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Europa cree que somos un país de mediocres

El Informe PISA de la OCDE revela que los estudiantes españoles de 15 años se encuentran en un punto intermedio en cuanto a comprensión o habilidad lectora, conocimientos matemáticos y conocimientos en Ciencias, en comparación con los menores de otros 31 países, y califica los resultados de los alumnos como mediocremente homogéneos.
Miércoles, 19 de diciembre de 2001
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Los quinceañeros españoles necesitan mejorar en comprensión lectora y producción de textos, así como en Matemáticas y conocimientos científicos. Sin embargo, todos los expertos consultados por MAGISTERIO relativizan la importancia de los resultados de la primera fase del Programa Internacional para la Producción de Indicadores de Resultados Educativos de los Alumnos (PISA) de la OCDE.

Según el ex presidente del Forum Europeo y jefe del departamento de organización escolar del CRIF “Las Acacias” de la Comunidad de Madrid, José Manuel Álvarez, nuestros alumnos han progresado adecuadamente visto desde una perspectiva evolutiva ya que, “en las mismas pruebas realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre chavales de 11 años de 28 países a mediados de los noventa, España ocupaba el último lugar en los índices de lectura y en las pruebas de Matemáticas sólo estaba por delante de Grecia y Portugal”, afirma.

No obstante, el informe las diferencias entre los distintos sistemas educativos y en nuestro país avala las tendencias manifestadas en los últimos estudios del Instituto Nacional de Calidad Educativa (INCE).

País de mediocres

Uno de los datos más preocupantes del informe es, como indica el extracto de conclusiones de la OCDE, que “los resultados de los alumnos españoles son mediocres pero homogéneos”. En cuanto a la comprensión o la habilidad lectora el 80 por ciento del alumnado español se sitúa en los tres niveles intermedios (de los cinco niveles de rendimiento utilizados para la realización de las pruebas a los 265.000 alumnos/as de los 32 países participantes en el proyecto PISA).

El nivel más alto, el de la excelencia, sólo es alcanzado por un cuatro por ciento de los alumnos españoles, mientras en el nivel más bajo se sitúa hasta un 16 por ciento del alumnado.

Pero España no sólo se sitúa en la mitad de la tabla en cuanto a la habilidad lectora de los alumnos, donde ocupa el puesto 18 de los 32 países participantes. En Ciencias ocupa el puesto 19, mientras que baja hasta el puesto 23 en el caso de los resultados en Matemáticas.

Según José Luis García Garrido, catedrático de Educación Comparada de la UNED, esa medianía es preocupante, pues “si bien hay que reconocer que no tenemos un alto porcentaje de alumnos con muy malos resultados, el de alumnos excelentes es mínimo. Y hemos de tener en cuenta que esta mediocridad española parte ya de un nivel general muy pobre”.

El informe señala a Finlandia como el país con mejores resultados en cuanto al rendimiento sobre la habilidad lectora de los alumnos de 15 años, mientras Japón y Corea son los países con mejor rendimiento en Matemáticas y Ciencias, datos que evidencian las grandes diferencias entre los sistemas educativos de los 32 países participantes en el proyecto (28 pertenecientes a la OCDE además de Brasil, Letonia, Lienchtenstein y Rusia) y demuestran que el rendimiento escolar también es consecuencia de los objetivos primordiales que persiga cada sistema educativo en enseñanza Secundaria.

El rendimiento

Sin embargo, el factor que influye más positivamente en la mejora del rendimiento de los alumnos es el nivel educativo de las madres de los alumnos que finalizaron sus estudios de Secundaria. De hecho, las diferencias en el rendimiento de los alumnos participantes en el estudio de la OCDE beneficia en un 44 por ciento a aquellos estudiantes cuyas madres acabaron la Secundaria, mientras el nivel educativo de los padres no es tan significativo. No obstante España es uno de los seis países de la OCDE donde el efecto de la Educación de los padres sobre el rendimiento de los alumnos es menor. Además, según el informe, el nivel socioeconómico influye un 28,1 por ciento en los mejores resultados académicos teniendo en cuenta la correlación con el índice socioeconómico internacional ISEI, cifra que baja hasta el 18,6 por ciento en el caso de los menores españoles.

Entre el resto de factores que influyen de manera positiva en el rendimiento cabe destacar además la facilidad de relación entre profesores y alumnos (18%), la disponibilidad de elementos culturales en el hogar como libros, etc. (13,4%), los recursos educativos en el hogar (un 12%), entendidos, sobre todo, como los alumnos cuyos padres son profesores, el clima disciplinario en la escuela (un 10,5%) y las opiniones de los profesores (6,3%).

Un sistema compensado

Pero del informe de la OCDE se extraen además otras conclusiones, como que el sistema educativo español es comprensivo y, sobre todo, compensatorio. De hecho, si en Europa un estudiante nacido fuera de un país saca un rendimiento medio un 26 por ciento menor en comparación con el rendimiento académico de los estudiantes nacidos en el país, en España ese rendimiento es tan sólo un 16 por ciento menor, diez puntos de diferencia que marcan el carácter compensatorio de nuestro sistema educativo. Un dato a tener en cuenta, ya que tanto la ratio de estudiantes nacidos en el extranjero por aula, como el número de estudiantes de familia con carácter monoparental se encuentran entre los factores que influyen más negativamente en el rendimiento escolar.

Ni sí, ni no

Además, el informe OCDE rompe tópicos como la importancia de la disponibilidad de computadoras en los centros educativos, que apenas influye en la mejora del rendimiento de los quinceañeros. Del mismo modo la ratio alumnos-profesor parece no tener tanta importancia en el rendimiento de los alumnos. Así lo demuestra el hecho de que países como Japón o Corea, con 40 alumnos de media por clase se sitúen entre los países con mejores resultados.

