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Detectives de nuestros ancestros

El Museo de la Ciencia Cosmocaixa, en Alcobendas (Madrid), se pregunta en una nueva exposición cuestiones tales como cuál fue la causa del empacho que llevó a la muerte a uno de los peces óseos más voraces, el Xiphactinus audax, o qué podemos deducir del esqueleto de un dinosaurio Protoceratops que vivió hace 75 millones de años y cuyo fósil fue hallado en posición acurrucada en Mongolia.
Miércoles, 12 de enero de 2005
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Autor: Zaida PÉREZ DE ARANDA

Restos y rastros de nuestros ancestros –que así se llama la muestra– indaga en las sorprendentes historias de los protagonistas de 11 bellos conjuntos fosilizados que han llegado a nuestros días en perfecto estado de conservación. Un paseo por la época primitiva que enlaza la paleontología con la investigación detectivesca, rescatando la sorprendente información que subyace a 14 piezas fósiles.

De este modo, los niños asistentes, acompañados de sus padres o profesores, podrán disfrutar, por ejemplo, de un diente de tiburón en el que se instalan dos gorgonias, de la cabeza de un Triceratops a quien la defensa de sus crías ante el súbito ataque de un Tyrannosaurus le costó la vida, o de un banco de peces sepultado como consecuencia de la erupción de un volcán.

Además, los visitantes podrán realizar un seguimiento de las pistas subyacentes a los conjuntos fosilizados a través del método científico (observación, formulación de hipótesis, experimentación, análisis de datos y obtención de conclusiones), lo que hará posible un ejercicio detectivesco que permitirá deducir la historia que esconde cada uno de los objetos.

Por otro lado, Cosmocaixa, que el pasado mes de noviembre superó los tres millones de visitantes, ha ofrecido hasta el pasado domingo una programación navideña llena de diversión para grandes y pequeños. Espectáculos teatrales, talleres sobre el frío, la astronomía o la papiroflexia y un recorrido por los distintos juegos del mundo han hecho las delicias de los jovénes aficionados a la ciencia.
 

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