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Sueño educativo en un remoto país

Con un fracaso escolar casi nulo y sólo un 5% de alumnos que abandonan el sistema tras obtener el título de la Educación obligatoria, Finlandia tiene motivos sobrados para presumir de su modelo educativo, para muchos el mejor del mundo. Comprensividad absoluta desde los 7 hasta los 16 años en una escuela gratuita y casi con seguridad pública que luce impecables instalaciones definen externamente al sistema finlandés.
Miércoles, 21 de diciembre de 2005
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO
J.M LACASA

Año tras año, Finlandia pasea orgullosa las excelencias de su sistema educativo, casi un mito para países que, como España, suelen penar en la mediocridad de la enseñanza si se observa lo que ocurre en el resto del mundo rico. Los resultados del último informe PISA (2003) constatan la primacía del país escandinavo: primera en comprensión lectora y cultura científica, segunda (sólo por detrás de Hong Kong) en resolución de problemas matemáticos.

Como hecho notable, el sistema finlandés ha conseguido despertar todo tipo de elogios sin recurrir a mastodónticas cargas lectivas, un aspecto que define a los países asiáticos, sus únicos competidores serios en el top educativo global. Pedagogos, políticos y profesores de medio mundo coinciden: Finlandia es el camino a seguir. Ya sea como ideal digno de admiración o como inagotable cantera de buenas prácticas exportables a otros sistemas, todos quieren conocer su secreto.

Cierto que, a priori, el país presenta condiciones fantásticas para hacer del éxito educativo una realidad al alcance de todos sus habitantes. Rico, poco poblado, con apenas inmigración… Quizá algo frívolos, no faltan quienes aseguran que el clima hostil y la poca vida de calle de los finlandeses ayudan a crear una situación favorable al estudio.

Lectura

Volviendo al terreno de las certezas, y en cuanto a rasgos socioeconómicos, Finlandia tiene además la suerte de pertenecer al selecto grupo de países que han hecho de la igualdad social su gran referente político en los últimos 50 años. Con escasas diferencias de renta, la inmensa mayoría de la población finlandesa se confunde en una gran masa de clase media (que en España sería media-alta) a la que no le falta de nada. En caso contrario, el estado provee con inusitada eficacia.

Mucho más significativo, el finlandés tipo es ilustrado, lector empedernido, curioso y abierto al mundo. “En nuestro país, ser inculto está muy mal considerado. Se valora mucho la erudición”, afirma Timo Riiho, director del Instituto Iberoamericano de Finlandia, con sede en Madrid.

La lectura –acaso el gran caballo de batalla en cualquier sistema educativo– es pues un hábito que los niños finlandeses adquieren por imitación en el hogar y desde edades bien tempranas. Los resultados no mienten: tres de cada cuatro adolescentes leen a diario, sobre todo periódicos y revistas de actualidad.

No satisfecha con la buena predisposición del alumno a la palabra escrita, la escuela se encarga de motivarle aún más a través de una excelente red de bibliotecas escolares espaciosas, confortables y bien dotadas de fondos. Como se observa en el gráfico de la página 3, los estudiantes finlandeses de 15 años son los que más libros toman prestados entre los países participantes en el PISA.

Si el prestigio de la cultura y la devoción por la letra impresa se erigen en las piedras angulares del éxito finlandés desde la perspectiva del alumno, la formación del profesorado completa la fórmula mágica en la orilla del docente.

Quiero ser maestro

De nuevo, las cifras hablan por sí solas. Vean si no: en España, un maestro recibe un total de 1.500 horas de clase en la universidad; en Finlandia, son 6.400 horas. Esta enorme disparidad estriba, entre otras cosas, en que en el país escandinavo, la carrera de Magisterio tiene rango de licenciatura (cinco años más otro para elaborar una tesina). Para más inri, el temario finlandés enfatiza las habilidades pedagógicas, para muchos una carencia endémica en el currículo español.

