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La patología de la perfección

Dumbo, orejotas, pepe soplillo... Son algunos de los calificativos que soportan algunos niños por su físico. Lo mismo ocurre con los menores que llevan gafas o que tienen sobrepeso. Los insultos de los compañeros de clase pueden llegar a causar verdaderos traumas. Sin embargo, sentirse el patito feo no tiene siempre una causa física. La anorexia y la bulimia, por ejemplo, son transtornos de conducta alimentaria que tienen causas muy complejas y diversas.
Miércoles, 25 de mayo de 2005
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Autor: Laura DE CUBAS / MS

La obsesión por un cuerpo perfecto, el estereotipo de belleza del momento, y las circunstancias de cada persona, llevan en muchos casos a transtornos alimentarios y a hacer casi “de todo” para conseguir el deseado cuerpo 10. Las dietas milagro y la cirugía estetica parecen hoy algo de lo más normal, pero tienen el riesgo de que paguemos un alto precio –y no sólo económico–.

El tema del culto al cuerpo no es para frivolizar. El exceso de delgadez no es siempre sinónimo de anorexia, sin embargo, muchos tienden a asociarlo, ya no sólo en el caso de personajes populares, sino de familiares y amigos. Anorexia y bulimia nerviosa son trastornos de conducta alimentaria (TCA), enfermedades serias que deben ser abordadas con todo el rigor y la máxima precaución.

La anorexia nerviosa se caracteriza por la pérdida significativa de peso originada por una conducta en la que se evita la ingesta de alimentos que engordan, los vómitos autoprocovados, el ejercicio físico, las purgas intestinales y el consumo de fármacos diuréticos.

Por regla general estos enfermos tienden a distorsionar su propia imagen corporal generando el rechazo patológico a su figura (barriga, trasero) que detestan completamente. La anorexia nerviosa es un trastorno que afecta al eje hipotálamo-hipofisario gonadal que se traduce, en el caso de las mujeres, en amenorrea (disfunción de la regla y/o sangrado vaginal) y, en el de los hombres, en la disminución de la potencia sexual. Si se da antes de la pubertad, el crecimiento se altera e incluso se detiene.

Obsesión por la comida

Por otro lado, la bulimia lleva al enfermo a la obsesión continua por la comida, una tentación a la que siempre cede –dándose en muchas ocasiones episodios de polifagia– y que procura contrarrestar a través de diferentes mecanismos como el abuso de laxantes, el consumo de fármacos inhibidores del apetito, diuréticos y, por supuesto, vómitos provocados y mucho ejercicio. No es extraño encontrar antecedentes previos de anorexia nerviosa e incluso aparición de ambas enfermedades de manera intermitente.

Otra categoría de TCA, según la Organización Mundial de la Salud, sería el denominado trastorno “por atracón” o lo que es lo mismo, la sobreingesta de alimento en un corto periodo de tiempo. Esta circunstancia hace que el enfermo pierda completamente la sensación de control sobre sus hábitos alimenticios comiendo más rápido de lo normal, no atendiendo a la sensación de saciedad o a la falta de hambre e incluso escondiéndose para realizarlos. Acto seguido, se siente culpable, a disgusto –recurriendo en ocasiones a purgas, ayuno o ejercicio físico–.

Los factores que pueden conducir al TCA son múltiples y pueden actuar como condicionantes, facilitadores o como resultado del propio trastorno. En la mayoría de los casos comienzan a raíz de una dieta prescrita bien por un médico pero también por un familiar o un amigo. La razón de ésta: conseguir un estado de bienestar y autoestima traducido en el autocontrol de la conducta alimenticia. Un dominio que pronto se convierte en obsesión y que se traduce en un comportamiento cuyo eje fundamental es la comida y la apariencia física.

Pero no todos los factores desencadenantes tienen que ver con la relación del enfermo con los alimentos. El TCA puede derivarse de una circunstancia traumática como la separación de los padres, la muerte de un familiar o un cambio significativo en la vida del futuro enfermo. Tampoco tienen que ver con la comida los denominados ‘factores facilitadores’ como la propensión genética y el ambiente. En el primero de los casos algunos estudios han revelado que la probabilidad de adquirir un TCA aumenta en el caso de que la persona tenga algún pariente directo que lo padezca o haya padecido. También influye, casi por encima del resto de factores, el temperamento de la persona, siendo más frecuente en individuos muy perfeccionistas tendentes a comportamientos obsesivos, dependientes e histéricos.

