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“Hay que ir hacia la homogeneización de pública y concertada”

Entrevista en exclusiva para MAGISTERIO con Carlos López Cortiñas, secretario general de FETE-UGT.
Martes, 12 de julio de 2005
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Autor: José M. LACASA

Carlos López Cortiñas, confirmado al frente de FETE-UGT hace unas semanas, está explicando en todas las comunidades la nueva línea de UGT, aprovechando los congresos regionales. Nos atiende en el que celebra este sindicato en Andalucía.

Me ha sorprendido la apuesta clara de UGT por el acceso diferenciado para los interinos, hasta el punto de anunciar que no firmará el Estatuto de la Función Pública Docente si no se rebaja el porcentaje de interinidad hasta el 8%.
Es algo que se decidió hace unas semanas en nuestro congreso, y es lo que vamos a defender. El problema con los interinos no es igual en cada comunidad autónoma; por ejemplo, en Andalucía hay un 20%. Lo que defendemos es que el MEC establezca la normativa para que se permita un acceso diferenciado para los interinos, y dejar que cada comunidad decida qué hacer en cada caso.

Circula por ahí un informe jurídico –el informe Ariño– que defiende un figura intermedia entre el interino y el funcionario que pueda presentarse a una oposición interna. ¿Están de acuerdo con él?
No coincidimos con este planteamiento. En Sanidad ha existido acceso diferenciado, y también lo hubo durante la implantación de la Logse. Ahora se repite la situación de entonces: hay cambio de legislación y un número elevado de interinos. Es el momento de plantearlo, no me gustan las medias tintas.

Otro tema polémico es el de la concertada. En los últimos años el módulo ha bajado en relación con el gasto en la pública, de manera que esta red ve mermadas sus posibilidades económicas. ¿Por qué no piden el aumento del módulo al Ministerio como otras organizaciones?
Ante todo hay que decir que el segundo sector en número de afiliados a la FETE es el de los profesores de la Concertada, y que UGT es la segunda fuerza sindical en la concertada. Esa fuerza nos la dan los trabajadores. Es cierto que hay problemas, y que hay que conseguir que se le destine más dinero a esta red. Pero lo que no vamos a hacer es ir a negociar con la ministra para que se aumente el módulo sin firmar antes el convenio con la patronal, porque muchos temas sí que dependen de ella y no del dinero. Por ejemplo, rebajar el horario de los docentes para homologarlos con los de la pública.
Por lo que apuesta UGT es por que existan dos redes educativas complementarias y por avanzar en la homologación de ambas. Porque ambas deben volcarse en los problemas de la Educación, como en la escolarización.

Con respecto a este tema, ¿les gusta el modelo que la LOE propone para escolarizar a los alumnos?
Lo que nos gusta es el pacto al que se llegó con un sector de la concertada. El reparto del dinero destinado a Educación entre las dos redes necesita generosidad –por ambas partes– para buscar la complementariedad y la homologación. Y los que quieran regirse por el mercado, que lo hagan, pero que no pidan el concierto. Hay que ir hacia la homogeneización de ambas redes.

Curiosamente, ese acuerdo saltó porque los padres no lo suscribieron.
Eso dice mucho sobre la radicalidad de las asociaciones de padres. Sus posturas son legítimas, pero evidencian que son incapaces de llegar a un acuerdo. Priman más los planteamientos políticos que los de usuarios del servicio educativo. Les vienen bien a los partidos políticos, pero mal a las asociaciones de padres.

¿Qué les parece la Educación para la ciudadanía?
La defendimos porque creemos que la transversalidad de la Logse en Educación en valores no ha cumplido los objetivos. Es clara la falta de valores entre nuestros jóvenes, y por ello creemos que es necesario complementar esa transversalidad.

¿Una asignatura planteada desde el laicismo, como pretenden desde la Carlos III, o más consensuada con la sociedad, como propone Gómez Llorente?
No basada en el laicismo, sino en los valores desde el punto de vista universal, de los derechos humanos… También conocimientos sobre las distintas religiones, o el conocimiento constitucional, que es importante.

¿Qué le parece la LOE?
Bueno, como cosas positivas está una planificación educativa razonable, el que no haya una posición rupturista con la LOCE y que se aparte de posición idílica de la Logse con respecto al profesorado, donde se suponía que podía solucionar todos los problemas. Sin embargo, en las disposiciones adicionales y transitorias que se refieren al profesorado, la LOE necesita mejorar.

¿Qué le parece la política del Ministerio para alcanzar los objetivos de Lisboa, sobre todo el del 85% de titulados en posobligatoria?
Los objetivos del foro de Lisboa marcan la línea a seguir: aumento de los titulados superiores, reducir el fracaso escolar y formar bien al profesorado. Tras analizar el informe PISA, se ve que la tipología de los alumnos de la pública y de la privada son distintas, lo que demuestra que hay que trabajar en su homogeneización. Las recomendaciones de PISA son claras: hay que aunar equidad y calidad, no segregar tempranamente a los alumnos…

No segregar, pero ¿a qué edad? Lo digo porque sobre ese tema se han dicho muchas tonterías en el debate político.
Digamos que a los 12 o los 14 años. Decía que si observamos el gasto de los países que mejores resultados obtienen se ve que en apoyos, recursos y materiales gastan mucho más que nosotros. La ratio de alumnos por aula es la misma, tienen las mismas clases, pero más profesores, porque desdoblan mucho más, o tienen más profesores por clase. Pero, claro, eso cuesta dinero. Lo que no se puede es caer en el error de la Logse, donde, por falta de financiación, todo recaía sobre las espaldas del profesorado. De todas formas, y se ve en el PISA de Castilla y León, es claro que la rentabilidad de la Educación depende la tipología de los alumnos.