En cuanto a Secundaria, los candidatos a profesor deben cursar estudios de especialización en la universidad que se prolongan durante 1.400 horas. El CAP (Curso de Adaptación Pedagógica) español obliga a dedicarle no más de 130 horas lectivas, un requisito (todo sea dicho) que pocos cumplen.

Otra peculiaridad del modelo finlandés de selección y cualificación docente estriba en que, siendo una profesión relativamente mal pagada, goza no obstante de un asombroso predicamento entre los jóvenes que acceden a la universidad.

Cada año, el 85% de las solicitudes para ingresar en alguna de las universidades que imparten Magisterio son rechazadas: sólo entra el 15% restante, una verdadera élite.

En una reciente encuesta realizada en el país nórdico, los profesores figuraban como los profesionales más apreciados, por encima de médicos, ingenieros o abogados. Si en Japón los niños quieren ser empleados de una multinacional y en Brasil aspiran a convertirse en estrellas del balón, los chavales de Finlandia sueñan con tener algún día una clase a su cargo.

Tanto Rihho como la agregada cultural de la Embajada de Finlandia en España, Eva Hannikainen, coinciden en señalar que la alta valoración de la profesión docente tiene hondas raíces históricas en su país. “Desde el siglo XIX, la iglesia luterana obliga a aquellos que quisieran casarse a saber leer para que ellos mismos puedan acercarse a la Biblia. Esto hizo que la labor del maestro fuera muy respetada, algo que se mantiene hasta nuestros días”, asegura Hannikainen.

Rihho añade que el proceso de normalización lingüística emprendido ese mismo siglo tras un largo período de dominación sueca recayó en un sistema de escuelas y bibliotecas ambulantes. “Esto permitió relacionar identidad nacional y Educación, creando un vínculo muy fuerte” que aún no se ha extinguido.

Todo por la ciencia

Alumnos motivados y docentes que atesoran una preparación a prueba de bombas. Chavales que respetan escrupulosamente al profesor. Éste, siempre consciente de la importancia de su tarea. Es como un círculo vicioso pero a la inversa. Sus efectos son un clima de convivencia inédito en las aulas de otros países. La conflictividad escolar (como el fracaso) es prácticamente nula en el sistema finlandés.

“Si un alumno tiene mal comportamiento, se le echa a la calle, directamente. Si vuelve a crear problemas, se le manda a las conocidas como clases de observación, algo que puede hundir su reputación para siempre. Es probable que sus amigos dejen de hablarle”, señala el director del Instituto Iberoamericano.

Lejos de caer en el conformismo, Finlandia renueva y actualiza su sistema sin escatimar gastos. En 1996 se puso en marcha el programa LUMA –acrónimo que recoge las dos primeras letras de las palabras ciencia (luonnontieteet) y matemáticas (matematiikka) en finés–, considerado el gran dinamizador de la enseñanza científica y númerica durante la última década.

Ordenadores última generación, equipos de experimentación al detalle, formación adicional para profesores… Todo esto ha permitido que Finlandia alcance e incluso supere a los mejores también en estas áreas, antes algo rezagadas respecto al estratosférico nivel de Lengua.

Hay, por último, características que se dan casi por descontadas cuando hablamos de los países escandinavos: gratuidad del sistema a todos los efectos y predominio casi absoluto de la escuela pública sobre la privada (que, en caso de existir, está concertada).Y, por supuesto, comprensividad estricta hasta los 16 años: buenos a rabiar, los alumnos finlandeses son además de los que menos variación registran entre los peores y los mejores resultados. Como en España, pero a lo alto.

“El éxito de nuestros colegios se basa en los profesores”

Secretario permanente del Ministerio de Educación finlandés, Markku Linna acudió hace unas semanas a España invitado por la Fundación Santillana. MAGISTERIO aprovechó para entrevistarle.

