fbpx

“Nada más aprobar la Ley debe comenzar su análisis”

Entrevista en exclusiva para MAGISTERIO con Federico Mayor Zaragoza, ex secretario general de la Unesco.
Miércoles, 20 de abril de 2005
0

Autor: José Mª. DE MOYA
José M. LACASA

Federico Mayor Zaragoza, secretario general de la Unesco durante doce años, dirige actualmente la Fundación Ramón Areces además de la Fundación Cultura de Paz, que él mismo creó para extender este ideal en las escuelas.

¿Qué le parece el proceso de diálogo previo a la Ley de Educación?
En el campo de la Educación, lo ideal es que exista un diálogo permanente entre todos los actores, sin dejarse ninguno fuera. Y, a escala de Gobierno central, de comunidades autónomas, de instituciones europeas e internacionales –yo tuve el honor de dirigir una de ellas durante doce años–, se esté permanentemente, como en una torre de vigía, mirando lo que más conviene para dentro de unos años. Nos tenemos que dar prisa para dejar las cosas adecuadamente en el futuro próximo. Pero sabiendo que lo que ahora se decida quizás, dentro de dos o tres años, haya que readecuarlo dentro de una permanente situación de intercambio de opiniones.

El diálogo, ¿entre quiénes debería ser?
Entre todos. Desde luego, entre los que de una forma más directa tienen que ver con la formación, que son las asociaciones de padres. No podemos seguir pensando que la Educación es una cosa del Estado, de los maestros y profesores…
El gran error es que todo se ha enfocado desde la óptica de la enseñanza, en lugar de hacerlo desde el punto de vista del aprendizaje. Sólo en términos de aprendizaje se puede juzgar cualquier proceso educativo.

Pero, ¿qué deben aprender?
A ser ciudadanos plenos, capaces de participar, de expresarse, de escuchar, de tener sus propias respuestas a las preguntas esenciales. Existimos y debemos preguntarnos una serie de cosas, y encontrar nuestras propias respuestas. No podemos aceptar que nadie nos imponga las respuestas.

¿Eso enseña la Educación hoy?
La Educación es algo tan fundamental, es la solución a tantos problemas… Yo estoy en una situación de privilegio, pues pertenezco a las principales atalayas de observación de la Educación en el mundo, donde me encuentro con muchos líderes mundiales. Y todos dicen lo mismo: es una cuestión de Educación. Es una cuestión de tener a personas que actúen localmente y que tengan una visión global del mundo (y que no se crean la globalización, un eufemismo inventado para distraernos), que sean personas conscientes de sus responsabilidades de cara al futuro.
El pasado ya lo conocemos, ya sabemos el resultado. Hay que partir del diálogo permanente, y en esta situación no puede haber –y que me perdonen los que sostienen posiciones intransigentes de partido o de creencias: la Educación está más allá de todo ello– inmovilismos. El diálogo tiene que estar permanentemente vivo. No se puede decir: “Ya está la Ley”. Al día siguiente de aprobarla se deben establecer procedimientos de estudio y análisis, porque nos estamos jugando nada menos que la Educación de los ciudadanos de un país, es decir, el futuro.

¿La asignatura de Religión debe estar en la escuela?
Es un error convertir la Religión en una disciplina. Debe haber profesores de creencias, por supuesto, pero para enseñar lo que es la solidaridad, la justicia, la amistad, el respeto a sus mayores… El pasar todo esto a que los alumnos obtengan un cinco, un siete o un suspenso…
Para concretar, no es partidario de hacer evaluable la asignatura…
Ninguna de estas disciplinas debe convertirse en materias en las cuales la retención, la memoria, puedan superar a lo único que en este caso me importa, el comportamiento. Lo que estamos haciendo es ayudar a que cada ser humano madure y sea él mismo, tenga sus opiniones y escuche las de los demás.

Pero sí hay que impartirla.
A ver si de una vez nos leemos la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, y la de los Derechos del Niño. Allí está perfectamente establecido: “Corresponde a los padres decidir sobre la Educación de sus hijos”; “Hasta la edad de la emancipación, los niños se educarán en las ideologías y creencias de sus padres”, dicen los derechos del Niño. También dice que “todos tendrán acceso a la Educación superior en virtud de sus méritos”. De sus méritos, no dice nada de si yo vivo en Madrid y puedo pagarla o en un pueblo perdido y carezco de medios.

¿Piensa que el ejecutivo anterior fue un poco impositivo en este tema?
Totalmente. Y soy una persona creyente y partidario de que exista enseñanza de la Religión. No he encontrado respuestas en mi vida a algunos temas, y soy una persona religiosa. Pero creo en lo que creo. No se puede ser fanático ni intransigente.

¿Y en qué más le pareció intransigente el anterior equipo ministerial?
Por ejemplo, en la LOU. Es una ley con aspectos positivos, pero el rodillo hizo que no se discutiera más, y se aprobó. Se tendría que haber hablado más, o haber dejado apartado ese cinco por ciento con el que no se estaba de acuerdo. ¿Por qué una Ley ha de ser una pizarra cerrada? Se deja apartado momentáneamente y se sigue hablando, se ve lo que hace Europa…

¿Y qué le parece la Educación para la ciudadanía?
Una asignatura para aprender a ser ciudadanos que sepan el valor de la amistad, que sepan reconocer lo que hacen por ellos sus padres y maestros, lo encuentro muy positivo. Pero, al mismo tiempo, educar es dirigir para que cada uno sepa ser el soberano de su vida.

Ahora está de moda introducir las nuevas tecnologías en la escuela…
Cuando me dicen: “¡Ya tenemos internet, qué maravilla!”. Qué maravilla y qué horror, pienso. La Educación no puede ser saber usar una herramienta. ¿Ya tenemos internet?: bien, es un utensilio. ¿Medios audiovisuales? Pues igual. Pero, la Educación, ¿de quién depende? De la madre, y nada puede sustituirla. Es fundamental ese sentimiento de ternura tan profundo que todos recordamos. Luego, del conjunto familiar. De hecho, con el tiempo uno se da cuenta de que nuestro comportamiento es un reflejo de todos ellos.
Y después, la piedra angular: los maestros y profesores. El educador es el que se da cuenta de que cada alumno es distinto, a este le tengo que animar de esta manera, a este le falta autoestima, al otro se la tengo que reducir… Esta es una labor que sólo el maestro puede hacer. Yo digo a menudo que los ciudadanos tendríamos que hacer, cada día, un monumento virtual en nuestro corazón que diga: “Gracias a que hay maestros”.

Mujeres en la enseñanza

“Si no fuera por que existen estas maestras… Perdónenme que les diga que, en plan de ejemplaridad a escala mundial, casi siempre me he encontrado con que son las mujeres las que con su desprendimiento, su generosidad, su paciencia infinita, su capacidad de espera, son las que frenan un poco la tendencia masculina a utilizar el músculo. Son el gran elemento pacificador de la tierra.” 

0