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El efecto logse

Más lejos de la convergencia europea. Tras los primeros datos obtenidos –tanto de fuentes ministeriales como de las estadísticas e indicadores oficiales de la Unión Europea (Eurostat)– sobre los efectos de la Logse en el sistema educativo español, esta es la conclusión que cabe obtener. Las causas no son todas achacables directamente a los resultados de la Logse, pero apuntan a que parte importante de la responsabilidad sí le corresponde a este sistema educativo.
Miércoles, 3 de noviembre de 2004
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Autor: José M. LACASA

En el año 2010 toda Europa se examinará de Educación, pues así se pactó en Lisboa al establecese una serie de objetivos que habría que cumplir para esa fecha. Es la llamada convergencia educativa, paralela a la económica, que va a pillar a España –a no ser que se utilice el sistema usado por los griegos para entrar en la zona euro– sin los deberes hechos.

La razón es que varios de los indicadores pactados en Lisboa –especialmente el de que el porcentaje de población con un nivel de estudios mínimo de Educación Secundaria superior (Bachillerato o FP) debe alcanzar el 80%– se han estancado en los últimos años, cuando no están bajando. Actualmente, es difícil incluso que lleguemos a una tasa de graduados en ESO del 80%, pues como indica la tabla inferior –resultados a los que hay que sumar un abandono temprano de entre un seis y un ocho por ciento– sólo se gradúa un 72% de los matriculados en 4º de ESO, cifra que disminuye año tras año.

Las razones que conducen a la caída generalizada de los indicadores del nivel educativo español, tanto los de la Unión Europea como los que maneja el propio Ministerio tienen, lógicamente, varias causas, pero sólo una común: la implantación completa de la Logse.

Datos y Logse

Muchos de los indicadores tienen algún “pero” que poner, algún factor que puede influir en el descenso. Los más obvios son el del aumento de la inmigración y el del cambio de sistema educativo. Y ambos influyen, pero relativamente.

El factor inmigración, con un crecimiento espectacular a partir de 2002, no es lo suficientemente elevado en porcentaje como para modificar drásticamente las estadísticas, sobre todo si tenemos en cuenta que el nivel educativo medio de los inmigrantes es sólo un poco inferior al español (no hay que confundirlo con los trabajos que realizan). Además, este factor sólo influye de alguna manera en las poblaciones adultas a partir de 2002, mientras que apenas influye en las tasas de idoneidad escolar a partir de 12 años, en los resultados de fracaso escolar (anteriores al aumento de inmigrantes, que es además muy pequeño a esa edad) y en los datos de presentados a Selectividad.

Cambio de sistema

El cambio de sistema también puede influir de alguna manera en la evolución de aquellos indicadores que incluyan edades como los quince o los dieciséis años, pues dichas edades no eran obligatorias en la Ley anterior. Así, influye en las tasas de idoneidad como la de los 15 años (no es lo mismo tener escolarizado al 85% a esa edad que al 100%), aunque si a los defensores de la Logse de los primeros 90 les dicen que van a tener que recurrir a este argumento se habrían burlado no poco del “profeta”.

También influye en el porcentaje de jóvenes entre 20 y 24 años con Educación Secundaria superior, pues la FP I, que se acababa teóricamente a los 16 años, se consideraba como tal. Aún así, la caída es espectacular, es coherente con los datos que tenemos de la evolución de la propia Logse y, lo más importante, nos hace retroceder diez años en el camino de la convergencia europea, cuando estamos a tan sólo cinco años del examen.

Hay otros datos donde el cambio de sistema no tiene ninguna influencia negativa, y puede tenerla positiva: por ejemplo, en las tasas de idoneidad anteriores a los 15 años, pues la Logse es un sistema que ha dificultado la repetición gracias a su denostada “promoción automática”. Y, por supuesto, no tiene ninguna influencia en el número de los que se presentan a Selectividad, o en el aumento de las tasas de fracaso escolar (pues sólo se compara entre alumnos Logse).

El efecto demográfico

Hay otros dos factores a tener en cuenta, y que cada uno esgrime según sus intereses, separándolos a su conveniencia cuando están estrechamente unidos: el demográfico y el económico. Los socialistas siempre acuden al descenso de la inversión educativa en comparación con el PIB per cápita en los últimos años, mientras que el anterior Ministerio, comandado por Pilar del Castillo, no cesaba de destacar el aumento del gasto por alumno. Ambos tienen algo de razón, ninguno toda.

Los socialistas carecen de su parte de razón porque es muy difícil que el presupuesto educativo crezca tan aceleradamente como el PIB español en los últimos años, y porque callan que ellos pueden subir ahora el presupuesto en Educación gracias a esa subida del PIB. Pero sí que es cierto que la anterior legislatura fue rácana con el gasto educativo.

Además –y este argumento sólo lo emplean cuando les favorece– el nivel socioeconómico y cultural de los padres de los alumnos (como el de España en general) no ha dejado de crecer en todos estos años, y ese factor, muy relacionado con el fracaso escolar, no está siendo aprovechado por la Logse para disminuirlo.

Los del PP carecen de parte de razón porque es el vertiginoso descenso demográfico el que ha permitido el elevado gasto por alumno, ya que es imposible ajustar tan rápido plantillas, y desde luego han carecido de imaginación o tiempo para adecuar el sistema a la nueva situación.

Pero este descenso demográfico enlaza con el tema principal del artículo: pues los resultados de la Logse se están juzgando en un escenario mucho más favorable que el anterior: hay muchos menos alumnos y mucho más dinero y –lo que es más importante– muchos más profesores. Y, sin embargo, el fracaso escolar no deja de aumentar y los índices de nivel de caer.

Alguna vez se ha dicho que si la Logse fuera juzgada por sus objetivos, o por lo que decían sus defensores que iba a conseguir, no obtendría un aprobado ni recurriendo a la famosa “promoción automática”. El problema es que, teniendo en cuenta sólo lo esperable para el nivel cultural, económico y social de la España actual, el fracaso es evidente, pues se ha desaprovechado el crecimiento de nuestro país.

Lo más preocupante sigue siendo el análisis del fracaso escolar. Y no es sólo que más de la cuarta parte de los alumnos –ya hemos dicho que algunos análisis más profundos hablan de uno de cada tres– se vayan del sistema educativo sin el título ni la preparación suficiente para enfrentarse al mercado de trabajo (y, probablemente, a la vida).

Es que el sistema educativo está reproduciendo y aumentando las diferencias entre alumnos de familias con recursos y de familias sin ellos, entre hombres y mujeres, entre regiones, entre cualquier cosa que se les ocurra. Con las consecuencias tan graves que eso conlleva.
 

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