Renuncia por recta conciencia

Jesús Asensi
Profesor de Religión
20 de noviembre de 2025
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Aún recordaba sus años de universidad, cuando cursó las asignaturas necesarias para poder ser en el futuro maestra de Religión y cómo el profesor les advirtió de que sus clases no iban a servir para infundir la fe a los alumnos incrédulos, sino que, más bien, serían ocasión para que algún alumno creyente la perdiera. Pese a todo, continuó con sus estudios, se graduó y hasta siguió con su práctica de fe. Y, tras un tiempo de búsqueda, llegó el esperado día de ser contratada en un colegio católico, pues cumplía con los requisitos mínimos de aceptar y tratar de vivir el ideario del centro.

Pasaron los años, se casó, vinieron los hijos, los compromisos familiares aumentaron y cambiaron sus prioridades. Y así, casi sin ser consciente de ello, cayó en la cuenta de que su vida de fe era inexistente: ya no visitaba a diario, como antaño, el sagrario de la capilla de su colegio, ni bendecía la mesa o rezaba por la mañana y por la noche o cumplía con el precepto dominical. Por eso, para actuar con coherencia y con recta conciencia, presentó su renuncia a la directora del colegio. Ésta se quedó sorprendida ante semejante propuesta y su respuesta sobrepasó por elevación la sincera pretensión de la docente: le planteaba tratar de retomar su vida de infancia espiritual antes de dejar el colegio, pues personas como ella, las que reconocen sus debilidades y obran con justa intención, era precisamente lo que su centro educativo necesitaba.

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