Jesús León: “Somos la generación bisagra; debemos guiar a los jóvenes para mantener su cerebro al mando”
En un momento en que la inteligencia artificial avanza más rápido que la comprensión que tenemos de su impacto, el doctor en Informática y profesor Jesús León Álvaro lanza una llamada de atención urgente y lo hace a través de su libro La IA es tu Esclava: Neurociencia urgente para un cerebro al mando.
La obra, que combina divulgación científica y reflexión educativa, analiza cómo el uso intensivo de pantallas, redes sociales y algoritmos de atención está alterando el desarrollo cognitivo de los jóvenes. El autor propone una revisión profunda del sistema educativo: poner menos énfasis en los contenidos y más en enseñar a los alumnos a pensar, interpretar lo que ven y valorar su propio cerebro como algo único.
“Lo que vivimos, lo que vemos y lo que experimentamos tiene un impacto directo en nuestro desarrollo. Necesitamos dar a los niños herramientas para defenderse en un mundo hiperconectado y mantener su cerebro al mando”, afirma el autor. Desde su experiencia como docente con más de 25 años de trayectoria, insiste en que la escuela debe adaptarse a esta nueva era digital, pasando de transmitir información a fortalecer capacidades mentales como la atención, la memoria, la imaginación y el pensamiento crítico. Desde MAGISTERIO hablamos con él para aprender a convivir con la tecnología sin cederle el timón del aprendizaje ni del desarrollo humano.
¿Qué le llevó a escribir La IA es tu Esclava: Neurociencia urgente para un cerebro al mando?
–La principal motivación que me llevó a escribir este libro fue concienciar y alertar sobre el impacto de la inteligencia artificial en el cerebro humano, especialmente en el de los adolescentes. Lo llevamos viendo en los últimos años, pero ahora hay evidencias científicas contundentes: un enorme incremento de depresiones y diagnósticos de atención; tiempo de pantalla, aislamiento y disminución de la empatía; la reversión del efecto Flynn, es decir la primera generación menos inteligente que la anterior… Esta situación nos reclama una respuesta urgente. Y es por ello que he creído necesario escribir La IA es tu Esclava: Neurociencia urgente para un cerebro al mando una obra que busca concienciar a la sociedad y ofrecer estrategias prácticas de actuación.
¿Cuáles son estas estrategias que comenta?
–Es importante estar atentos, no dejarnos arrastrar y dar una respuesta eficiente. Los profesores debemos comprender lo que sucede, estar formados y preparados para un entorno tan cambiante y proteger el sano desarrollo biológico de nuestros alumnos. Hemos de transformar tanto nuestra forma de enseñar como el contenido que enseñamos, enfocándonos en las facultades mentales del cerebro en desarrollo, que en otros tiempos quizás dábamos por sentado que se desarrollarían con normalidad. También debemos, como ya decía Piaget, capacitar a los alumnos para enfrentarse a situaciones nuevas, más aún en estos tiempos de incertidumbre con situaciones impredecibles.
Hemos de transformar tanto nuestra forma de enseñar como el contenido que enseñamos, enfocándonos en las facultades mentales del cerebro en desarrollo
¿A qué se enfrentan los alumnos?
–La tecnología nos bombardea con estímulos para captar nuestra atención, no solo de forma directa, sino también a través de las redes sociales. Hay toda una ingeniería de inteligencia artificial detrás de estas plataformas, diseñada para atrapar la atención del usuario sin descanso. Esto es especialmente grave en los adolescentes, porque su cerebro, que aún está en desarrollo, es mucho más vulnerable a estas fuerzas de distracción. Hablamos de un efecto que se llama “fragmentación de la atención”, donde se salta constantemente de un foco a otro, lo que impide practicar esos momentos largos de concentración y enfoque, tan necesarios para aprender. Además, provoca ansiedad, según demuestran algunos estudios, así como una disminución de la motivación a consecuencia del desequilibrio químico en los niveles de dopamina asociada a los mecanismos cerebrales de recompensa.
