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Entre platos anda el cuento

Princesas, caballeros y aventureros de un mundo de ensueño fascinaron a niños de Primaria. Unos personajes de cuento que, además, invitaron a los pequeños a sabrosos y reales manjares. Pero el objetivo no era contar cuentos ni dar clases de cocina, sino desechar la bollería industrial, las chucherías y demás alimentos perjudiciales para enseñar a comer desde la más tierna infancia de forma sana, natural y divertida.
Miércoles, 7 de enero de 2004
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Autor: Esther ORIZ

A las 10’30 de la mañana los niños se mostraban impacientes y expectantes ante una nueva experiencia. Estaban con sus profesoras en el Centro Cultural Moncloa y, aunque esperaban oír algún cuento, los alimentos, cuchillos y batidoras presidían una mesa que parecía quitarle protagonismo al mundo imaginario. No había disfraces ni actores, por lo que se barruntaba una clase de lo más culinaria.

¿Cuál es el objetivo de todo ésto? “Lo que queremos es que los niños se conciencen de que la cocina es un juego, que puede mejorar su calidad de vida y su relación con los demás. Además, se identifican colores, sabores y se desarrolla algo tan importante como la creatividad”, nos contó Teresa Pérez, cocinera y cuentacuentos de excepción.

El alboroto y nerviosismo se volvió en silencio cuando la chef comenzó con su exposición: “Los zapatos de 12 princesas hermanas aparecen todas las mañanas gastados”. Era el cuento de Las 12 Princesas Bailarinas, una historia desconocida para la mayoría de los niños y que tuvo un final feliz, ya que una de las princesitas se casó con un apuesto joven. Así es cómo las 12 princesitas les invitaron a la sopa fría de melón del banquete de bodas, una receta que combinaba la fruta, los yogures y la nata, ricas en calcio y multitud de vitaminas.

Un banquete de cuento

Simbad el Marino es un cuento clásico entre los niños que también puede servir para mostrar la multitud de beneficios de una alimentación sana. En esta ocasión, el aguerrido marinero invitó a los pequeños tripulantes a un cócktel de gambas, una receta con marisco, un alimento que no está considerado por muchos niños como su predilecto, y el desconocido y nutritivo aguacate. De este modo, gracias a los niños, Simbad pudo viajar por allén de los mares con las barcas de aguacate.

A pesar de que en un principio se mostraban recelosos a probar algunos sabores y alimentos que no tomaban habitualmente, la mayoría destacaron el gran sabor de estas recetas de ensueño. No eran recetas imposibles de grandes chefs, sino que podían hacerlo fácilmente en sus casas y, en la mayoría de los pasos, serían ellos mismos los que las realizarían.

Al final, la degustación

Si por algo destacaron los platos fue por su decoración imaginativa, que entroncaba con los pasajes de los cuentos y resultó muy atractiva para los pequeños. Unos pequeños que no sólo escucharon y miraron cómo se preparaban las recetas, sino que participaron activamente en la degustación y opinaron de forma abierta.

Después de experiencias similares, Teresa Pérez piensa que “los niños de hoy tienen bastante desarrollado el sentido del gusto, por lo que se pretende que con eventos como éste se vaya consiguiendo generalizar esta situación”.
Pero la Educación del gusto es una labor fundamental de los padres, que tienen que involucrarse en esta faceta de formación de sus hijos. En este sentido, los cuentos pueden ser una forma de enseñar a comer a los niños.

En definitiva, una jornada llena de cuentos y recetas imaginativas que pusieron el broche a una edición de la Semana del Gusto, que contó con la participación de más de 300 colaboradores.

La importancia de la Educación

Los niños están sometidos a un constante bombardeo de chucherías y pastelería industrial, y es muy fácil que caigan en la tentación. Esta alimentación no es saludable y, aunque todos necesitamos incluir algo de grasa en nuestra dieta para conservar una buena salud, no debemos consumir demasiada. Especialmente, las grasas saturadas, que se encuentran en los productos lácteos enteros y en los deseados bollos para los niños.

La Educación del gusto es una labor fundamental de padres, y no sólo de la escuela como algunos creen. Si se realiza a una edad temprana, marcará los buenos hábitos de los hijos, que sabrán discernir entre los alimentos beneficiosos y perjudiciales.  

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