Madrid como destino docente: “una ciudad de oportunidades que te expulsa cuando ves que tu calidad de vida no mejora”

La Comunidad de Madrid se ha convertido en una “pasarela docente”, donde la falta de reconocimiento, la precariedad y el alto coste de vida amenazan la estabilidad del sistema educativo público, según informa CSIF.
Alba BartoloméMiércoles, 19 de noviembre de 2025
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Los sueldos en la Comunidad de Madrid se sitúan por debajo de los de otras autonomías. Esto, unido al elevado precio de la vivienda, transporte y bienes básicos, convierte a Madrid en uno de los destinos menos atractivos dentro de la educación pública. © ADOBE STOCK

“El nivel salarial de los docentes de la Comunidad de Madrid no se corresponde con el elevado coste de vida de la región”, asegura una profesora de Inglés de 1.º y 2.º de la ESO de un instituto madrileño que prefiere no revelar su nombre. Una situación que, según explica, hace que “muchos profesores deban hacer un esfuerzo adicional para llegar a fin de mes, especialmente aquellos que están empezando, tienen destino lejos de su residencia o deben afrontar largos desplazamientos”.

Su testimonio no es un caso aislado. Desde el sindicato CSIF ya han denunciado la grave situación que padecen los docentes madrileños, advirtiendo de que la combinación de salarios poco competitivos, el elevado coste de vida y las condiciones laborales exigentes está convirtiendo a la Comunidad de Madrid en un destino cada vez menos atractivo para los profesionales de la educación pública.

En especialidades técnicas como Formación Profesional, Matemáticas, Informática o Tecnología, el problema se agrava: la enseñanza pública no puede competir con las condiciones que ofrece el sector privado, donde los salarios son más altos y existen mayores oportunidades de desarrollo profesional. Como consecuencia, se produce una pérdida continua de talento educativo, que afecta directamente a la calidad del sistema, según el sindicato.

La realidad docente en Madrid

“Tengo que compartir piso y, cuando salgo del trabajo, dar clases particulares para poder afrontar la situación en Madrid”, cuenta Ornella, profesora de Francés que lleva tres años trabajando en un instituto de la capital –los dos últimos cursos escolares por la especialidad de Pedagogía Terapéutica–.

Los sueldos en la Comunidad de Madrid se sitúan por debajo de los de otras autonomías, a pesar de que la carga lectiva, la responsabilidad y la exigencia profesional son las mismas, según datos del sindicato CSIF. Esta diferencia salarial, unida al elevado precio de la vivienda, el transporte y los bienes básicos, convierte a Madrid en uno de los destinos menos atractivos dentro de la educación pública y en “una ciudad de oportunidades, que acoge a todo el mundo, sí, pero que te expulsa cuando ves que no consigues ahorrar ni mejorar tu calidad de vida”, comenta Ornella.

Desde CSIF comparten este diagnóstico: el desajuste entre los salarios y el coste de vida no solo afecta a los nuevos docentes, sino también a quienes llevan años en la profesión y se ven obligados a vivir lejos de su centro de trabajo, asumiendo largos desplazamientos y mayores gastos. “El coste del alquiler y de la vivienda en Madrid me obliga a vivir lejos del centro, lo que supone más tiempo de desplazamiento y más gasto”, explica la otra profesora entrevistada por este medio.

Más horas lectivas y menos tiempo de preparación

A la brecha salarial y al alto coste de vida se suma otra de las grandes quejas del profesorado madrileño: la sobrecarga horaria. Según el sindicato CSIF, en la Comunidad de Madrid los docentes asumen un mayor número de horas lectivas frente al alumnado que en la mayoría de las comunidades autónomas. Este exceso implica más presión y desgaste, y deja menos tiempo para preparar clases, coordinarse con el equipo docente o atender de forma individualizada al alumnado.

“Es cierto que en la Comunidad de Madrid las horas lectivas son ligeramente superiores a las de otras autonomías, y eso inevitablemente tiene un impacto. No tanto en la dedicación o la implicación del profesorado, que sigue siendo muy alta, sino en el tiempo disponible para preparar clases, coordinarse con otros compañeros o atender individualmente al alumnado”, dice la profesora entrevistada.

Además, subraya que la calidad de la enseñanza no depende solo del tiempo frente al aula, sino también del trabajo que hay detrás: diseñar materiales, evaluar, formarse, planificar y adaptar metodologías. “Cuando el horario lectivo es muy amplio, ese tiempo de preparación y reflexión pedagógica se reduce y afecta, de forma indirecta, a la innovación y a la personalización del aprendizaje”, explica.

Reducir el número de alumnos permitiría mejorar la atención individualizada, prevenir conflictos y aplicar metodologías más activas. Además, tendría un impacto muy positivo en la motivación y la salud emocional del profesorado”, señala. “Junto a eso, habría que aplicar mejoras salariales y de estabilidad, de modo que el esfuerzo y la dedicación de los docentes se vean realmente reconocidos, así como promover medidas de conciliación y apoyo a la vivienda”.

Madrid, una pasarela docente marcada por la inestabilidad

El CSIF advierte de que la Comunidad de Madrid se ha convertido en una especie de “pasarela docente”, un territorio de paso para muchos profesionales que comienzan su carrera en la región y, tras unos años, concursan hacia sus comunidades de origen.

La explicación es clara: Madrid ofrece una puerta de entrada más accesible al sistema educativo público, ya que no existen requisitos lingüísticos específicos como en las autonomías con lengua cooficial y, “hay más demanda de profesorado por lo que muchos interinos vienen de otras regiones para ganar experiencia y comenzar su andadura aquí”, explica la entrevistada.

Esta circunstancia genera un efecto colateral preocupante: la rotación constante del profesorado, especialmente entre los interinos, y la consecuente inestabilidad de los equipos docentes en los centros educativos. Ornella comparte esta percepción y coincide en que la movilidad, aunque necesaria, impide consolidar proyectos educativos a largo plazo y debilita el sentido de pertenencia a los centros.

Una profesión esencial, pero poco reconocida

“Pese a ser la profesión más importante que existe no tenemos ningún tipo de reconocimiento. Las frases típicas son ‘qué bien vivís’, ‘cuántas vacaciones’, pero no son conscientes de que sin un profesor no existe un médico, un policía, un enfermero, un ingeniero… Somos quienes hacemos posible esa formación que luego se da por sentada”, sentencia Ornella.

Su compañera coincide en que el problema no es solo económico, sino también social y cultural: “El reconocimiento social de la profesión docente en Madrid, y en general en nuestro país, todavía no está a la altura de la responsabilidad y la dedicación que implica. Muchas personas cambiarían su percepción si pasaran tan solo una semana en un aula”.

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Muchas personas cambiarían su percepción si pasaran tan solo una semana en un aula

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Desde CSIF, el diagnóstico es claro: “La Comunidad de Madrid debería ser un destino atractivo para el profesorado, pero hoy por hoy no lo es”, advierten desde el sindicato y reclaman una respuesta urgente de la Administración autonómica: equiparar los sueldos con las comunidades mejor retribuidas, reducir las horas lectivas, establecer un plan de recuperación salarial, dignificar la función docente y retener talento en especialidades clave.

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