En cuanto a los factores medioambientales, los pacientes de TCA suelen tener mucha dependencia de sus padres aunque los expertos no aciertan a afirmar que haya una relación directa entre una relación familiar de exigencia y la aparición del trastorno.

Prevención

La prevención en los TCA puede ser un arma de doble filo. Como asegura Mª Ángeles Fernández, de la Asociación Adaner, “hemos comprobado que las campañas en las que hablamos de los síntomas pueden inducir al efecto contrario, dando ideas de forma perversa”. Así pues, es necesario andar con pies de plomo y segmentar la información dependiendo del colectivo al que se dirija. De esta manera, la sensibilización pasa a un primer plano focalizándose sobre todo en familias –a las que se les insta a ampliar la comunicación con sus hijos–, colegios –para que eduquen en una sana alimentación y, cómo no, en valores más allá de la imagen física–, medios de comunicación –para que no difundan un canon de belleza equívoco– y, también, a la Sanidad Publica para la creación de unidades completas de tratamiento.

Tratamiento

Una vez diagnosticada la enfermedad conviene que sea abordada desde múltiples perspectivas, ya no sólo psicológica o psiquiátrica sino también endocrinológica y nutricional. “Si abordamos el primero –comenta la psicóloga de Adaner – sin que el enfermo recupere su peso, no podemos avanzar, ya que se vuelven radicales y se cierran. A la inversa, si ganan peso pero no se les trata psicológicamente, salen peor del hospital. Fuera vuelven a perder peso y otra vez ingresan”.

El apoyo de la familia (pareja, amigos…), es fundamental pero difícil. Se ha de procurar no buscar culpas ni ceder ante el chantaje emocional al que la someten estos enfermos. El pacto con el especialista es necesario y obligatorio para abordar el problema de la forma correcta. En cuanto a la recaída, debe ser tomada como un episodio aislado. Una vez que se recupera el control sobre la comida y, por tanto, la autoestima, no debemos verla como un paso atrás ya que, de ser así, la persona podría entrar de nuevo en el laberinto de las TCA.

Falta de estadísticas

El hecho de que muchos enfermos no reconozcan su problema o que no soliciten ayuda por vergüenza o rechazo a que –pongan barreras– al duro control al que someten a sus cuerpos, hace que sea muy difícil establecer una pauta en la aparición de las TCA. Una edad que se hace cada vez más temprana y que tiene su mayor etapa de riesgo entre los 14 y 18 años –aunque hay numerosos casos en etapas como la menopausia–, sobre todo en el sexo femenino –la relación entre varones y hembras es de uno a nueve–. La anorexia nerviosa, según la OMS, puede incluso a conducir a la muerte de entre tres y cinco pacientes de cada cien. Una mortalidad que aumenta si se asocia con el índice de suicidio, muy alto en este tipo de enfermos.

La perfección en datos y cifras

Cada vez son más los jóvenes y no tan jóvenes que recurren a la cirugía estética para llegar a la perfección del cuerpo. El boom de este negocio, que factura cerca de mil millones de euros anuales, ha sido reciente.

–En la actualidad se realizan más de 800 intervenciones quirúrgicas al día, y unas 250.000 al año.
–El número de operaciones se incrementa un 15% cada año.
–El número de operaciones en varones se duplica cada doce meses .
–España lidera el número de intervenciones estéticas en Europa y es el cuarto del ránking mundial después de Brasil, Venezuela y Estados Unidos.
–En nuestro país son 400 las clínicas especializadas que operan en España. Sólo Madrid, Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana aglutinan el 69% del total.
–Hoy en día hay cerca de 600 médicos con título legal aunque se baraja que más de 6.000 practican esta intervenciones en España. Muchas de ellas en clínicas ilegales. De hecho, para evitar situaciones desagradables a posteriori, los expertos recomiendan solicitar por escrito los resultados que se obtendrán de la operación, pedir fotografías del antes y después y, sobre todo, comprobar que la clínica es legal. Las intervenciones en peluquerías o centros de belleza no están preparadas para complicaciones y carecen de licencia.

El precio de la cirugía

Al margen de los jóvenes que sufren Trastornos de Conducta Alimenticia (TCA), las “patologías de la perfección” llevan a muchas personas a recurrir a la cirugía para tener el cuerpo deseado. Las operaciones de estética se han puesto de moda. Veamos cuánto cuestan.