¿No le parece que se han dejado de lado, por enésima vez, a los departamentos?
En lo que habría que hacer más hincapié es en la autonomía y en el proyecto educativo del centro, coordinado por los departamentos. Por ejemplo, si el proyecto incide en la comprensión lectora, todos los departamentos –y no sólo el de Lengua– deben participar en la consecución de ese objetivo, porque si no el alumno no comprenderá el enunciado de un problema en Matemáticas. Y hay que olvidarse de una vez de que los alumnos vienen mal preparados, hay que involucrarse todos en su educación, porque todos somos profesores. Hay que cambiar la mentalidad, porque es un problema del centro, y no sólo de mi clase.

El proyecto educativo está muy bien, pero a veces el centro necesita personal extra para llevarlo a cabo.
No, tienen que amoldarse a lo que tienen y diseñar así el proyecto educativo. Eso sí, sin dejar de pedir mejoras a la Administración.

¿Qué le parece la memoria económica de la Ley de Educación?
El problema es que entre el Ministerio y las comunidades autónomas se lleguen a acuerdos para llevar el gasto educativo en la misma dirección. Hay que consensuar el gasto, ése es el problema, pues si no cada uno destina el dinero donde quiere. Hay que orientar ese gasto al menos en algunos puntos.
Por otro lado, el gasto en Educación siempre es insuficiente. Por ello, priorizo el compromiso político de todas las administraciones y el gasto en la misma dirección, que puede ser la de la convergencia europea.

Sin embargo, ese consenso parece que debe ser a un nivel por encima de la Conferencia Sectorial, porque los consejeros de Educación sólo deciden sobre el dinero que reciben, no sobre cuanto reciben. Sin embargo, ni este Gobierno –ni el anterior– han intentado hacerlo así.
Tienes razón, es cuestión de compromiso político al máximo nivel. Los tres pilares del estado del bienestar son la Educación, la sanidad y la dependencia. Pero, en España, desde el punto de vista financiero están cojos, los traspasos están desajustados. En la Constitución se habla de un fondo de solidaridad interregional –no es algo que nos inventemos nosotros–, alguna vez habrá que dotarlo. Por ejemplo, el gasto por alumno es muy distinto, existen demasiadas diferencias por comunidades: esta comunidad (Andalucía) gasta casi la mitad que el País Vasco.

También es muy distinto el fracaso escolar.
El fracaso escolar tiene dos causas fundamentales: el que deriva del absentismo, de los problemas familiares y de convivencia, y el que viene del nivel de conocimientos del alumno. Cada uno de los problemas exige medidas diferentes. El problema es que se pretende que el docente de solución a todo.
Pero sólo es capaz de resolver conflictos, por decirlo así, “normales”: para el resto necesita apoyo profesional. Quizás con apoyo y refuerzos se pueda resolver en parte, pero el profesor llega hasta donde puede llegar: también existen la familia y la sociedad.
Entre 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de la ESO debe haber una recuperación de los alumnos que van atrasados. Por eso nos parecen bien las evaluaciones de diagnóstico, las tutorías, los grupos de apoyo, el asesoramiento familiar… Todo eso está bien. Con la repetición hay que ser cauto. Lo que no puede ser es que todo recaiga sobre el profesorado. Por eso me gusta la evaluación de diagnóstico que se propone en la LOE: está a medio camino entre la dureza de la LOCE y la flexibilidad de la Logse.

El problema de esas evaluaciones es que luego los resultados no se hacen públicos, sobe todo los de los centros. Y sin presión social, las cosas se quedan como estaban.
Una cosa es la evaluación del alumno, que lo que quiere es intentar recuperarlo, y otra muy distinta la del centro. En estos momentos, la distribución desigual de la inmigración puede hacer que los “centros-gueto” se vean señalados. Tras una homogeneización del alumnado, no habría ningún problema, pero actualmente no se deberían publicar los resultados por centro. Eso sí, si la evaluación es negativa, la Administración debe implicarse.

Ya. Pero si los resultados no se hacen públicos, ¿quién obliga a la Administración a comprometerse?
Debe implicarse. Si no, ¿para qué hacemos evaluaciones? El PISA, por ejemplo, tiene problemas metodológicos, todos lo sabemos, pero es una realidad. De hecho, en los países que detecta fallos, se abre el debate y se intentan buscar mejoras. Lo que no quiero es acabar en una guerra escolar, y hacer un pacto propio –se refiere al de la concertad– es rearmarse de argumentos, es un anticipo de la guerra escolar. Por eso digo: vamos a homogeneizar, y luego podremos evaluar.
 

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