En el extremo contrario se sitúa Italia que, con una media de 16 alumnos por aula, se sitúa muy por detrás de España en el cómputo global de todos los países participantes. Así, el informe señala que los alumnos agrupados en clases de más de 25 alumnos obtienen un rendimiento ligeramente superior, mientras que la ratio profesor-alumno apenas tiene importancia cuando los estudiantes son distribuidos en grupos de entre 10 y 25 menores por docente. Además, los estudiantes de los centros agrupados en clases de 10 estudiantes por aula obtienen una puntuación ligeramente menor a la de la media de la OCDE, aunque este tipo de grupos tan reducidos suelen corresponder a alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE), un factor a tener en cuenta.

El gasto también influye

Según el informe, un alto gasto por estudiante tiende a estar asociado con un rendimiento promedio superior en las tres áreas de lectura, matemáticas y ciencias, aunque no lo garantiza. En nuestro país el rendimiento académico medio obtenido por los alumnos se aproxima a lo esperable en función de la relación del PIB con el rendimiento y del monto del PIB per cápita en España en relación con los PIB per cápita del resto de los países de la OCDE. En comparación con el resto de países con un PIB es similar, España se sitúa por debajo de Nueva Zelanda pero por encima de Italia, por ejemplo.

Además los alumnos de entornos socioculturales y económicos altos o privilegiados obtienen mejores rendimientos aunque las diferencias varían por países, aunque este factor influye menos en España que en el resto de los países de la OCDE tomados en su conjunto, siendo el tamaño de este efecto en España, en el caso de la lectura, del 26,5 puntos, frente a los 33,6 del promedio de la OCDE. En el caso de las Matemáticas el tamaño del efecto es de 27,6 puntos frente a los 32,6 del promedio de la OCDE; y en el caso de las Ciencias de 30,3 puntos frente al 31,9 puntos de la media de la OCDE.

En cuanto a las diferencias por sexos en España, las alumnas obtienen mejores resultados en las tres escalas de habilidad lectora medidas (obtención de información, interpretación y reflexión y valoración de los textos) que los alumnos, hecho que se repite en todos los países de la OCDE. Sin embargo en la mitad de los 32 Estados participantes en el estudio los chicos obtienen mejores resultados en los test de conocimientos Matemáticos.

La cultura del esfuerzo

No obstante, en el informe no se han tenido en cuenta los llamados “factores incontrolables” y que sin duda también afectan al rendimiento académico de los estudiantes.

Entre estos factores Manuel Álvarez señala las diferencias fundamentales entre las culturas orientales y de los países luteranos, donde el sacrificio, el trabajo y el esfuerzo son un valor y existe un férreo control sobre los menores, y los países de la cultura mediterránea o del Sur, donde se tiende a ser permisivo con los menores y se prima la cultura del sol y las vacaciones. En este sentido, para el ex presidente del Forum europeo “habría que considerar las variables incontrolables porque un buen profesor no produce directamente buenos resultados, sino que debe motivar a los alumnos para que trabajen de modo personal y esto es muy difícil en nuestra cultura”.

Por otro lado, Álvarez señala como fundamental tener en cuenta además el porcentaje de alumnado inmigrante en cada país ya que “Francia, por ejemplo, es un país muy culto y sin embargo está en la franja media en comparación con los resultados del resto de países participantes en el informe PISA, y yo me temo que esto se deba en gran parte al alto porcentaje de alumnado inmigrante escolarizado en sus aulas”.

José Luis García Garrido abunda en estas opiniones: para él, el informe se fija en los aspectos más fácilmente cuantificables, y por tanto menos importantes: “¿Cómo se podrían medir –se pregunta este catedrático de Educación Comparada– el grado de asimilación de los valores por parte de los alumnos, su capacidad de desarrollo intelectual o de capacidad de relación? Desde luego, no midiendo sólo los aspectos instrumentales, ni escogiendo las asignaturas más clásicas –matemáticas, lectura, ciencias– con menor contenido humano”.

Una vez analizado el informe con cierta profundidad, la sensación que queda es la de que existen demasiados factores dejados de lado. Y no parece que los ausentes sean –educativamente hablando– de una importancia menor, ni los presentes de una mayor.

La fiabilidad del informe

La fiabilidad del informe ha sido puesta en entredicho por diversos expertos en la Educación, debido a su elaboración por un grupo distinto al de los anteriores resultados (1995 y 1999). Porque los dosieres anteriores habían sido encargados por la OCDE –que, recordemos, es una organización de carácter económico, y por tanto evalúa la Educación desde el punto de vista algo sesgado: en la medida en que coadyuva al desarrollo económico general– a la IEA (Asociación Internacional para la evaluación del rendimiento educativo), entidad independiente que agrupa a centros de investigación educativos de 60 países.

Pero en este informe, tal organización ha sido dejada de lado, y se ha empleado un equipo que trabaja directamente para la OCDE. La razón: apoyar el objetivo estadounidense de estar entre los primeros sobre todo en ciencias y matemáticas. Entre todos los expertos consultados, lo que más ha llamado la atención ha sido precisamente el enorme salto de EEUU con respecto a anteriores informes. La “trampa” está, según García Garrido, “en traducir los indicadores en nociones teóricas y no prácticas, en soslayar los aspectos más ‘humanos’ de las características medidas, en primar a los países con mayor nivel económico o con sistemas educativos anglosajones”.
 

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