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La ciencia española, novena del mundo y quinta de Europa

Según el borrador de un informe al que ha tenido acceso MAGISTERIO, durante los años 1998-2002 la ciencia en España ha crecido notablemente, tanto en producción como en visibilidad, hasta colocar a nuestro país en el noveno lugar del ránking mundial y el quinto de Europa. Este estudio cuestiona el panorama desolador de la Ciencia española que se ha dibujado en las últimas semanas desde determinadas intereses políticos y académicos. No obstante, el informe –por la metodología que emplea– mide sobre todo la investigación básica y menos la aplicada, en la que vamos peor.
Miércoles, 3 de marzo de 2004
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Autor: J.M. de MOYA

En efecto, resulta cuanto menos sorprendente que mientras el celebre Manifiesto por la Ciencia, difundido nuevamente hace unas semanas, habla de “la grave situación que atraviesa la Ciencia en España”, este estudio, elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad de Granada dirigidos por el profesor Félix de Moya, hable de “crecimiento sin precedentes medido en número de publicaciones”. Y es que aparentemente el Manifiesto saborea su propia medicina y sufre el rigor de un análisis científico que, cuanto menos, lo matiza considerablemente.

El informe “Indicadores Científicos en España. ISI, Web of Science (1988-2002)”, de más de 300 páginas, analiza la producción científica española medida en número de publicaciones y su visibilidad. Es decir, el número de artículos y citas que los investigadores españoles publican en una selecta lista de publicaciones de prestigio. Pues bien, “en cuanto al volumen de producción –concluye el informe en la pág. 64–, España se sitúa en quinta posición en este escenario con un 2,23% de la producción de la EU-15 [Europa de los quince] en el periodo de estudio, por debajo del Reino Unido (7,6%), Alemania (6,93%), Francia (4,85%) e Italia (3,37%)”. Inmediatamente por debajo de España, encontramos a Holanda (2,02%) y ya a más distancia a Suecia (1,51%), Bélgica (1,05%) y Dinamarca (0,82%) (Gráfico 1).

Pero tan importante como la foto fija de la producción científica es la tendencia. En este campo, el informe revela que nuestro país es el sexto de la Europa de los quince que más ha crecido entre 1998 y 2002 a un ritmo de un 2,23%. Afinando más, se puede extraer de los datos que se ofrecen que España es el país que más ha crecido del grupo de los 10 que más producen. De este modo, año a año, nuestra producción investigadora se acerca a la de Italia y, especialmente, a la de Francia, país que ha padecido un decrecimiento de un -1,27% y con el que hemos recortado distancias en casi medio punto. Los autores del informe no pueden concluir de un modo más optimista: “En los últimos 25 años, la actividad investigadora [en España] ha experimentado un crecimiento sin precedentes medido en número de publicaciones. Se trataba de un país en que la investigación la hacía una minoría, con una infraestructura escasa y con poco reconocimiento social, y en 25 años se ha situado entre los 10 productores de ciencia a nivel mundial. De un puesto 32 en el ránking de publicación en el SCI en 1963, ha pasado a una novena posición en 1996 con un 2%”.

El informe analiza la situación por comunidades autónomas (Gráfico 2). “Madrid, Cataluña y Andalucía –concluye– son las CCAA con más investigadores y responsables del 70% de la producción científica nacional. Sin embargo, llaman la atención otras regiones como Baleares y Cantabria que, teniendo poca inversión y un porcentaje de investigadores también pequeño, sean mucho más productivas que CCAA con mayor tamaño”.

Física y Química: notable

Pero el informe va más allá y analiza cuáles son aquellas áreas científicas en las que España va bien y en las que va mal (Gráfico 3). Para ello, compara lo que representa cada área a escala mundial con lo que representa esa misma disciplina en nuestro país: así sabemos si estamos por encima o por debajo de la media. Por ejemplo, dice textualmente, “mientras que la Medicina representa un 43% de la producción mundial, en España […] apenas alcanza el 34% de la producción nacional”. Con la Biología Molecular pasa otro tanto: este área supone un 19% de la producción científica mundial pero sólo representa el 16,5% de la producción nacional. Por el contrario, en Física y Química estamos fuertes. Nuestros físicos se han hecho con el 15% de la investigación española mientras que esta disciplina representa sólo el 13,4% del mundo. La Química abarca el 16,3% de la producción científica nacional cuando a escala mundial apenas representa el 11,7%.

Ésa es la situación de las disciplinas que más páginas ocupan en las publicaciones científicas. Sin analizamos el resto de áreas, podemos concluir que Ciencia y Tecnología de los alimentos, Química o Agricultura es lo que mejor se nos da –y es lógico–, pero también estamos bastante por encima de la media en Matemáticas –y eso no es tan lógico, al menos aparentemente. ¿En qué suspendemos? En Historia y Arte, en Filología y Filosofía, en Ciencias Sociales… pero, sobre todo, en Derecho. Si la Ciencia jurídica supone un 0,77% de la producción científica mundial, en nuestro país apenas supone el 0,05% (tanto estudiante de Derecho para tan poca investigación nacional…). Se podría simplificar diciendo que se nos dan mejor las ciencias que las letras.

El talón de Aquiles

¿Cómo se compadece este optimista panorama con el dato también real de que España invierte en investigación apenas el 42,8% de la media de los países de la OCDE? En concreto, en 2000 en esfuerzo en I+D en nuestro país llegó al 0,94% del PIB, frente al 1,88% de la UE y el 2,24 de la OCDE. Más aún, ¿cómo casan los resultados del citado estudio con el dato difundido la semana pasada de que España patenta siete veces menos que la UE? Y es que, según datos de Eurostat, España, con sólo 24 solicitudes presentadas ante la Oficina Europea de Patentes, es, junto a Portugal y Grecia, el país que menos patenta por millón de habitantes.

Para resolver estas aparentes contradicciones habría que referirse a dos factores que el informe también menciona: primero, si la inversión pública es baja, la inversión privada en I+D es ridícula en comparación con los países de nuestro entorno; y segundo y como consecuencia de lo anterior, en España tenemos mucha investigación básica y poca aplicada.

En efecto, el informe pone el dedo en la llaga cuando afirma en la pág. 46 que “el gasto en I+D del sector privado en 2001 es del 48% del total nacional, muy distante del 75% que ha fijado como objetivo la UE para 2010”. Y es que es verdad que la inversión en investigación está en un 42,8% de la media de la OCDE, pero no es toda la verdad. Si disgregamos por tipo de inversión, descubrimos que la inversión pública está ya a un 70% de la media, mientras que la privada es apenas un 32% de lo que gasta de media el resto de países vecinos. Y gastando en I+D la tercera parte de lo que invierten el resto de países industrializados, es difícil desarrollar investigación aplicada y menos competir por patentes.

Consejos prácticos

Los autores del informe se atreven incluso a recomendar a los políticos que sus promesas electorales de incremento del gasto en investigación para la próxima legislatura se basen en políticas de incentivos a las empresas [Recordemos que para los próximos cuatro años, el PSOE ha prometido llevar la inversión en investigación desde el 1% actual hasta el 2% del PIB; y el PP hasta el 1,8%]. Los recursos destinados a investigación, explican, tienen un techo bajo si se basan en aportaciones públicas y sólo crecen de forma constante con políticas que incentiven al sector privado. “De hecho –añaden–, el Consejo de Ministros está estudiando la aprobación de un decreto por el que el MCyT emitirá certificados de los gastos de las empresas en I+D+I para la consecución de deducciones fiscales”. Puede ser un buen comienzo si queremos que nuestras empresas se impliquen más en la Ciencia de todos.

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