Arte sumerio: legado artístico que nos inspira

Cuanto más se dibuja más destreza se consigue. ¿Qué tal si tomamos como modelos estatuillas que fueron creadas hace más de cuatro mil años? Probemos, vamos a adentrarnos en el arte sumerio.
Isabel Jiménez ArenasViernes, 5 de diciembre de 2025
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© ADOBE STOCK

En nuestra asignatura, el abanico de herramientas didácticas, así como los conceptos a enseñar, es amplio y no es sencillo concretarlos. No es fácil elegir los caminos adecuados o las conexiones útiles con los conocimientos necesarios.

Actualmente la asignatura de Educación Artística en Secundaria, que engloba la formación plástica y audiovisual, se basa en saberes básicos que consideramos en las distintas actividades que proponemos. Esto que parece una obviedad no es tan sencillo si queremos obtener resultados visibles tempranos. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que somos, en realidad, como el agricultor que esparce las semillas en el campo con la fe de que den alguna vez frutos.

Con esta visión, dentro de los saberes básicos me gustaría destacar el primero, «Patrimonio artístico y cultural». En relación a él nace la consecuente reflexión sobre la forma y la composición que el ser humano ha utilizado en su expresión artística. Esto conlleva desarrollar la competencia que consiste en valorar las producciones y manifestaciones artísticas de nuestros antepasados. Así, se recurre al legado artístico, común para todos nosotros, a la vez que se potencia el desarrollo personal de los estudiantes.

Las estatuillas sumerias

Teniendo en cuenta que en Mesopotamia surgieron indicios de la alta cultura, pues se creó la escritura cuneiforme (en forma de cuña o clavo), además de muestras arquitectónicas y monumentales, el arte sumerio es un legado valioso. Es un ejemplo muy profundo para comenzar a explicar de manera pragmática el saber que concierne al patrimonio artístico y cultural.

Los artistas sumerios realizaron estatuillas de hombres y mujeres orantes que colocaban en los templos. Podemos llamarlos «artistas» porque en realidad se produjeron hechos artísticos, aunque los historiadores no nos digan que fueran conscientes del concepto de arte tal y como hoy en día lo entendemos.

En el tiempo en el que se produjo el arte sumerio, desde el IV milenio antes de Cristo, los escultores realizaban los trabajos respondiendo a un gobernante con un objetivo religioso. Por ello son estéticamente tan espirituales. Es más, existía la creencia de que las figuras, más que representar al gobernante, sustituían su presencia. Es muy curioso pensar que, de algún modo, creyeran que las personas se hallaban dentro de las esculturas que las retrataban.

Por esta razón no hay firma del autor en las obras porque, si la hubiera, podría entonces la estatuilla encarnarse en el autor, no el gobernante. Lo que sí podía haber es una referencia a la persona representada y, tratándose de una ofrenda, al dios o diosa a quien se rezaba.

Estudiando su forma

El mejor modo de comprender la forma de las cosas es tocándolas con los ojos cerrados, palpar los ángulos y aristas y visualizar su volumen. Sin embargo, partimos de un lugar, el aula, y tendremos que emplear los medios a nuestro alcance del modo más eficiente posible. Así pues podemos mostrar a nuestros alumnos y alumnas imágenes de las estatuillas sumerias desde distintos puntos de vista.

Haciendo dibujos de las imágenes de las estatuillas proyectadas en la pizarra en distintas posiciones, los estudiantes apreciarán al menos las vistas frontal y de perfil.

Para ello tendrían que situarse cerca de la pizarra, a poder ser en círculo, y dibujar sobre su bloc. No tienen por qué ser dibujos definitivos, ya que es difícil captar las dimensiones correctas de las estatuillas. Pero merece la pena intentarlo.

Hay algo que hace atractivo el arte sumerio, quizás sea esa combinación entre simplicidad y afán de perfección, lo cual se aprecia tratando de plasmar con líneas en un papel el volumen de la piedra tallada.

Materiales

Los materiales a emplear son un bloc para esbozo de tamaño A4 o folio, lápiz rojo, lápiz azul o lápiz grafito, goma y regla. Además, un pañuelo de papel tipo kleenex, suave y resistente, para difuminar. Los lápices han de ser blandos, de modo que sea más fácil realizar el encaje y trazar.

