¿Hablas conmigo… DECINE? junto a Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores de Homo Argentum
Despedimos el año en ¿Hablas conmigo… DECINE? con una entrevista muy especial. Nos visitan dos directores que han redefinido la comedia negra y la sátira social en Argentina y fuera de ella, Mariano Cohn y Gastón Duprat, responsables de El Ciudadano Ilustre, Mi obra maestra, El Encargado o Nada, obras que combinan una mirada incisiva con un humor bastante filoso. Ahora regresan a las pantallas con Homo Argentum, una comedia que ha sido un auténtico fenómeno en su país y que llega con un estreno tan atípico como provocador, el mismísimo día de Navidad.
La película, protagonizada por un Guillermo Francella en estado de gracia interpretando dieciséis personajes distintos, tal y como lo describen los directores, es un retrato mordaz de la idiosincrasia argentina.
¿Una película demasiado argentina? Para nada
Aunque Homo Argentum se sumerge en la cultura y contradicciones argentinas, Duprat insiste en que su intención nunca fue hacer una película localista. “Los monstruos, de Dino Risi, podría ser argentina. Y, sin embargo, es italiana”, apunta. La película se presentó en el Festival de Roma con una recepción entusiasta.
Aun así, Cohn reivindica una cualidad nacional que late en la película, y allí, entre contradicción y autocrítica, asoma el espíritu mismo del film.
El argentino individualmente es brillante: creativo, solidario, familiar. No puedo entender cómo no podemos salir adelante como país
"40 historias reducidas a 16
La estructura de Homo Argentum es uno de sus mayores logros, dieciséis relatos breves que se suceden sin descanso. Pero el proceso fue titánico. “Escribimos cuarenta historias”, revelan. Un guion coral trabajado por un equipo amplio, incluido el propio Francella. De esas cuarenta, seleccionaron dieciséis. Después llegó el rompecabezas: ¿en qué orden? ¿Con qué ritmo? ¿Cómo alternar piezas largas con otras de apenas treinta segundos?
Optaron por un inicio demoledor y un final que condensa la esencia de su tesis, una radiografía del ADN argentino. Con dieciséis historias que diseccionan lo mejor y lo peor del ser humano, Homo Argentum logra lo que pocas películas masivas consiguen, abrir debate sin ofrecer respuestas. Ser popular sin ser uniforme. Ser divertida sin ser frívola.
Sin filtros, sin miedo y sin pedir permiso
La conversación deriva hacia lo políticamente correcto. ¿Hubo límites? La respuesta es clara, ninguno. Los directores llevan décadas retratando posiciones incómodas mucho antes de que existiera el debate de los límites del humor. Uno de los segmentos más comentados muestra a un director de cine demagogo, obsesionado con “tizar la pobreza” para conmover a festivales europeos. Otro se mete con los curas villeros y los discursos moralistas. El diálogo cita incluso palabras reales de Bergoglio sobre “los beneficios de ser pobre”.
Pero entre la sátira y la acidez también emerge la ambigüedad. Historias como la del empresario que “adopta” a un joven en situación de calle dejan espacio a interpretaciones diversas, lo ayuda, sí, pero al mismo tiempo convierte la experiencia en una aventura turística de clase. “Detectaste bien ese exceso”, responde Gastón. Nada es simple, nada es lineal.
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