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Estrechando el vínculo empresa-escuela

Gracias a una polémica reforma, el sistema educativo italiano ha desterrado cualquier aspecto que remita a los modelos comprensivos. Llegando incluso más lejos que otros países que, como Gran Bretaña, han reformado recientemente su enseñanza en una dirección parecida, el Gobierno de Berlusconi se ha atrevido a rebajar la edad de escolarización obligatoria de los 15 a los 14 años. Aquellos alumnos que así lo decidan podrán incorporarse al mundo laboral al finalizar la scuola media (Secundaria básica), pero tendrán que comprometerse a seguir algún tipo de formación adicional hasta los 18 años.
Miércoles, 15 de febrero de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Tras agilizar su gestión descentralizando la toma de decisiones y dotando de mayor autonomía a los centros, la Educación italiana encara desde hace un par de años una reforma de mayor calado, imbuida en este caso del espíritu empresarial que sobrevuela la mayoría de políticas en la era Berlusconi.

Con ideas importadas de modelos escasamente comprensivos como el británico o el alemán, el cambio también incorpora medidas que distinguen al sistema italiano de los del resto de Europa. Las criticas no han faltado en un país acostumbrado como pocos a los cambios legislativos. Como decía el propio primer ministro tras aprobarse en 2003 la nueva ley, “tras 34 tentativas fallidas, por fin hemos conseguido reformar la escuela”.

Como punto más polémico, la reforma Moratti (por Letizia Moratti, actual ministra de Educación) reduce la edad de escolarización obligatoria de los 15 a los 14 años, convirtiendo al país transalpino en una rara excepción dentro del mundo rico.

Derecho-deber

En realidad, esta rebaja en la edad de permanencia en la Educación reglada se enmarca en una especie de redefinición del papel de la escuela. De forma algo confusa, la ley aprobada en 2003 sustituye el término “obligación” por la noción de “derecho-deber”, algo que convierte la trayectoria educativa del alumno en algo así como un contrato libre y flexible con la Administración.

A efectos prácticos, esto significa, por ejemplo, que un alumno poco competente que alcance los 14 años puede abandonar el sistema, pero sólo a medias. Es decir, las autoridades le reconocen el “derecho” a insertarse en el mercado laboral, pero sólo si asume el “deber” de continuar algún tipo de formación financiada por el sector privado o los poderes regionales y locales hasta los 18 años.

En sentido más amplio, la nueva filosofía que inspira a la enseñanza trasalpina permite que padres y alumnos perfilen la trayectoria académica desde las edades más tempranas. Por ejemplo, adelantando un año la entrada en el sistema obligatorio (de los seis a los cinco años). O dando la opción de elegir asignaturas optativas en Primaria.

Se acepta incluso la posibilidad de que los informes escolares individuales incorporen actividades extraescolares que compensen posibles carencias del estudiante en la Educación reglada.

Tiempo escolar

Otro aspecto que ha levantado ampollas en el amplio bloque de oposición al régimen Berlusconi tiene que ver con la reducción de horas lectivas: de 30/40 a 27/30 en Primaria; de 30/36 a 27 en la Secundaria superior (scuola media).

Con unos resultados en el informe PISA inferiores incluso a los de España, muchos se preguntan en Italia que pretende el actual Gobierno aligerando la carga lectiva. No pocos sostienen que la intención es otorgar más tiempo para las actividades extra-escolares personalizadas, aumentando de esta forma la división entre los alumnos pudientes y las capas más desfavorecidas.

Nada sorprendente en un hombre con su curriculum, Silvio Berlusconi también ha abierto los brazos a una escuela privada tradicionalmente con escaso prestigio en la península mediterránea. Mejora de su estatus legal, ayudas para abaratar las plazas escolares…

Casi inexistentes en Italia, las luchas y recelos entre la Pública y la Privada han aflorado sustentándose en un argumento de sobra conocido por estos lares: todo lo que se destine a la Privada deja de ir a la Pública, por lo que el nivel de esta última empeorará irremisiblemente.

Para algunos, la reforma Moratti llega bajo la vitola del pragmatismo ante fenómenos como la inmigración o el alto fracaso de algunas regiones, no necesariamente situadas en el sur del país. Para otros, Berlusconi ha tensado demasiado la cuerda anti-comprensiva, creando una escuela netamente segregadora. Lo que parece claro es que, como en muchas cuestiones, Italia vuelve a caminar por libre.

“Los padres italianos tienen mucha confianza en la escuela pública”

El despacho de la “dirigente scolastica” del Colegio Italiano de Madrid, tan amplio como el de un ministro, atesora varias antigüedades y grabados de algunas joyas del arte transalpino. Allí comentamos con Lucia Dalla Montà las cuestiones más acuciantes de la Educación italiana.

