotros lo podemos hacer con más decisión por nuestras características. Aún así, las dos instituciones compartimos prácticas porque al final todos tenemos el mismo propósito, educar a las mentes.

¿Con más decisión porque sois nativos mientras que ellos arrastran una tradición, una inercia?

–Cómo puedes cambiar el sector de transporte urbano, ¿cambiando el sistema de taxi o creando uber? Nosotros tenemos más fácil partir de una hoja en blanco y diseñar la mejor formación si el management se creara hoy.

Las escuelas de management se crearon hace 200 años, respondían a una necesidad diferente –gestionar empresas– por eso se llaman ‘business school’; hoy en día hablamos de ‘management school’. El negocio es sólo una parte del management, pero también tiene una veriante social y de servicio público. En tu vida profesional puedes pasar de una empresa a una ONG sin dejar de ser un manager.

Entonces, ¿no sois un MBA?

–El MBA sigue siendo un programa muy importante pero la educación en management ha cambiado mucho. Hoy en día, con una carrera no tienes la vida solucionada, tienes que seguir estudiando, actualizarte.

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Hay una frase que a mí me gusta mucho: 'el objetivo no es formar los mejores del mundo, sino a los mejores para el mundo'

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¿Veo que os preocupa la formación humanística y ética de los directivos?

–Hay una frase que me gusta mucho: “el objetivo no es formar los mejores del mundo, sino a los mejores para el mundo”. Esto forma parte de nuestra visión, formar para que cada persona luego tome sus opciones en la vida.

Y esto impregna todo: la libertad de la persona, su visión personal o espiritual… Se debe revalorizar la figura del empresario, pero como personas que crea valor para la sociedad, con un impacto que vaya más allá.

¿Esta visión se imparte en una asignatura o salpica todo el programa?

–Está tanto en el currículo como en las actividades que hacemos. Si creamos un proyecto para una empresa, debe ser sostenible. No decimos: ahora pongo una asignatura, luego un proyecto social… no, tiene que estar en todo.

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