Javier Urra y el perdón: "El perdón es una opción, pero no una obligación"
En un nuevo episodio de ¡Hip, hip, Urra!, Javier Urra aborda uno de los temas más delicados y, al mismo tiempo, más transformadores de la experiencia humana, el perdón. Un concepto que, según explica, no implica olvidar ni justificar, sino liberar. Desde su larga trayectoria como psicólogo forense y defensor del menor, Urra se adentra en la complejidad emocional del acto de perdonar y todo lo que esto conlleva.
A lo largo del episodio, Urra recurre a su experiencia profesional para mostrar los matices de este proceso. Habla de personas que han vivido lo impensable, y que, aun así, encuentran en su fe, en su carácter o en una voluntad terapéutica la capacidad de perdonar. No porque olviden, sino porque desean seguir adelante sin que el dolor gobierne cada rincón de su vida.
Del mismo modo, reconoce que otras personas no pueden o no quieren perdonar, y que esa elección también es comprensible. El rencor puede ser una carga, pero también puede ser una forma de sostener la memoria de lo injusto. Por eso, Urra insiste en un punto crucial, el perdón es un derecho, nunca un deber impuesto, especialmente en contextos de violencia o abuso.
El perdón en lo cotidiano
Urra recuerda que muchas de las heridas que más dividen a las familias nacen de lo pequeño, una frase malinterpretada, una herencia conflictiva, una discusión que se enquista. Casos en los que dos hermanos pueden pasar años sin hablarse, hasta llegar a la muerte con la amarga sensación de no haber tendido un puente a tiempo. Ahí, explica, el perdón se presenta como un acto de humildad, de reconocimiento, de decir “quizá yo también me equivoqué”. Para Urra, ese gesto tiene una potencia transformadora. No repara lo ocurrido, no reescribe el pasado, pero desbloquea el presente y abre espacio al futuro.
Cuando perdonar no es posible
El episodio dedica también un espacio a una advertencia profesional. Urra pide cautela a los psicólogos, psiquiatras y operadores jurídicos que trabajan en procesos de mediación o justicia restaurativa. En casos leves como un daño material, un conflicto puntual, el perdón puede ser un instrumento de reparación. Pero en delitos graves, especialmente los de naturaleza sexual, pedir a la víctima que perdone puede convertirse en una presión injusta, incluso dañina. Y, peor aún, puede ofrecer al agresor una señal equivocada. Por eso defiende que el perdón jamás puede exigirse ni sugerirse sin delicadeza extrema.
Además, Urra dedica un momento a otro tipo de perdón, igualmente imprescindible, el perdón propio. Aceptar que todos arrastramos culpas, decisiones mal tomadas o silencios que no debieron darse. Mirar hacia atrás sin crueldad y sin negación, y otorgarse la posibilidad de aprender y avanzar. Ese ejercicio, explica, es en sí mismo terapéutico.
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