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En Andalucía no se aprueba por saber, sino aplicando un cupo

La Consejería de Educación de Andalucía ha diseñado un sistema en el cual no se aprueba por conocimientos, sino que existe un cupo de suspensos máximo, y los demás aprueban.
Miércoles, 26 de enero de 2005
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Autor: José M. LACASA

Analizar en bruto los datos del fracaso escolar en Andalucía –los ofrecemos en la página cinco: un 27,4%, tan sólo una décima por encima de la media española– no desvela la gravedad de la situación. Es un análisis más pormenorizado de los datos que aquí ofrecemos (habría que sumar los del descenso de las tasas de idoneidad que publicó MAGISTERIO hace unas semanas) el que permite comprender no sólo los fallos del sistema, sino las estrategias para confundirlos.

Una de las características de los datos publicados –o facilitados al MEC– por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía es que siempre están incompletos: para las matriculaciones, el Instituto de Estadística de Andalucía, las ofrece por ciclos, no por cursos; en las estadísticas de repetidores de curso en ESO del Ministerio sólo faltan las de Andalucía; son sólo ejemplos.

Esta penuria de datos impedía a los observadores hacerse una idea aproximada de lo que ocurría en Andalucía. A esta estrategia hay que sumar el pacto no escrito Consejería/rectores por el cual se hurtan a la opinión pública los datos detallados de la Selectividad de los centros andaluces.

Pero, tirando de diversos hilos, y viendo la reacción de la Consejería ante el decreto de matriculación publicado por el MECD de Pilar del Castillo, uno puede hacerse una idea de lo que ocurre: pasar de curso en Andalucía no depende de lo que el alumno sepa, sino de una distribución de campana de Gauss o un númerus clausus al revés. Es decir, hay un cupo de suspensos que el sistema no puede sobrepasar bajo ningún concepto.

Para ello se pone en marcha a la inspección, se sacan criterios de evaluación distintos a los del resto de España, se baja el nivel en las clases, o se pasa a más de la tercera parte de los alumnos con tres asignaturas suspensas.

Las pruebas están en las tablas que les ofrecemos. Primero, puede verse cómo el paso de 3º a 4º de la ESO está extremadamente “barato”: naturalmente, esos alumnos pasan sin ninguna posibilidad de obtener el título de Secundaria –ni de enfrentarse a la FP con base suficiente– y abandonan el último curso sin llegar a evaluarse (con lo que se evita que figuren en las estadísticas que sólo incluyen evaluados y promocionados). Por ello descienden casi un 30% los alumnos matriculados en 4º con respecto a 3º de ESO.

Segundo, si observamos con atención los promocionados con tres y cuatro pendientes en 4º de ESO vemos que en 2003, cuando no se pueden pasar de cursos con cuatro asignaturas suspensas, promocionan los mismos: sencillamente, los que antes aprobaban con cuatro pendientes ahora aprueban con tres. Verán que la suma coincide.

¿Avestruz u hormigón?

Cuando el Grupo Popular del Parlamento andaluz hizo públicos algunos de los datos de la promoción en los últimos cursos de la ESO en Andalucía, la consejera de Educación, Cándida Martínez, salió al paso de las críticas diciendo sencillamente que los alumnos andaluces soportaban un fracaso escolar en la ESO “de, como mucho, un 9%”, rematando con que hablar de cifras más elevadas era “una barbaridad”.

A la vista de estos datos, todos ellos facilitados por la misma Consejería de Educación andaluza, cabe preguntarse qué le pasa a Cándida Martínez: ¿no se cree sus propios datos?, ¿no sabe analizarlos?, ¿prefiere interpretarlos en clave ideológica para no tener que enfrentarse a ellos, escondiendo así la cabeza? o, simplemente, ¿le dan lo mismo mientras su partido siga revalidando una mayoría absoluta tras otra en la región?

La máxima preocupación de Cándida Martínez cuando se hablaba de itinerarios era: “Se imagina cómo mirarán los de un itinerario a los de otro en el recreo?”. Hay, sin embargo, segregaciones más graves y permanentes: ¿cómo miran a los que están en la cola del paro o de los subsidios?
 

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