Orientación para el siglo XXI: "Convertir un hobby en un trabajo tiene pros y contras”
Nueva entrega de Orientación para el siglo XXI, y en esta ocasión con un mensaje clave para cualquier persona que esté construyendo su futuro, la felicidad en el trabajo no es un lujo, es un pilar fundamental. En este nuevo episodio, Elena Ibáñez, CEO de Singularity Experts, profundizan en un tema que suele generar dudas, presión y muchas preguntas, ¿qué tiene que darse para que alguien sea realmente feliz en su trabajo?
Desde el principio, Elena plantea una reflexión que desmonta muchas creencias arraigadas en la juventud, trabajar no es sinónimo de sacrificio constante, ni de “aguantar” por obligación. La felicidad profesional se puede medir, se puede entender y, sobre todo, se puede construir. ¿Cómo? Con tres claves tan sencillas como reveladoras, poder hacerlo, saber hacerlo y querer hacerlo. Tres condiciones que deben darse al mismo tiempo para que una persona pueda sentirse en sintonía con lo que hace cada día.
El primer componente tiene que ver con la capacidad, tus aptitudes, lo que naturalmente se te da bien. El segundo, con el conocimiento, porque nada se sostiene sin aprendizaje. Y el tercero, quizá el más importante, con el interés genuino. Cuando estos tres elementos coinciden, explica Elena, “todo cobra sentido”, y el trabajo se convierte en un espacio de fluidez y disfrute, mucho más allá de la obligación.
Una de las ideas más interesantes del episodio llega cuando aparece un tema que muchos jóvenes confunden, la diferencia entre un hobby y una profesión. Que algo te guste no significa necesariamente que deba convertirse en tu trabajo. Y, al mismo tiempo, un hobby también puede transformarse en una carrera, pero no sin consecuencias. Convertir tu pasión en tu profesión puede ser maravilloso, pero también implica perder un espacio de desconexión, de refugio, de libertad.
Ikigai: cuando todo encaja
El ikigai invita a encontrar el punto de encuentro entre cuatro dimensiones: lo que amas, lo que sabes hacer, aquello por lo que te pueden pagar y lo que el mundo necesita. Cuando un joven explora estas cuatro áreas con honestidad, suele descubrir que ni todo lo que le gusta es una salida profesional, ni todas las profesiones con salida le harán feliz.
A través de ejemplos sencillos, Elena recuerda que alguien puede amar leer, pero eso no convierte la lectura en una necesidad profesional del mundo. También puede darse el caso contrario, algo que se te da bien, pero que no te entusiasma. De ahí la importancia de tener una visión global, no compartimentos estancos.
Propósito, motivación e ikigai: conceptos cercanos, pero distintos
Otro punto de claridad llega cuando Marta plantea una duda recurrente, ¿qué diferencia hay entre ikigai, propósito y motivación? Aunque suelen utilizarse como sinónimos, cada concepto actúa en un plano distinto. El propósito es aquello que te mueve, lo que te orienta. La motivación es el motor que te impulsa a actuar, ya sea por razones internas, externas o trascendentales. El ikigai, en cambio, es la intersección entre tus gustos, tus talentos, tu sostenibilidad económica y lo que el mundo necesita.
Distinguir estos conceptos ayuda enormemente a la juventud, que muchas veces siente la presión de “tenerlo todo claro”. Comprenderlos alivia, da aire y permite avanzar con más serenidad.
El episodio cierra con un mensaje optimista, un recordatorio de que la felicidad profesional no se encuentra por casualida,: se construye, se piensa, se decide. Y que, en esa construcción, conocerse a uno mismo es siempre el mejor punto de partida.
● Puedes acceder a este episodio en YouTube, Spotify, iVoox o Dailymotion.


