Yasmina Benchiheub: “La idea es que Lucentum sea lo más aproximado a un hogar”

Gracias a la labor que cumplen diversas instituciones educativas en este país, muchos niños, niñas, adolescentes y jóvenes pueden tener una segunda oportunidad y llegar a alcanzar sus sueños y aspiraciones, a pesar del contexto vital que les rodea. 

Yasmina Benchiheub conoce de primera mano dichas situaciones de vulnerabilidad social que afectan enormemente al desarrollo ordinario de un menor. No obstante, desde que es directora del Centro de Recepción y Acogida de Menores Lucentum ha podido comprobar cómo la vida de miles de jóvenes ha virado hacia una perspectiva mucho más positiva. 

Destinado a ser un hogar, Lucentum alberga la llegada tanto de menores nacionales como extranjeros, ya sean acompañados por familiares o no. No obstante, el objetivo del centro no es el ingreso permanente, sino que los jóvenes puedan resolver el conflicto que hayan tenido en el exterior y volver a un entorno seguro fuera de las puertas de Lucentum. 

En esta entrevista, Yasmina Benchiheub ha desglosado cada uno de los mecanismos que hacen funcionar Lucentum y que han conseguido que el centro se encuentre entre las organizaciones y personalidades galardonadas en los Premios Magisterio.

¿Cómo nace el Centro de Menores Lucentum?

—Entre finales del año 1999 y principios del 2000 comenzaban a ingresar muchos chicos y chicas extranjeros en el ámbito del sistema de protección, por lo que se encuentra la necesidad de realizar un abordaje distinto hacia los niños nacionales, esencialmente por una cuestión idiomática. Poco a poco empezaron a entrar muchos jóvenes procedentes de Marruecos y no se comunicaban nada en español, por lo que había muchas dificultades. 

Por tanto, Lucentum abre sus puertas en 2001 para dar atención a los menores extranjeros no acompañados, quienes no tienen referentes familiares. Más adelante también se asumió el ingreso de menores españoles. Desde su inauguración yo formo parte de Lucentum. 

En aquel momento el centro inicia su trayectoria con una entidad de Almería, pues allí el proyecto migratorio y el ingreso de menores extranjeros no acompañados tiene mayor impulso. A partir del año 2008 empezamos con la Fundación Diagrama. 

¿Cuál es el principal objetivo del recurso?

—En el centro se trabaja de manera muy individualizada con cada joven, en función de las necesidades que haya que trabajar con él y su familia. Nuestro principal objetivo es que esa persona vuelva a casa una vez hayamos resuelto el conflicto que haya tenido. 

La protección es fundamental. Necesitan tener su hogar, donde se sientan acompañados por adultos de referencia positivos y reciban amor y cariño, pero también que se les marquen límites. Son adolescentes en plena efervescencia y cada uno con sus circunstancias personales, por lo que apoyo y límite son dos pilares que deben ir de la mano. 

¿Cuál es la estructura y el funcionamiento de Lucentum?

—Ahora mismo se compone de dos centros, donde en ambos se atienden a chicos y chicas de entre 13 y 18 años. Por un lado, tenemos la recepción de cualquier niño o niña sin diferenciar su nacionalidad, si existe o no acompañamiento de la familia o su grado de vulnerabilidad. Por otro lado, existe otro recurso dentro de Lucentum que está destinado a jóvenes con problemas de conducta. Una vez llegan a alguno de los dos centros, la Consellería es el organismo encargado de tomar la decisión sobre su ingreso. 

Al fin y al cabo, son 50 niños y cada uno tiene su propio itinerario. A pesar de que son muchos, cada uno tiene que disponer de un equipo que le acompañe, con un trabajador social, un psicólogo, sus educadores, sus tutores, equipo técnico, dirección, etc. Por ende, los grupos no deben ser grandes. Un educador está con cinco o seis jóvenes, aunque conforme su autonomía es mayor el grupo es posible que sea más amplio. La idea es que Lucentum sea lo más aproximado a un hogar. 

