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Una nueva ley reconoce dos modos de aprendizaje para niños sordos

Aprobado en Consejo de Ministros el pasado 13 de enero, el anteproyecto recoge la libre elección de los padres a la hora de optar por el aprendizaje y uso de la lengua oral y/o del lenguaje de signos.
Miércoles, 25 de enero de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Aunque es algo que ya se hacía hasta cierto punto en muchos centros educativos de nuestro país, la futura Ley para el Reconocimiento de los Distintos Sistemas de Comunicación de las Personas Sordas –cuyo anteproyecto fue aprobado en Consejo de Ministros el pasado 13 de enero– establece de forma clara la libertad de elección de los padres para que sus hijos sordos o con algún tipo de discapacidad auditiva asimilen (y aprendan gracias a) bien el lenguaje de signos, bien la lengua oral, bien ambas de manera complementaria.

Para ello, el Gobierno y las distintas administraciones regionales deberán proporcionar los recursos necesarios, si bien esta obligación aparece en el articulado de manera escasamente comprometedora.

Ligada a la conocida como Ley de Dependencia, la nueva norma establece no obstante un modelo de implantación progresivo y unos plazos de aplicación mínimos de cinco a siete años, de manera que los colegios e institutos españoles sufrirán pocas modificaciones a este respecto en cursos venideros. En este sentido, la voluntad de las CCAA será determinante para hacer realidad las posibilidades que recoge el anteproyecto.

Garantías

“Es una ley bastante posibilista, lo deja todo un poco en el aire”, señala la presidenta de la Federación Españolas de Asociaciones de Padres y Amigos de los Sordos (Fiapas), Mª Luz Sanz Escudero. “Aunque para nosotros es una norma positiva, lo cierto es que se limita a reconocer algunos derechos y poco más. Nos hubiera gustado que estableciera una serie de garantías de que todas las medidas potenciales que contempla se van a cumplir”, admite.

Para Fiapas, el mayor logro que aporta la nueva ley tiene que ver precisamente con ese reconocimiento a la diversidad de las personas sordas, el cual “obliga a dar respuestas variadas y adecuadas a las características propias de cada uno”.

Bilingüismo

De hecho, el texto aprobado por el Ejecutivo adelanta por vez primera la noción del modelo bilingüe para las personas con discapacidad auditiva, un sistema de aprendizaje en el que la lengua oral y el lenguaje de signos pueden alternarse de forma eficaz y complementaria.

Y es que, asegura Sanz Escudero, “estamos en una realidad muy diferente a la que teníamos hace pocos años, cuando la sordera se identificaba automáticamente con el lenguaje de signos. Por fortuna, la ley se ha hecho eco de este cambio, proporcionando mecanismos para que la integración educativa de nuestros hijos se haga de forma acorde con los tiempos que corren”.

La presidenta de Fiapas afirma que con la nueva ley España se situará “a la vanguardia de Europa” en cuanto a legislación de este tipo, “ya que no hay ningún país que recoja en su cuerpo jurídico ambos modos de comunicación”.

Cada vez más integrados

El colectivo de personas sordas o con problemas de audición tiene motivos para alegrarse por la marcha de sus procesos de integración en el ámbito educativo y laboral. Si hasta hace poco tiempo se insistía en que sólo un 1% de personas con este tipo de discapacidad accedía a la universidad, esta cifra se ha disparado en los últimos tiempos hasta alcanzar el 9% actual.

Es probable que en este salto cualitativo haya tenido mucho que ver la proliferación de una técnica conocida como implante coclear, una operación mediante la que se le implanta al afectado un dispositivo que hace las funciones del caracol y permite incluso a personas aquejadas de sordera profunda realizar actividades tales como hablar por teléfono.

Sin oponerse en absoluto al tradicional lenguaje de signos, la Fiapas aboga por este sistema siempre que se pueda “ya que lo ideal es que el niño aprenda a hablar, algo que facilitará enormemente su integración”.
 

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