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La crisis de identidad o las tribus, problemas del adolescente de hoy

El Palacio Municipal de Congresos de Madrid acogió entre los días 22 y 24 de noviembre un Congreso sobre la crisis de identidad y los problemas de los adolescentes de hoy.
Miércoles, 14 de diciembre de 2005
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Autor: Marta SAHELICES
Marta SERRANO

La salud de los adolescentes, sus miedos, sus vivencias y sus problemas fueron objeto de debate en el Congreso Ser Adolescente Hoy. En este foro, organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), destacó la ponencia de Augusto Blasi, profesor de Psicología en la Universidad de Massachussets, para quien “los adolescentes entre 12 y 13 años todavía no han empezado a desarrollar un genuino sentido de la identidad”. Sólo unos años después es posible observar una transformación, un cambio total de dirección. “Es el paso de la falta de preocupación por lo que uno es, a un verdadero interés, el paso de la vida exterior a la vida interior”, explicó Blasi.

No obstante, definir lo que es un adolescente es difícil aunque convivamos con ellos bajo el mismo techo. El profesor Blasi se atreve a decir además que “es el paso de la falta de preocupación por lo que uno es, a un verdadero interés, y de algún modo, el paso de la vida exterior a la vida interior”. Esa transformación, ese paso a la vida adulta conlleva, sin duda, unos problemas inherentes que debemos comprender y afrontar tanto desde el centro educativo como desde el hogar. Entre ellos, los más graves son quizá los consumos de drogas, alcohol y tabaquismo, junto con la violencia entre iguales.

El sociólogo Javier Elzo, por su parte, insiste en la tendencia creciente observada en las tasas de suicidio entre adolescentes, por eso El grito de los adolescentes es el título de su intervención y de un próximo libro que pretende editar en el que pone de manifiesto como en la actualidad se puede hablar de un nuevo concepto de adolescente, creado por los cambios en el concepto de familia y en sus estructuras.

“El nuevo adolescente surge de los cambios en la familia”

Catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, Javier Elzo habla de un nuevo concepto de adolescente, creado por los cambio sociales que arrastra la sociedad desde hace más de cinco años y, sobre todo, por el cambio sustancial que ha sufrido el concepto de familia en la España actual.

El Grito de los Adolescentes es un título recurrente pero ¿a qué responde?
Hay gritos de los adolescentes que tienen que ser estudiados porque hay cambios fundamentales en la sociedad española en estos últimos cinco o seis años que hace que haya un nuevo tipo de adolescente.

¿Cómo definiría los gritos de los adolescentes?
Por ejemplo, me preocupa mucho un grito silencioso, el aumento de la justificación del suicidio por parte de los adolescentes. Es un grito extremadamente silencioso. O también muchas veces el consumo de alcohol y drogas significa una especie de huida en el adolescente, es como si no estuviera cómodo en su piel.

¿Cómo es este nuevo modelo de adolescente?
Para hablar del adolescente del siglo XXI es necesario hablar primero de los elementos externos que conforman a estos chicos. Lo primero, son muy pocos, la media es de casi uno sólo por familia. Y, además, el mercado de trabajo ha cambiado sustancialmente, ya no es como hace diez años. Ahora, hay trabajo, incluso importamos mano de obra extranjera, pero de tipo precario, de baja calidad, incluso para los jóvenes bien formados. Hay una gran incertidumbre y a todos estos factores hay que sumarle la gigantesca evolución que ha sufrido la familia en los últimos años.

¿En qué consiste esta evolución?
Las familias tienden hacia el individualismo de cada uno de sus miembros. Los términos hombre y mujer son más importantes hoy que padre y madre, y el de niño es más importante que el de hijo. Subterráneamente esta idea se introduce en el seno de la familia española tradicional y, en parte, católica. Esto quiere decir que cada individuo es más importante que la familia en su conjunto.

¿A qué se debe el cambio?
En España se quiere mantener el modelo de familia individualista, pero con la cobertura del pasado. Y esto acarrea consecuencias obvias porque los adolescentes crecen solos en inseguridad e incertidumbre. Tenemos un discurso protector, de advertencia y tendemos a ver problemas que no lo son tanto. Los jóvenes viven en sus casas aunque su padre y su madre están centrados por regla general en su propia promoción personal y en la poca protección de sus hijos.

¿Hacia dónde habría que ir?
Opino que hay que mantener un modelo de familia en el que realmente se eduque a los hijos para que el peso no recaiga sólo en los padres y, sin ser hipócritas, sobre todo en la madre…

¿Cree que el nuevo modelo familiar individualista es imparable?
No es imparable porque la chica española, quiere tener hijos y educarlos. Lo que ocurre es que la estructura familiar que existe en España le impide dedicarse a ello. Si se dedicara no podría potenciarse y promocionarse. Además, las jóvenes no aceptan el rol único de ama de casa. Para que haya un equilibrio debería haber más apoyo social desde las instituciones.

Volviendo a los adolescentes, ¿en qué se apoyan para luchar contra la situación de inseguridad en la que viven?
Básicamente en el grupo de amigos. Los estudios remarcan la importancia gigantesca que ha adquirido el grupo de amigos como agente socializante. La familia es un plebiscito, la que funciona, su estructura ha cambiado y por ello los jóvenes cada vez se apoyan más en el grupo de amigos. Hay que distinguir el grupo de amigos del grupo de conocidos. Según un estudio de Elena Rodríguez e Ignacio Megias el amigo es la persona a la que se le piden cuatro valores: confianza, sinceridad, lealtad y reciprocidad. La lealtad es probablemente el valor más deseado por los jóvenes.

¿Esta tendencia que tienen los nuevos padres de querer ser amigos de sus hijos funciona?
Los padres nunca podrán ser amigos de sus hijos. Podrán tener mejor o peor relación, pero siempre serán las personas que le acunaron, que le cuidaron, que le dan la paga… No hay comunicación realmente. Veo más incompetencia de los padres para hablar con sus hijos, que deseo en los hijos de hablar con sus padres. Los padres están desbordados.

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