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¡Vamos a la biblio!

En la biblioteca del madrileño CP “Carlos Ruíz” el aburrimiento brilla por su ausencia. Los niños participan, juegan y se muestran emocionados ante la posibilidad de viajar a un mundo imaginario.
Miércoles, 11 de febrero de 2004
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Autor: Esther ORIZ

“Niños, aunque no lo creáis, en esta casa había un fantasma. No temáis, aunque debemos subir a la alcoba por esa escalera donde nuestros pasos se oyen fuertemente”… No se trata de una película de terror, sino de algo más emocionante: un libro. Estamos en la biblioteca del CP “Carlos Ruiz”, donde lo extraño es que los niños estén aburridos o leyendo un libro en silencio. Y es que la monotonía y la pasividad no es habitual en esta parte del colegio. De hecho, los niños de Primaria saben que aquí su participación resulta fundamental.

Los pequeños pueden disfrutar ahora de miles de historias fantásticas, pero la puesta en marcha de esta biblioteca escolar no ha sido fácil: se han tenido que superar muchas trabas, entre ellas las económicas. Gracias a la voluntad del equipo docente, se ha podido sacar adelante un proyecto de biblioteca que no se conforma sólo con los diccionarios y las enciclopedias.

La apertura de sus puertas se produjo hace ya tres años y en la actualidad presta servicio a pequeños, en su mayoría, becados e inmigrantes.

“Nuestra intención es formar futuros usuarios pero, al ser niños de Infantil y Primaria, debemos hacerlo siempre desde el goce, el disfrute del libro”, nos comenta Antonio Rubio. Este profesor de Primaria con alma de poeta tiene una pasión: rodearse de niños y enseñar las virtudes de la literatura. En esta edad es importante inculcar ya el amor por los libros para que los pequeños comprueben, a través de cuentacuentos o títeres, que esto de la lectura no es nada aburrido.

En esta biblioteca los niños se acercan sin ningún temor a los libros. El orden es muy importante, pero, para que no resulte monótono, Antonio ha realizado una catalogación muy especial por la que cada etapa escolar tiene su estantería y un color determinado. No tienen ordenadores, por lo que se las ingenian para realizar una serie de cuadernos que, a pesar de su carácter ornamental, resultan igual de efectivos. De este modo, Abdul y Antonio, dos de los alumnos, saben perfectamente que su color es el amarillo y que los libros que les lee el profesor se encuentran en las estanterías que corresponden a su ciclo.

Los libros, bien escogidos

En otros colegios la biblioteca es algo secundario donde los libros se amontonan y apenas se utilizan, pero, para los profesores de este colegio de Collado Villaba, los libros están llenos de vida y de historias, por lo que la elección de sus fondos se hace concienzudamente. Los catálogos de editoriales son habituales en la mesa de trabajo del grupo de profesores encargados del funcionamiento de una biblioteca que destaca por la calidad de sus libros. Además, muchos docentes del centro se han interesado por el mundo de la literatura infantil y han hecho una serie de cursillos de introducción a la lectura. Y es que es importante que el profesor transmita su amor a los libros, pues los niños lo notan y en un futuro también lo podrán transmitir.

Los cuentos clásicos, como los de Grimm o Perrault, están a disposición de los pequeños, pero los verdaderos protagonistas son una serie de cuentos originales, educativos y mayormente visuales. “Mira, este libro se llama Nadarín”, nos cuenta Paula, una amante de los libros ya a su corta edad. Esta niña todavía no se desenvuelve en la lectura, pero conoce de carrerilla el argumento de Nadarín. Le encantan sus ilustraciones y además, a través de sus amigos acuáticos, ha podido conocer el sentido de la amistad.

Jugando a ser detectives

En cada clase se proponen una serie de actividades que combinan lo educativo y lo lúdico. Los niños se ponen en la piel de un detective para así buscar por las estanterías de la biblioteca el ejemplar perdido. Se les da una fotocopia con la portada y, entre cientos de libros, comienzan una exhaustiva investigación. En unos segundos, los pequeños ya tienen en sus manos el preciado libro y demuestran que conocen palmo a palmo su colocación. La actividad finaliza con la realización de una sencilla ficha bibliográfica, con la que empiezan a distinguir el título o el número de páginas.

La afición a leer no se queda en clase, ya que los niños se pueden llevar los libros a casa. “A mí me encanta oír historias de animales, pero mi libro preferido es el de La Casa Encantada. Mi madre me lo lee todas las noches”, nos dice Antonio.

La clase ha llegado a su fin, pero la biblioteca sigue funcionando. Y es que la cultura no tiene hora de cierre para estos pequeños.

Un club de pequeños lectores

os best-seller copan los escaparates de las mayorías de las librerías y hacen que la literatura infantil se vea relegada por otra serie de géneros, dirigidos a un público más adulto. El profesor Antonio Rubio, autor de varios libros infantiles, es un gran conocedor de este sector y, como literato, piensa que la abundancia de títulos infantiles no es sinónimo de calidad. Por ello, es muy importante que los colegios realicen una labor de selección. Es mejor conseguir títulos originales y educativos que comprar de forma descuidada colecciones enteras.

Con la elección de libros de calidad, sólo queda inculcar el amor por los libros, un aspecto díficil en este tiempo de videoconsola y televisión. Es importante que desde la infancia el profesor transmita el amor por la lectura y que los padres se impliquen en este tipo de aspectos proponiendo más actividades en el consejo escolar.
 

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