Javier Urra alerta del avance del ciberacoso: “La amenaza ya no termina al sonar el timbre”

En el nuevo capítulo de su podcast ¡Hip, hip, Urra!, Javier Urra —doctor en Psicología, primer Defensor del Menor y director clínico del programa Recurra-Ginso— aborda uno de los fenómenos que más preocupan a la comunidad educativa: el acoso escolar y sus nuevas expresiones. Con más de medio siglo de experiencia a sus espaldas, Urra recuerda que “el acoso ha existido siempre y seguirá existiendo”, pero advierte de que hoy se manifiesta con formas más invisibles, continuas y difíciles de detectar.

Urra parte de una premisa que atraviesa todo el episodio: el bullying se sostiene sobre una doble vulnerabilidad. “El agresor busca a quien es distinto y tiene poca capacidad para defenderse”, explica. Esa diferencia puede residir en la identidad, la orientación sexual, la forma de ser o incluso el rendimiento académico. A su alrededor se forma un “líder negativo”, un matón que ejerce su influencia a través del miedo y que arrastra a un grupo que, por temor, termina aplaudiendo la violencia.

El psicólogo subraya que el acoso escolar es siempre continuado, no un incidente aislado. “No es que un día te pidan el bocadillo. Es saber cada lunes que te van a ridiculizar, insultar o amenazar”. En su experiencia como forense en la Fiscalía de Menores, recuerda casos en los que alumnos se veían obligados a robar en casa para entregar dinero al agresor: “Ese es tu problema, tú me lo das o te parto la cara”, reproduce.

Uno de los puntos más contundentes del episodio llega cuando Urra señala que el acoso escolar es la principal causa de suicidio infantojuvenil a nivel mundial, recordando casos que conoció de primera mano. También relata situaciones menos visibles pero igualmente devastadoras, como el aislamiento silencioso: “No la insultaban ni se reían de ella. Simplemente, cuando intentaba hablar, todas se daban la vuelta”.

Urra pide a los docentes ejercer un liderazgo activo: “El liderazgo lo ostentas tú. Eres quien debe decidir qué se puede hacer y cómo se puede hacer”. Y recuerda que hay centros educativos que están actuando de manera ejemplar, pero otros siguen negando la existencia del acoso, lo que calificó como un grave error: “Esté abierto a que puede estar pasando. Sea sensible”.

El episodio introduce además un problema creciente: el ciberacoso. El acoso deja de estar limitado a los pasillos o el patio y se instala en la intimidad del hogar. “Cuando llega el viernes y vuelve a su habitación, a su pantalla, encuentra que la amenaza sigue. Ya no es solo en el colegio; es todos los días, a todas horas”, advierte Urra. Esa omnipresencia, señala, incrementa la sensación de indefensión y potencia el daño psicológico.

El psicólogo también insiste en la importancia de educar al alumnado en la valentía moral: “Tienen que ponerse del lado de la víctima. Claro que da miedo, pero sois un grupo. No temáis al agresor”. Y hace un llamamiento a las familias para reconocer si sus propios hijos están ejerciendo violencia: “Si tu hijo es agresor, debes enfrentarte a él y obligarle a pedir perdón”.

El capítulo concluye con un mensaje claro dirigido a toda la comunidad educativa —docentes, familias, alumnado y ciudadanía—: “No permitamos que un niño sufra por ser distinto”. Urra recuerda que el sufrimiento continuado del acoso puede derivar en desesperanza profunda, incluso décadas después, y pide mantener una actitud vigilante y comprometida: “Eduquemos para que lo cuenten, actuemos para que no ocurra”.

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