
Daniel Gabaldón Estevan, Universitat de València
El periodo vital en el que están los estudiantes de secundaria, entre los 12 y los 16 años (hasta los 18 si incluimos el Bachillerato) supone cambios biológicos de primer orden en su desarrollo. Algunos de ellos son muy evidentes, como el rápido crecimiento que se produce (los famosos “estirones”), y otros más sutiles, como el retraso de la fase de sueño. Sobre este último es sobre el que necesitamos reflexionar a la hora de definir la hora de arranque de la jornada escolar.
Cambios en la hora de irse a la cama
Desde el inicio de la pubertad (a finales de la primaria) hasta lo que se ha denominado el final de la adolescencia (19,5 años en mujeres y 21 en hombres) se produce un retraso paulatino en el horario natural en el que las personas estamos predeterminadas para iniciar el sueño.
Esto significa que de manera natural, conforme avanzamos hacia el final de la adolescencia, nuestro organismo está predeterminado para ir paulatinamente retrasando tanto el momento en el que conciliamos el sueño como la hora a la que nos despertaremos de manera natural.
Independientemente de que seamos por herencia genética más matutinos (alondras) o más vespertinos (búho), la etapa de la adolescencia será la más vespertina de nuestra vida, ya que a partir del final de este periodo hay un lento pero progresivo adelantamiento de nuestra fase de sueño, de manera que pasados los 40 años de edad prácticamente desaparece tal efecto de retraso.
Cambios en la calidad del sueño
Por otro lado, en esta época de la vida se produce un incremento de las conexiones de la parte “afectiva o emocional” del cerebro, con un menor aumento de esas conexiones en la parte “ejecutiva” o de razonamiento del órgano, proceso que también contribuye a cambios fisiológicos en la calidad del sueño del adolescente.
Estos cambios relacionados con el retraso de la fase de sueño pueden provocar cefalea, somnolencia, fatiga, deterioro cognitivo y desregulaciones metabólicas e inmunológicas, así como predisposición a manifestar trastornos mentales como depresión, ansiedad y bipolaridad.
¿Qué pasa si el instituto empieza a las 8 de la mañana?
Cuando el horario de arranque de la jornada escolar se sitúa demasiado temprano con relación a la hora natural de despertarse del alumnado, se produce lo que se conoce como “jetlag social”. Es un desfase entre la hora que marca el reloj interno del estudiante y lo que pauta el reloj social, con una diferencia de alrededor de dos horas del tiempo total de sueño entre días académicos y fines de semana, alterando el reloj biológico del estudiante.

Gráfico sacado del Proyecto Kairós (PID2021-126846NA-I00/AEI/10.13039/501100011033 y CIACO/2023/120), coordinado por el autor., CC BY
Por eso, pedirle a un adolescente que se despierte a las 7 a. m. es como pedirles a sus padres que se despierten a las 4 o 5 a. m. Esto afecta mucho a la salud física y mental, sobre todo porque no se duermen suficientes horas, pero también por el desajuste en los horarios interno y externo.
Veámoslo:
- Al no poder dormirnos antes de que llegue nuestra ventana de sueño (momento en el que podemos conciliar el sueño de manera natural) y al tener que levantarnos a una hora anterior a nuestro despertar natural, el organismo no puede descansar lo suficiente, generando una “reparación deficitaria”: durante el sueño el sistema glinfático impide la acumulación de toxinas en el sistema nervioso; si no descansamos lo suficiente, la limpieza no es completa.
- Si no descansamos lo suficiente la noche de antes de clase, nuestro estado de alerta durante la vigilia se ve perjudicado, lo que afecta a nuestra capacidad de concentrarnos y de aprender (prestar atención y atender en clase, relacionar y asimilar conceptos) . Si dormimos solo 6 horas y perdemos el último 25% del sueño, podríamos estar perdiendo entre el 60 y el 90% de todo el sueño REM, el encargado de reforzar las conexiones neuronales.
- Si no descansamos suficiente la noche tras un día de clase, la capacidad de nuestro cerebro para procesar la información adquirida y nuestra memoria se verán comprometidas. De hecho, estudios sobre el sueño y la memoria indican que quienes tienen la oportunidad de dormir en el intervalo de 8 horas entre el aprendizaje y el recuerdo mejoran entre un 20 y un 40% su capacidad de retener lo aprendido.
- Además, no dormir lo suficiente afecta a nuestro sistema inmune, haciéndonos más vulnerables a contraer enfermedades como depresión, ansiedad, diabetes, cáncer, ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.
- Nuestro estado de humor también se ve comprometido cuando no descansamos. De hecho, se ha observado que la amígdala, que es clave para desencadenar emociones fuertes como la ira o la rabia, sufre una amplificación de más del 60% en la reactividad emocional en personas privadas de sueño. Toda una bomba de relojería para la convivencia en los centros escolares.
Dos horas más tarde: múltiples beneficios
Diversos estudios han determinado que cuando se retrasa la hora de entrada al instituto se produce una ganancia neta de descanso: el alumnado sigue acostándose a la misma hora que lo hacía, pero se levanta más tarde, dedicando alrededor del 80% del tiempo extra a dormir.
Dormir más reduce la somnolencia diurna, la depresión, el consumo de cafeína, los retrasos y la dificultad para mantenerse despierto, y mejora la calidad del sueño, la satisfacción vital y el malestar psicológico. Otros estudios sugirieren que cuanto mayor es el tiempo adicional de sueño, mejor es la calidad del mismo, el funcionamiento diurno y el bienestar subjetivo.
El retraso en la entrada al instituto reduciría además la desincronización del alumnado más vespertino, aliviando la brecha que se produce entre los estudiantes más matutinos y los más vespertinos.
Dejarles dormir lo que necesitan y cuando lo necesitan es, en definitiva, respetar su derecho a hacer las cosas cuando más les conviene para su salud, su desarrollo y su bienestar.
Daniel Gabaldón Estevan, Profesor Titular de Universidad, Sociología, Universitat de València
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.