No estoy seguro de entender hasta qué edad se obliga a los chicos italianos a permanecer en la escuela.
En 1999 se amplió la Educación obligatoria de los 14 a los 15 años. Con la nueva reforma del 2003, formalmente se vuelve a la escolarización obligatoria hasta los 14 años, pero se pasa de la noción de “obligación” a la de “derecho-deber”. Esto se traduce en una mayor libertad para padres y alumnos en la decisión de la trayectoria educativa. Se trata de modificar la percepción de escuela como obligación para entenderla como una posibilidad de desarrollo personal del alumno según sus propios intereses y capacidades.

Supongo que esta flexibilidad empieza a partir de los 14 años…
No, no. Afecta a todo el sistema educativo. Es el gran debate ahora. En cada nivel de enseñanza hay un horario fijo y obligatorio para todos los alumnos y una propuesta de actividades opcionales. Más allá de las 27 horas obligatorias, cada alumno elige las disciplinas que quiere hacer para su propio curriculum personal. Uno puede decidir irse a casa, y otro, recibir clases de informática, por ejemplo.

Entonces, cuando un estudiante llega a los 14 años, ¿puede abandonar legalmente la escuela?
En realidad lo que se pretende es dar la posibilidad a todos los alumnos, siempre según esta idea de derecho-deber, de continuar su trayectoria académica hasta los 18 años. Un chico de 14 años puede ponerse a trabajar, pero siempre que complemente esa actividad laboral con algún tipo de formación profesional, que puede recibir por las tardes. Normalmente son las propias regiones las que ofrecen estos programas de inserción laboral. Además se establecen pasarelas para que estos alumnos puedan acceder más tarde a un liceo o a un instituto si así lo desean.

Pensaba haber leído que esa incorporación al mercado laboral sólo podía producirse a partir de los 15 años…
Con la Ley del 99 era así. Ahora la comunidad educativa italiana entiende que esta posibilidad empieza a los 14 años siempre que además se reciba algún tipo de formación. Pero lo normal es que se acojan a ella alumnos que terminan la Secundaria de primer grado a los 15 años o más, es decir, alumnos repetidores.

¿Cómo se explica que haya tan poca escuela privada en Italia?
En nuestro país existe una tradición muy importante de escuela pública. En general, antes iban a la escuela privada aquellos alumnos que tenían algunos problemas de aprendizaje o que necesitaban una atención mas grande a sus necesidades o a las de su familia. Pero la situación está cambiando, sobre todo desde el 2000, cuando arrancaron las escuelas paritarias [parecidas a la Concertada]. Al igual que en España, muchos en Italia se quejan de que se están desviando fondos de la Pública a la Privada.

¿Y la Privada no concertada? En España hay muchos centros privados que cobran elevadas cuotas mensuales, sólo reservadas a las élites económicas.
Hay alguno, pero pocos: suelen ser escuelas extranjeras y, sobre todo, centros religiosos. Pero mire. En Padua, mi ciudad, un centro propiedad de los jesuitas tuvo que cerrar hace poco por falta de alumnado. La gente en Italia tiene mucha confianza en la estructura pública: se ha demostrado aún cuando se ha tratado de ayudar a la Privada.

Supongo que la flexibilización de las trayectorias escolares también se ha hecho pensando en los alumnos inmigrantes…
Claro. Lo que no se puede hacer es no darles ninguna oportunidad. Si yo tengo una política de, oiga, si usted no alcanza un nivel determinado de escritura, lectura, matemáticas…, no podré darle ningún título, y entonces tendré un problema social muy fuerte. Pero si le ofrezco una trayectoria académica diferente, centrada en lo profesional, su integración laboral y social será mucho más fácil.

Italia tiene bastante menos fracaso escolar que España. Pero en PISA nosotros estamos por encima. ¿Existe debate en su país sobre la necesidad de subir el nivel?
Desde luego. Pero es un problema con múltiples dimensiones. Por ejemplo, la formación del profesorado, donde ahora se están haciendo esfuerzos importantes para introducir contenidos pedagógicos. También nos enfrentamos con prejuicios que influyen muchísimo sobre el resultado. Si, por ejemplo, algunos padres y/o docentes comparten la opinión de que a las chicas no les gustan las matemáticas, actúan en consecuencia, y el prejuicio muy probablemente se hace realidad. Esto no ayuda a que suba el nivel.

Al parecer, y en contra de lo que pudiera pensarse, el fracaso escolar afecta en Italia sobre todo al norte y al sur, siendo las regiones del centro aquellas con mejores resultados. ¿Qué ocurre en el norte? ¿Hay, como en algunas regiones de España, mucha gente que encuentra trabajo fácil gracias al turismo y por eso abandona la escuela?
Si los resultados a los que usted se refiere ponen en evidencia que en el centro de Italia son mejores, inmediatamente se piensa que allí hay una fuerte tradición de buenas políticas escolares, así como que en el norte la mayoría de alumnos trabaja desde edades tempranas y que en el sur faltan buenas escuelas. Hay muchas consideraciones que hacer al respecto. Indudablemente hay factores ambientales que condicionan los resultados, pero además hay que reflexionar sobre la objetividad de las pruebas y consecuentemente sobre la validez de los resultados.
 

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