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El Ministerio reconoce que puede aprobar una ley educativa de bases

No hay duda que para poner a todo el mundo de acuerdo lo mejor es no concluir nada. Después de tanta búsqueda de consenso, el MEC podría aprobar una Ley de mínimos.
Miércoles, 6 de octubre de 2004
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Autor: José M. LACASA

Ya se había hablado de que la única Ley de Educación que los nacionalistas vascos y catalanes aceptarían sería la llamada “Ley de mínimos”, es decir, aquella que les permitiera hacer y deshacer a su antojo en sus propias comunidades.

Sin embargo, en la búsqueda del consenso tiene que entrar el Partido Popular, que difícilmente admitiría una norma que, cual fénix, calcinase el sistema educativo español para que de él renacieran diecisiete sistemas autonómicos.

De hecho, el Ministerio de Educación admite que lo que no quiere es que se le planteen a la nueva norma la multitud de recursos de inconstitucionalidad a la que la Ley de Calidad aún tiene en los tribunales (lo que no se sabe es cómo va a evitar que se los planteen por no garantizar la movilidad de los estudiantes por todo el territorio nacional).

Semántica

Es evidente que Aristóteles era en exceso optimista cuando dijo aquello de “definid y no discutiréis”. Si hubiera visto la situación actual, comprobaría que lo mejor para no discutir es no definir demasiado. Esa, al menos, ha sido la postura del Ministerio al presentar un documento, cuyas propuestas suenan bien… a falta de que se definan más.

Actualmente la situación es tal que los vascos y los catalanes están satisfechos con el documento, mientras que el Partido Popular no ha cargado las tintas sobre el documento. Pero, leyendo muchas de las propuestas, es evidente que una descripción más precisa dejaría fuera del consenso a los nacionalistas o al PP.

Aunque también es cierto que muchas de las discusiones bizantinas que sobre Educación han mantenido PP y PSOE se podrían haber evitado si se hubiera definido más, pues las distinciones son al final semánticas: es el caso, por ejemplo, de los itinerarios.

No a la Ley de Bases

Lo que está claro, de momento, es que el PP no ve con buenos ojos una Ley de Bases: tanto el consejero de Educación de Murcia, Juan Ramón Medina Precioso, como Eugenio Nasarre, portavoz de Educación del PP en el Congreso, ya han desestimado tal posibilidad. Y el resto de consejeros “populares” no parecen dispuestos a admitir tal posibilidad.

Posibilidad que presentan como la ideal en Cataluña: la consejera catalana de Educación, Marta Cid, expresó en su única intervención durante la Conferencia Sectorial de la pasada semana que su Gobierno quería una Ley de Bases.

Actualmente, el Ministerio tiene el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero de buscar una Ley educativa consensuada y que perdure en el tiempo, a pesar de la alternancia natural en el poder. El documento presentado, como dijimos la semana pasada, es un buen principio para tal consenso. Pero cada paso que se avance en aras de una mayor definición puede obligar al PSOE a elegir amigos entre unos y otros. Ahí es donde tendrán que elegir.

Aunque parece que se inclinan, a juzgar por las últimas declaraciones, por el “amigo nacionalista”. Ya veremos.

El MEC reedita la “defensa Marchesi” de la Logse

En ajedrez, se conoce como “defensa” a una serie de maniobras durante la apertura que definen el planteamiento de cada jugador y condicionan toda la partida. Estas aperturas se suelen denominar con el nombre del que las utilizó por primera vez.

El Ministerio, en su documento sobre la Educación de calidad, ha vuelto a reeditar una argumentación que creíamos periclitada: la “defensa Marchesi” de la Logse. Esta consiste en repetir algunos de los argumentos que se manejaban hace más de un lustro, y que los datos se habían encargado de barrer. Este es un somero análisis de los argumentos marchesi–ministeriales:

—La tasa de escolarización a los 16 años es del 100%: según los últimos datos del MEC (2001-02), el 12% de la población de 16 se encontraba fuera del sistema educativo.

—Más del 75% de los jóvenes obtiene el graduado en ESO a la edad teórica en que deberían hacerlo: cualquier lector de este periódico sabe que más del 30% de los jóvenes abandonan el sistema sin graduarse en ESO. De todas formas, el MEC reconoce que sólo el 62% se matricula en 4º de ESO a su edad…

—El 60% de los jóvenes entre 25 y 34 años tiene Educación Secundaria superior: esta sí que es cierta, pero el mérito corresponde a la Ley General de Educación (los alumnos que primero cursaron la Logse tienen ahora alrededor de 23 años). Este argumento se lo ha apuntado en otras ocasiones para demostrar las bondades de la Logse.

—Las cifras no han dejado de mejorar en los últimos tiempos: basta echar un vistazo al gráfico inferior para comprobar cuán equivocada está tal afirmación. Además, las tasas de idoneidad presentadas el mes pasado por el MEC para el curso 2001-02 muestran que para todas las edades (ocho, diez, doce, trece, catorce y quince años) el número de alumnos que alcanzan su curso en la edad teórica que le corresponde no sólo se han estancado en los últimos años, sino que en algunos casos disminuye.

—Los resultados de la Primaria y la ESO son, según el INCE, superiores a los alumnos de igual edad escolarizados en el sistema anterior (EGB, BUP y FP I): preguntado José Luis García Garrido, el director del INCE durante las primeras evaluaciones de este organismo, por estos datos respondió que “no le sonaba” ningún informe del que se pudiera concluir tal afirmación. “Creo que son una extrapolación sobre datos no significativos” que ya fue utilizada anteriormente. A este periódico tampoco “le suena” nada parecido.

—El informe PISA avala el elevado grado de equidad de los resultados obtenidos por el sistema educativo español: teniendo en cuenta que es el único dato reciente presentado por el Ministerio para defender el sistema Logse, conviene detenerse en él más despacio. Los resultados de ese informe situaban a España a la cola de los países mínimamente desarrollados, aunque, eso sí, con unos datos calamitosos para todos.

Porque lo que el Ministerio designa como “equidad” es en realidad un bajo nivel generalizado, en el que la distancia entre los que más saben y los que menos era muy reducida. Pero eso sólo significaba que el nivel bajo no podía saber menos y que nadie sabía demasiado entre los mejores. Sí había países que, con un nivel más que aceptable, mantenían además una equidad envidiable. Lo significativo es que el Ministerio presente como positivos datos tan pobres y tan alejados de los países de nuestro entorno.

Los análisis sobre el sistema educativo español publicados en los últimos años por MAGISTERIO vienen demostrando que el sistema educativo español es profundamente desigual desde cualquier punto de vista: entre las diversas comunidades autónomas, entre sexos, entre niveles económicos. Y los datos del MEC así lo certifican.

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