¿Qué cambios urgentes necesita el sistema educativo para adaptarse a esta situación?
–Lo primero que necesitamos es tomar conciencia de lo que está pasando, darnos cuenta de que vivimos en una nueva realidad. Los objetivos y métodos que usábamos hasta ahora ya no sirven, hay que revisarlos para asegurar un buen desarrollo cerebral de los alumnos.
¿Y qué podemos hacer al respecto?
–Lo primero que debemos empezar a hacer es enseñar a los chicos a gestionar esa cantidad de información, a manejarse en un mundo donde todo es tan accesible y desbordante. El segundo punto clave es hacer que los alumnos sean conscientes de su propio desarrollo y ayudarles a fortalecer sus capacidades: la atención, la memoria, el pensamiento crítico, la imaginación. Deberíamos enfocarnos más en el crecimiento personal y en la libertad que proporciona un cerebro bien formado, capaz de tomar decisiones informadas.
Lo primero que debemos empezar a hacer es enseñar a los chicos a gestionar esa cantidad de información, a manejarse en un mundo donde todo es tan accesible y desbordante
¿Cómo puede un docente aplicar todo esto que comenta en el aula?
–Uno de los puntos fuertes del libro es que da herramientas prácticas y un montón de ejercicios que se pueden usar en distintos contextos, especialmente en la escuela. Por ejemplo, para trabajar el pensamiento crítico, podríamos traer una noticia a la clase e invitar a los alumnos a cuestionarla. No es lanzar preguntas al aire, sino tener siempre presentes cosas como: ¿de dónde viene esta información? ¿Qué intención tiene? ¿Cómo me hace sentir? Este tipo de actividades ayuda a los alumnos a desarrollarse como personas.
¿Influye la comunidad educativa en este proceso de aprendizaje y adaptación digital?
–Por supuesto. Las familias y los profesores debemos ser ejemplo para los alumnos. Es importante que nos vean dejar el móvil a un lado y decir: “Ahora no es tiempo de pantallas, voy a desconectar”. Que nos vean hablar cara a cara, teniendo conversaciones reales con otras personas. Y, sobre todo, debemos crear espacios de confianza donde los chicos puedan hacer preguntas, compartir lo que les llama la atención, contrastar lo que ven en las pantallas y sentirse escuchados y apoyados. Igual que en educación física enseñamos cómo funciona el cuerpo, también deberíamos enseñar cómo funciona nuestra mente.
En ese sentido, con la irrupción de ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial en el aula, ¿cómo pueden los docentes integrar estas tecnologías de forma responsable y pedagógica, sin fomentar la dependencia cognitiva?
–Las herramientas de inteligencia artificial, como ChatGPT, son increíbles, pero hay que tener claro que son solo eso: herramientas. Lo primero es desmitificar la IA. Tenemos que entender que es algo artificial, incompleto, con limitaciones. Es fundamental explicarles a los chicos que estas tecnologías pueden tener sesgos, dar respuestas erróneas o incluso inventarse información. Lo segundo es saber para qué la queremos usar: ¿qué buscamos? ¿cómo queremos que nos responda? Se trata de que el usuario tenga el control, no al revés. La clave es enseñar a pensar antes de preguntar, y a evaluar críticamente las respuestas.
Para cerrar, ¿qué mensaje le gustaría dejar a los educadores y familias que sienten que están “perdiendo la batalla” frente a la tecnología?
–Lo primero que quiero transmitir es un mensaje de calma. No se trata de pelear contra la tecnología, sino de aprender a convivir con ella. La inteligencia artificial está aquí para quedarse y va a seguir evolucionando rápidamente. Lo importante es adaptarnos y aprender a usarla en favor del desarrollo humano. Somos la generación bisagra, los que crecimos en un mundo menos digital, con un entorno más favorable para nuestro cerebro. Ahora tenemos la responsabilidad de guiar a las nuevas generaciones para que mantengan su mente al mando. No es una batalla perdida: es un llamado a actuar, entender, acompañar y educar con conciencia.
