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Nuestro pequeños taller

Los niños son especialmente curiosos; proporcionémosles situaciones y juegos estimuladores que despierten su sorpresa e interés, actividades lúdicas a través de las cuales se hagan preguntas y deseen obtener respuestas que sigan provocando más necesidad de conocer y aprender. Nuestro pequeño taller para gente curiosa nos ha permitido englobar y sistematizar multitud de actividades orientadas a este fin.
Martes, 12 de julio de 2005
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En la EI “El Sol”, el huerto escolar ha sido un recurso habitual para acercar a los niños al medio natural. Ante el traslado temporal, por obras de reforma, a otras instalaciones, en las que no se disponía de un lugar adecuado para huerto, y con el deseo de no perder este recurso, surgió la idea de crear un nuevo espacio educativo que recogiera alguno de sus contenidos, habilitando para ello una amplia terraza cubierta que se utilizaba como almacén.

Además de las actividades relacionadas con la plantación, cultivo y recolección en grandes jardineras, se empezó a estudiar la ampliación de la oferta con actividades experimentales, experiencias relacionadas con la ciencia y con la iniciación a un incipiente método científico. Y porqué no incluir el manejo de materiales que permiten estimular procesos mentales de carácter lógico-matemático. Como culminación de la propuesta no podíamos olvidar la plasmación de su vivencia a través de distintos lenguajes expresivos.

Un taller ¿de qué?

De niños y niñas curiosas. Nuestro objetivo es despertar una actitud y provocar una emoción: procurar que descubran que el mundo que les rodea es cambiante, que su intervención en él lo puede modificar y producir reacciones inesperadas, estimular su deseo de observar, experimentar, hacer preguntas. Además, sentir cercanos los elementos de la naturaleza e ir desarrollando actitudes de respeto y cuidado de plantas y animales.

Para provocar la curiosidad de los pequeños podemos:
—Mostrar la nuestra, emocionándonos con ellos: los adultos que participan en las sesiones cumplen el papel de mediadores, transmisores de interés, curiosidad e ilusión.
—Guiar su observación de los cambios de las plantas, de las características distintivas de los animales del taller.
—Procurar una utilización permanente de sus sentidos sobre los elementos y materiales que se ofrecen, su exploración y experimentación.
—Poner en marcha procesos cognitivos que les permitan comparar, ordenar, establecer sencillas relaciones, repitiéndolos en juegos y siempre relacionados con los elementos de la naturaleza.
—Adaptar la propuesta a las edades del grupo.
—Responsabilizar a una educadora de la coordinación de la actividad, convirtiéndola en el referente para los niños y para el equipo.
—No apresurarnos, dándoles tiempo para que sean ellos los que descubran, se sorprendan, sigan investigando y nos ofrezcan más de lo que habíamos imaginado.
—Contárselo a sus padres y madres y creando los medios para hacerles copartícipes de la idea, prolongando el taller en el hogar.

Un espacio muy rentable

La terraza en la que se ubica nuestro pequeño taller se ha convertido en un espacio cargado de significado para nuestros alumnos. Está distribuido en zonas:

—Zona de huerto: en la que se realizan todas las actividades y labores propias del cuidado del huerto, en unas grandes jardineras y cajoneras adaptadas a este fin. Dispone de semilleros, útiles, regaderas…

—Zona de experimentación: una gran mesa redonda en la que se desarrollan los experimentos, y la investigación y exploración de materiales variados. También la observación de los animales.

—Zona de expresión: sobre unas losetas térmicas, cuando la temperatura lo permite, o en el interior cuando el frío arrecia.

—Zona de exposición: ubicada en un gran corcho para muestra de producciones.

Los niños en el huerto manipulan y remueven la tierra, preparan semilleros y los cuidan, trasplantan, riegan, observan el desarrollo de sus plantas, recolectan frutos, hojas y raíces comestibles. Por otro lado, en la cocina colaboran en la preparación de sencillas recetas con los productos recolectados. Además, alimentan, acarician, observan y persiguen a tortugas, peces, caracoles, conejos, gusanos…

En los experimentos pintan con imanes, machacan, mezclan sustancias… Luego, a través del lenguaje oral, explican con sus palabras qué han hecho y si les ha gustado.

Bebés: un taller aparte

Nuestro pequeño taller para gente curiosa también llega a los bebés, con los que trabajamos muy despacio, respetando sus necesidades y horarios y sus ritmos individuales. No se desplazan al taller, sino que una “sucursal” les visita semanalmente. La actividad se orienta al descubrimiento sensorial de los elementos naturales. Durante las primeras sesiones, se prioriza la familiarización con la persona, la situación y los materiales; más adelante, la seguridad adquirida permite crear espacios y situaciones muy estimulantes y novedosos, con la luz, los colores, los sabores, los sonidos, los olores y las texturas, en una propuesta multisensorial.

Chelo FERNÁNDEZ
Inmaculada de PEDRO
EI “El Sol”, Madrid  

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