Javier Urra y los abuelos y nietos: "Quien educa bien a los hijos educa bien a los nietos"

Nuevo episodio de ¡Hip, hip, Urra!, el psicólogo Javier Urra pone el foco en uno de los vínculos más profundos y determinantes del ciclo vital, la relación entre abuelos y nietos.
Diego Moreno-ArronesMiércoles, 26 de noviembre de 2025
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Nuevo capítulo de su podcast ¡Hip, hip, Urra!, Javier Urra dedica el episodio a un tema tan cotidiano como profundo, la relación entre abuelos y nietos, un vínculo que, según afirma, contiene “la esencia misma de la vida”. Urra reconstruye el ciclo vital para situar a los abuelos en un lugar central de bienestar, aprendizaje y afecto.

El episodio parte de un recordatorio, la vida nos lleva por etapas que se encadenan, la infancia, la adolescencia, la maternidad o paternidad, hasta que, finalmente, llega el momento de ser abuelo. Es ahí donde se abre, según Urra, un espacio emocional único: el de cuidar sin prisa, acompañar sin urgencia, educar sin la presión de criar.

La transmisión de la esencia

Urra subraya que la figura del abuelo no sustituye ni replica a la de los padres. Su rol es otro, transmitir lo importante, no lo accesorio. Lo hace desde la serenidad, desde la curva vital en la que ya no toca demostrar nada, sino entregar lo aprendido. Para él, esa entrega se concreta en gestos muy simples: enseñar a jugar, a compartir, a no ser rencoroso, a estar en la naturaleza, a descubrir lo valioso.

Recuerda que la vida diaria está llena de momentos en los que los abuelos son imprescindibles, llevar al niño al colegio, acompañar al pediatra, cuidar mientras los padres trabajan o descansan. Pero insiste en un equilibrio sano: respetar los criterios educativos de los padres y, al mismo tiempo, permitirse un punto de flexibilidad. “Seamos un poquito laxos”, pide, entendiendo que los abuelos educan desde otro lugar.

El valor de sentirse necesario

Hay un momento en el episodio especialmente revelador: cuando Urra recuerda que los hijos aprenden cómo tratarán a sus padres observando cómo sus padres tratan a los abuelos. La transmisión afectiva no consiste solo en palabras, sino en modelos vividos. En ese sentido, la mesa familiar donde coinciden hijos, padres y abuelos se convierte en un espacio simbólico de enorme importancia ética y emocional.

Urra defiende con firmeza este respeto intergeneracional, que no solo construye familias más cohesionadas, sino que previene futuros conflictos y garantiza continuidad emocional entre generaciones.

El episodio también recoge un aspecto muy íntimo, lo que los nietos significan para los abuelos. Urra describe el renacer emocional que supone volver a poner una crema en una piel enrojecida, atender un resfriado o coger de la mano a un niño pequeño. Ese contacto revive ternura, sentido de utilidad y, sobre todo, la certeza de seguir siendo necesarios.

 

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La forma más esencial, más directa que tenemos con los nietos es por medio de nuestros hijos.

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El episodio concluye con una estampa sencilla, cotidiana y a la vez cargada de simbolismo, un abuelo y un niño caminando, cogidos de la mano. Para Urra, pocas imágenes representan tan bien la belleza de la vida y la fuerza de los afectos que se transmiten de una generación a otra.

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