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Una palabra clave y les enseñarás a amar los libros para siempre

La lectura estimula el desarrollo de la inteligencia, satisface la curiosidad, enriquece el vocabulario, da rienda suelta a la imaginación, es una fuente inagotable de cultura... ¿Todavía alguien duda de la importancia de transmitir a los niños el amor por los libros?
Miércoles, 31 de enero de 2001
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Autor: María José LÓPEZ

Hace unos días, cerca de una centena de profesores de Infantil y Primaria tuvieron la oportunidad, por no decir el grandísimo honor, de escuchar las reflexiones en voz alta, las vivencias, los consejos, los cuentos… de uno de los mejores escritores de cuentos de origen chileno, Manuel Muñoz Peña. FERE-Madrid invitó a este escritor nacido en Valparaíso a mantener un encuentro con los profesionales de la Educación durante la jornada sobre las Temáticas actuales de la Literatura Infantil y Juvenil.

De las tres horas que duró la sesión, se puede decir que ni un solo minuto estuvo vacío de contenido. Muñoz comenzó su exposición haciendo un somero repaso de la Literatura Infantil a lo largo de los siglos, de los cuentos de la editorial Calleja, de los Cuentos de antaño de Charles Perrault, las historias de los hermanos Grimm y, sobre todo, de Hans Christian Andersen. Este último se adelantó en su tiempo a la valoración de la naturaleza y dio valor a los minusválidos (“los no invitados al banquete”). Estos fueron los clásicos, los que se dedicaron a recopilar historias legendarias sobre héroes o dioses que habían ido circulando de boca en boca, alrededor de una fogata. Porque es así como la narración escrita toma una magnitud viva y las figuras estilísticas, como la expresividad, la repetición o el ritmo, cobran sentido.

La imaginación al poder

Quizás ese aspecto romántico del cuento ha perdido un poco su esencia pero, según el escritor, “los educadores actuales deben incentivarse en estas narraciones mágicas y, comprendiendo su importancia formativa, entregárselas a los niños, sin que ellos adviertan la intencionalidad didáctica de un cuento o su moraleja, porque las digresiones morales o las reflexiones pedagógicas hace mucho tiempo que han sido descartadas en la Literatura Infantil”.

Hoy el profesor o, mejor dicho, el libro, tiene múltiples enemigos ante los cuales debe librar una guerra sin cuartel. Hablamos de la televisión, las consolas de videojuegos, la poderosa Internet… Pero existe un gran aliado de la Literatura que es nada menos que la posibilidad de llevar la imaginación hasta límites insospechados. La persona se nutre también de fantasía, sin ella no podemos vivir. “Necesitamos, hoy más que nunca, imaginación, poesía y creatividad. Necesitamos belleza”, comenta Manuel Peña en su libro Alas para la Infancia. Fundamentos de Literatura Infantil.

Y aunque la finalidad de los libros haya sido siempre la misma, las tendencias de los autores han ido cambiando a lo largo del tiempo. Hace unos años, por ejemplo, había una cierta propensión a resumir, a adaptar los libros clásicos, por lo que el niño no valoraba el idioma, la versión original; hoy, prima la reedición íntegra de los textos.
Otra de las inclinaciones actuales es recopilar colecciones de folklore infantil: rimas, adivinanzas, retahílas, villancicos, canciones de cuna…, como ha hecho Ana Pelegrín, para que el maestro vuelva a difundir ese material de que dispone.

Regresa también en estos tiempos una corriente de realismo social en la Literatura Infantil, con libros del estilo del conocido Diario de Ana Frank, o de realismo psicológico como Los escarabajos vuelan al atardecer, de María Gripe, que promueven el sentido de la búsqueda de la verdad, del yo interior…

También ahora se presta atención a otros temas que antes eran tabú en este tipo de Literatura; se habla de la muerte, el dolor, las drogas, la sexualidad…, y están cogiendo fuerza otros como la ecología y la ciencia ficción. Y por supuesto, en un mundo tan dependiente de la imagen como el nuestro, las ilustraciones de cada ejemplar adquieren una relevancia casi tan importante como la del propio texto, pues la calidad de las mismas “enriquece al niño y lo educa también en su gusto estético”, asegura Peña.
Pero ante todo, lo que el docente debe buscar (entre la abrumadora oferta editorial) son aquellos textos que transmitan el placer por el lenguaje, que tengan calidad literaria y transmitan valores positivos.

La palabra mágica

El ganador del Premio Gran Angular 1997, por su novela Mágico Sur, dice que “los maestros tienen la misión de despertar en un niño el amor por la lectura”. Pero también reconoce que en la vida de todo niño ha de existir la figura de la ‘madrina’. Manuel evoca así a la persona que le enseñó a amar los libros y la lectura. Su madrina siempre le regalaba un paquete, envuelto en un papel muy sugerente, y él tenía que adivinar lo que escondía que, por supuesto, era un libro. Un día ella le dijo que el paquete contenía un libro muy especial: no tenía título, ni principio ni final, ni personajes, ni historias… Él, asombrado, descubrió al abrirlo que las páginas estaban en blanco. Su madrina le animó a escribir el contenido con las cosas que le fuesen ocurriendo a partir del 1 de enero. Pero llegado el día 24 no tuvo nada que contar y ella le dijo la palabra mágica: “inventa”.

Estos fueron los comienzos literarios de un hombre al que le gusta contar sus sueños, fantasías e imaginaciones: “Me gusta escribir cuentos para niños. Me comunico con ellos y les hablo de los sauces que lloran y que a veces ríen –dice refiriéndose a su magnífico cuento ¿Por qué lloran los sauces?–, de los caracoles en el jardín que dejan escrita una historia de amor, de lo que cantan las mariposas cuando vuelan y de lo que dicen las piedras cuando caen al agua y dejan ondas…”.

Casi nada más resta por decir después de escuchar a este enamorado de la vida… y de los cuentos. Sólo con palpar el ambiente que se respiraba en la sala mientras se escuchaban las palabras de Manuel Peña, se puede asegurar que muchos de los allí presentes se sintieron afortunados de ser profesores, maestros… o periodistas.

Los mensajes secretos de los libros

La elección de un buen libro para presentarlo a los alumnos es tan importante como la estrategia de Animación a la Lectura que siga el docente. He aquí un ejercicio práctico, ideado por José Luis Cortés, que se puede realizar con los chicos de 7 a 9 años.

Objetivo.

Se trata de presentar a los niños el libro como un recipiente dentro del cual está escondido un mensaje secreto que ellos tienen que descubrir y descifrar. Deben leer el texto con mucha atención (éste debe ser el verdadero objetivo de la animación), porque si no el mensaje les puede pasar desapercibido (lo cual pondría en entredicho su capacidad para ser “agentes secretos”).

Preparación.

Hay que preparar tantos cartoncitos como alumnos leerán la obra. En cada cartoncito aparece escrito un “mensaje secreto” que, dependiendo de las características de los niños, puede ser de distinto nivel de dificultad. Por ejemplo: una frase del libro; una frase escrita sólo parcialmente, con huecos; una sola palabra que hay que buscar en todo el texto, etc. Se puede dar a todos los chavales la misma frase, pero ésta debe ser entonces de una cierta dificultad.

Realización.

El animador explica que los espías de todos los tiempos se han servido de códigos secretos que sólo ellos conocían, y presenta la lectura como receptáculo de códigos personales y secretísimos. A continuación distribuye los cartoncitos, insistiendo en que nadie debe dejar que otro lea su mensaje secreto. Los chicos proceden a la lectura del libro y, cuando han encontrado el mensaje, señalan el número de página.

 

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