Procedimiento

Primero dibujarán unas pocas líneas de encaje, sin presionar fuerte sobre el papel, con el lápiz rojo. Luego, continuarán dibujando en rojo rellenando la estructura con los volúmenes que aprecien, pero solo dibujando los contornos. Una vez tengan la figura más definida, difuminarán un poco con el papel pasándolo suavemente por encima del dibujo. Después, volverán a repasar la figura, concretando algunos detalles si lo precisa (no hay que olvidar que se trata de un croquis o boceto). Por último, con el lápiz azul o el lápiz grafito, enmarcarán la figura en formas geométricas. Estas pueden ser planas, bidimensionales, como círculos, trapecios y rectángulos, o también tridimensionales, como prismas, conos y cilindros. En este momento pueden ayudarse de la regla, pero no para trazar una figura precisa.

Estos son los pasos:

  • Hacer un encaje según las proporciones.
  • Definir el contorno según el volumen.
  • Difuminar con el papel.
  • Representar algunos detalles.
  • Enmarcar la estatuilla en formas geométricas.
Arte sumerio

Esbozo de una estatuilla sumeria que representa a un hombre orando de pie

Analizando ejemplos

El arte sumerio se halla hoy en día repartido en varios museos del mundo. Y, afortunadamente, podemos mostrar las estatuillas en el aula desde su página web. Algunas de estas estatuillas votivas están orando sentadas y otras de pie. En todos los casos, tanto las manos como la posición del cuerpo en general expresan respeto y recogimiento. Y los rostros, con grandes ojos, hacen que la figura parezca embelesada.

Sirvan como ejemplos los siguientes.

Madrid: Museo Arqueológico Nacional

En Madrid mismo tenemos un «Orante de Gudea» en el Museo Arqueológico Nacional, que se estima que fue esculpido entre 2150 y 2120 años antes de Cristo.

París: Museo del Louvre

En París, el Museo del Louvre alberga la conocida estatuilla esculpida en alabastro, aproximadamente 2400 años antes de Cristo, llamada «El intendente Ebih-Il». Detrás puede leerse la inscripción en escritura cuneiforme por la que sabemos que fue una ofrenda a la diosa Ishtar.

En esta figura, con una altura aproximada de cincuenta y dos centímetros, el dignatario representado aparece sentado. En la cara destacan sus grandes ojos, cuya expresión absorta es acentuada por el contraste entre los elementos incrustados, concha blanca y lapislázuli.

Nueva York: Museo Metropolitano

En el Museo Metropolitano de Nueva York hay una estatuilla que no supera los treinta centímetros de altura. Se estima que fue creada en alguna fecha entre 2900 y 2600 años antes de Cristo. La forma de los ojos está simplificada y muy marcada, destacando también la técnica de la incrustación. 

El arqueólogo e historiador Sabatino Moscati destaca como característica de la estatuaria sumeria la idealización, que se manifiesta en la frontalidad y el geometrismo. En cuanto a la frontalidad, señala la estructura simétrica y respecto al geometrismo, la forma trapezoidal, cilíndrica o cónica. Dichas formas actúan como esquemas dentro de los cuales poder encajar las figuras humanas representadas. Moscati afirma sobre las dos leyes, la frontalidad y el geometrismo, que «reflejan la construcción racional de la imagen, a la que se le ha dado el nombre de “realismo conceptual” y que actúa por simplificación y regularización de las formas naturales»(1). 

A pesar de esta tendencia al geometrismo, un aspecto interesante a destacar sobre la forma de estas estatuillas es que fue evolucionando desde la abstracción hacia una representación más real del cuerpo humano. El historiador Antonio Blanco Freijeiro destacó el «gusto abstraizante de los sumerios» y describió como tanto los vestidos como de los cuerpos «aparecen sometidos a una despiadada estilización geométrica que los hermana con los prismas y con los conos», hasta que la influencia de los semitas hizo que en estas pequeñas esculturas aparecieran «las superficies convexas, suavemente fundidas y modeladas» (2), como en la estatuilla del intendente Ebih-Il.

Después de hacer un breve análisis de la estatuaria sumeria, nuestros alumnos y alumnas seguro que comprenderán mejor la tridimensionalidad y su representación. Sería muy enriquecedor hacer el mismo ejercicio fuera del aula, dibujando las estatuas y esculturas de jardines o museos cercanos.

Sois bienvenidos a dejar vuestros comentarios.

  1. Moscati, Sabatino, Cómo reconocer el arte mesopotámico, Edunsa, Barcelona, 1993, pág. 20.
  2. Freijeiro Blanco, Antonio, Los sumerios, en Cuadernos Historia 16, nº 23, Madrid, Información y Revistas, S.A., Grupo 16, 1985, págs. 30, 31.
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