Dicen que uno de los secretos que ustedes tienen es la casi maravillosa preparación del profesorado…
Sí, es cierto, hemos hecho mucha investigación sobre los hechos en los que se basa el éxito de nuestros colegios y el motivo principal, desde nuestro punto de vista, son los profesores.

¿Tienen algún sistema de evaluación externo de los profesores?
Primero, la formación de los profesores se evalúa en las universidades, y tenemos un consejo de evaluación para la Educación Superior. Ese consejo de evaluación ha evaluado la formación de los profesores, de eso voy a hablar en la conferencia [que pronunciará poco después]. Luego, después de que los profesores ya están trabajando en los colegios, tenemos también un consejo de evaluación para la Educación, donde se evalúa concretamente la enseñanza en los colegios.
También, cada comunidad tiene por ley la tarea de evaluar su propio sistema de evaluación en ese municipio. Está comprobado que nuestros profesores, que van a la universidad, que tienen una base científica, también son capaces de evaluarse a sí mismos.

¿Cómo consiguen retener a los profesores teniendo en cuenta que sus sueldos no son muy altos?
Buena pregunta. Al transferir la formación de los profesores de los colegios superiores a las universidades para que todos ellos tuvieran una licenciatura para poder enseñar, temíamos mucho que cuando tuviera esa cualificación se fueran hacia otras ocupaciones, pero eso no ha ocurrido. Por supuesto, esto tiene algo que ver con el hecho de que algunos se hayan ido a empresas privadas… Pero aún así, la mayoría de ellos permanecen en los colegios.
Yo creo que esto se debe a razones históricas, porque la profesión de la enseñanza es una profesión muy respetada en Finlandia. En los municipios, en las ciudades, tradicionalmente consideran que el profesor o el maestro es una persona importante en la comunidad, y esto sigue siendo así. Algunos periódicos han hecho estudios de cuáles son las ocupaciones de más prestigio y la primera son los profesores.

¿Cómo eligen a los directores de escuela y cuál es su relación con los docentes?
Los directores los seleccionan los mismos profesores, pero quienes los nominan son el Consejo Municipal. Normalmente se pide a los profesores cuál es su opinión.

¿No a los padres?
[Se sonríe] No.

¿A los alumnos?
[Abre los ojos como platos] No, no.

En España sí. ¿Piensan que el director ha de tener un liderazgo o es un simple gestor? ¿Cuál es su tarea?
Normalmente, al menos en las escuelas más pequeñas, los mismos directores también dan clase, aunque cada vez más se ocupan más bien del trabajo de director y de líder. Estamos tratando también de formar a los directores para que actúen como líderes.

Cuando una escuela tiene problemas porque en ese momento han llegado muchos inmigrantes, ¿tienen algún sistema especial para solucionarlo?
Finlandia sigue siendo todavía un país muy homogéneo, la inmigración es todavía muy baja. Claro, en algunos sitios como en Helsinki, la capital, y en dos o tres ciudades más, hay escuelas donde se hablan otros idiomas y esos profesores sí que van a cursos especiales para aprender a dominar estos ambientes multiculturales.

La escuela rural aquí en España ha tenido un bajón muy importante. Allí, que tienen una dispersión de la población importante en algunas zonas ¿cómo solucionan este problema?
Eso sí es una pregunta muy relevante en Finlandia. Porque es un país muy grande, con poca población, y que está envejeciendo rápidamente. Los grupos jóvenes están disminuyendo y tenemos también migraciones internas de las áreas rurales a las ciudades. Tradicionalmente, las pequeñas escuelas rurales han tenido mucha importancia, pero en el período de estos últimos diez años hemos tenido que cerrar casi 500 escuelas rurales por este motivo, y esta tendencia parece continuar. Esperamos también que las nuevas tecnologías serán de ayuda. De manera que en una pequeña escuela se podrá tener la misma Educación que en las ciudades en algunas áreas.
 

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