¿En qué consiste la rutina diaria de los jóvenes ingresados?

—El día a día en un recurso como Lucentum es despertar, recoger las habitaciones, desayunar y empezar las clases. Hay algunos jóvenes que acuden a un centro educativo externo, mientras que otros se quedan en las ‘aulas de educación’ que dispone el propio centro. 

El nivel de dichas aulas es gradual: hay alfabetización para niños y niñas extranjeros; clases de la ESO, tanto de nivel medio como alto; y por último, otra aula para jóvenes con problemas de conducta, necesidades educativas especiales o alguna adaptación curricular. No obstante, siempre nos tenemos que adaptar nosotros porque el joven ya tiene sus propias circunstancias. Eso es un factor clave. 

Los menores que tienen problemas de conducta, por ejemplo, tienen limitaciones en las salidas debido a los riesgos en los cuales se puedan ver envueltos. Pero considero que la educación es un derecho del que tienen que disfrutar todos los niños. 

Por tanto, aunque no puedan salir del recurso, la escuela debe acercarse a ellos. De tal modo, aquí acuden profesores de varios ámbitos: Matemáticas, Lengua, Literatura, Ciencias, Psicología, Música y, uno de los pilares fundamentales de Lucentum, Educación Física. Contamos con espacios para realizar distintos deportes, como yiu-yitsu, boxeo o voleybol. 

¿Cómo se divide el equipo del centro de menores?

—Desglosándolo de forma jerarquizada, en primer lugar está la dirección con dos subdirectores. Seguidamente, disponemos de unos coordinadores que son educadores y cumplen el rol de ser el enlace entre lo que ocurre dentro del centro y fuera de él. Y también tenemos equipos técnicos conformados por psicólogos y trabajadores sociales. Pero las figuras clave que tienen intervención directa con ellos son los educadores. 

Existen otros subequipos de apoyo con estos servicios, como son los auxiliares de control, quienes velan por la vigilancia de todos los espacios, o los trabajadores en cocina. También es destacable la función de agentes externos, como la Consellería, la Fiscalía de Menores y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que me acompañan en todo. Por desgracia, nuestros niños y niñas son muy vulnerables y vienen de situaciones muy adversas, por lo que contar con la Policía para cualquier situación susceptible de ser delito es clave. 

Y, por supuesto, el trabajo con la comunidad de vecinos. De hecho, acabamos de inaugurar un auditorio para el barrio donde vamos a hacer actuaciones. Nos movemos mucho en el ámbito comunitario porque eso, al mismo tiempo, fomenta la integración tanto de los menores nacionales como de los extranjeros.

¿Ha habido alguna situación de índole social o económica que haya paralizado la actividad ordinaria del centro?

—Todo lo que ocurre de puertas hacia fuera claro que afecta al centro. Pero realmente no hay nada que haya impedido nuestra actividad. Lo más impactante que hemos podido padecer fue la pandemia, donde debo agradecer especialmente el trabajo de mi equipo y a todos los niños y niñas que estuvieron en estos momentos y entendieron la situación. Fue un periodo duro, pero a la vez se agudizó el ingenio y nos reforzó mucho como conjunto. Nos ayudó a darle prioridad a cosas de las que antes disponíamos pero no las valorábamos. 

Para terminar, ¿qué proyectos futuros tenéis para el centro?

—Yo le doy especial importancia al ámbito cultural y artístico, por lo que siempre intento que se desarrolle dentro del centro. El año pasado realizamos una dinámica similar al concurso de Got Talent y este año queremos darle mayor impulso. 

Hace unos meses justamente han reformado el auditorio que tenemos al lado de nuestros recursos y me gustaría poder hacer actividades culturales en este espacio, donde se beneficien, además de nuestros jóvenes, nuestros mayores. Muchos de nuestros vecinos son personas mayores adscritas a asociaciones del mayor y queremos impulsar una iniciativa compartida.