Una operación de cirugía estética oscila entre los 900 y los 6.000 euros. Estos son los precios por intervención:
-Rinoplastia: entre 2.500 y 3.500 euros.
-Lifting cervofacial: entre 4.800 y 5.500 euros.
-Liposucción de papada: entre 600 y 1200 euros
-Otoplastia (orejas de soplillo):entre 1.500 y 3.000 euros.
-Quiloplastia (labios): entre 3.000 y 5.700 euros.
-Abmnominoplastia (estiramiento del abdomen): entre 3.700-5.500 euros y Liposucción de abdomen: entre1.500 y 2.000 euros
-Mamoplastia:
1. Aumento: entre 2.400 y 6.000 euros.
2. Reducción: entre 3.900 y 4.800 euros.
-Lifting brazos: 2.400-3.000 euros.
-Transplante de cabello: 1.800 euros.
-Párpados y bolsas bajo los ojos: 1.200 euros.

Pero hay que tener cuidado porque según las estadísticas, 3 de cada 100 intervenciones no obtienen los resultados deseados. En este sentido, los costes pueden ser aún más altos. Por ejemplo, el 15% de los implantes mamarios de silicona acaban rompiéndose según un Estudio de la Sociedad Danesa del Cáncer y hasta el 25% salen mal. (Asimetría, problemas serios de espalda, desproporción).

En cuanto a las liposucciones, antes de decidirse hay que saber que es la intervención con mayor índice de mortalidad, debida en la mayor parte de los casos a la disminución de la tensión arterial provocada por la absorción de sangre durante el proceso de retirada de grasa y a las dificultades metabólicas por la reducción drástica de peso. Asimismo, un aparentemente nada inocuo lifting facial puede acarrear daños serios en el nervio facial. La cirugía estética, en cualquier intervención con anestesia general, puede llevar consigo además daños cerebrales y otras consecuencias colaterales que son, sobre todo, difíciles de prever por los pacientes.

“Etiquetar a alguien es siempre negativo”

Mª Ángeles Fernández trabaja en Adaner, una asociación creada por familiares y enfermos que comenzó en Madrid y de la que hoy podemos encontrar delegaciones en toda España. Ofrece sesiones para enfermos y familiares, y realiza charlas, talleres y campañas de sensibilización. Ejemplos de ello podemos encontrar en su página de internet www.adaner.org.

¿Está preparada la Sanidad Pública para estos trastornos?
Todavía queda mucho. Por ejemplo, en Madrid sólo el Hospital del Niño Jesús, que es para menores de 18 años, está preparado. El resto son tratamientos psicólogos, psiquiatras a los que los jóvenes acuden más o menos una vez al mes pero no con una acción combinada. Cuando nosotros hablamos de unidad nos referimos a la acción conjunta de psiquiatra, psicólogo, endocrino, nutricionista… para que se aborden a la vez los planos psicológico y físico.

Se dice que estos trastornos comienzan a una edad cada vez más temprana y que afectan a muchos chicos…
He tenido a niños hasta de 7 y de 8 años, pero no podemos caer en el error de que es siempre gente muy joven la que sufre TCA. Hay mujeres que empiezan mucho más mayores, durante la menopausia, y muchos hombres. También se ha creído que que afectaba sólo a las clases altas y es falso.

Ahora existe una gran polémica debida a la delgadez de personajes famosos, modelos… que, en seguida, se asocia con la anorexia…
Etiquetar a alguien es siempre negativo. No puedes saber si alguien tiene anorexia sólo con verlo. Lo mismo ocurre con las personas más rellenitas a las que se tiende a tachar de obesas.

Una vez superado el trastorno llega el momento de enfrentarse a las recaídas, ¿hasta qué punto son peligrosas?
Las recaídas están ahí. Cuando recuperas tu actividad cotidiana y tienes una relación adecuada con la comida puede volver a ocurrir. En ese caso es necesario que piensen que no es una vuelta al trastorno.

No hemos hablado de otro tema candente y es el de los diuréticos y laxantes…
Hay muchos que se pueden adquirir sin receta médica. Se han hecho campañas con farmacéuticos y nos hemos encontrado con muchos que han llegado decir a alguno ‘ya no te vendo más’, pero no hay que olvidar que, al fin y al cabo, también son comercios. Lo que debería hacerse es regularlo con receta médica.
 

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