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La falta de equidad tiene un precio

No son pocos los que opinan que la equidad y la eficiencia son objetivos incompatibles en la Educación. El mito asegura que cuanto más tenga un sistema de una, menos tendrá de la otra. Sin embargo, un reciente informe de la Unión Europea indica que ambos conceptos pueden aunarse con éxito en cualquier modelo de enseñanza. ¿La clave? Considerar la eficiencia educativa no sólo como resultados académicos a corto plazo, sino dentro de un contexto social mucho más amplio.
Jueves, 28 de septiembre de 2006
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Equidad, entendida como igualdad de oportunidades para todos independientemente de las diferencias socioeconómicas. Eficiencia como el aprovechamiento máximo de los recursos invertidos para obtener los objetivos deseados.

Muchos consideran que, aplicados a la Educación, estos dos conceptos se excluyen el uno al otro. Argumento más repetido: si un sistema es equitativo, el nivel medio ha de caer por fuerza. Los resultados tienden a igualarse, pero por abajo. Deja de ser eficiente.

No es lo que piensa la UE. Según un documento de la Comisión de las Comunidades Europeas, ambos objetivos se refuerzan mutuamente. Quizá no en el corto plazo, pero si al considerar el impacto de la enseñanza dentro de un marco social lo más amplio y duradero posible.

Porque, ¿cuáles son las consecuencias de un modelo de enseñanza poco preocupado por la equidad? se pregunta la UE. Que genera altos porcentajes de abandono temprano entre las capas más desfavorecidas de la sociedad, una cantera inagotable de individuos poco cualificados para el mercado laboral.

Estos pagan menos impuestos (cobran peores sueldos) y tienen mayor probabilidad de engrosar las listas del paro. Proporcionalmente reclaman un elevado gasto en servicios sociales. Además, con una formación paupérrima en el bolsillo, la tentación de apuntarse al crimen y la delincuencia crece como la espuma.

Son, en definitiva, individuos mucho más costosos para el estado, que habrá de pagarles con creces durante toda su vida lo que les ha escatimado al no poner a su alcance todos los medios para que se mantengan en el sistema y obtengan una Educación de calidad. En el largo plazo, una enseñanza poco equitativa termina adoleciendo de escasa eficiencia.

 

Índice de retorno

 

El informe elaborado por la Comisión utiliza un baremo para medir los beneficios de pasar un año adicional en el sistema educativo, tanto para cada ciudadano como para la sociedad en su conjunto. Lo llama «índice de retorno» (ver gráficos), algo así como la rentabilidad de una inversión cualquiera traducida al lenguaje educativo.

Explicamos grosso modo. ¿Cuánto cuesta que Fulano, a punto de dejar los estudios, permanezca escolarizado un año más? ¿Y cuanto va a recibir y se va a ahorrar el estado de Fulano gracias a ese curso académico adicional? Mediante complejas operaciones de coste/beneficio en las que intervienen numerosas variables, se obtiene el «rate of return» (ROR) o índice de retorno social.

 

FP y abandono

 

En el plano individual (o privado, como lo llama la UE), Mengano no trabajará este año (ni los cuatro siguientes) porque cursa estudios universitarios, lo que supone un coste indirecto a su Educación, ya que deja de percibir un salario que sí podría pasar a su cuenta corriente de estar académicamente liberado. Las tasas y otros gastos relacionados con sus estudios serían los costes directos. ¿Y los beneficios? Menos papeletas para convertirse en desempleado de larga duración, mejores salarios en su carrera profesional.

El informe destaca que los países con menor nivel de desarrollo (medido por renta per capita) suelen tener mayores índices de retorno educativo. La explicación estriba en la relativa pobreza de su capital humano. En otras palabras, notan proporcionalmente más la llegada de hornadas estudiantiles bien cualificadas.

Es por ello que, entre los países de la Europa de los 15, la clasificación del índice de retorno social (ver gráfico en página 2) aparece encabezada por Portugal, Irlanda, España y Grecia. Cierran la lista Suecia, Austria y Finlandia.

Otro aspecto de especial interés para nuestro país apuntado por la Comisión indica que los países con altos porcentajes de titulados en Formación Profesional superior tienden a registrar los índices de abandono temprano más bajos.

España es paradigmática del caso contrario: aunque cuenta con cifras de titulados universitarios que nos sitúan por encima de la media europea, nuestro sistema produce comparativamente pocos graduados en FP y datos de abandono temprano inaceptables para el mundo rico. Podemos concluir que muchos de los alumnos que llenan los datos del fracaso escolar en España son potenciales estudiantes de ciclos formativos que, por una u otra razón, nunca llegan a buen puerto.

 

Consejos

 

La Comisión proporciona algunas claves para que los sistemas europeos aúnen equidad y eficiencia, entendida aquí esta última en el sentido clásico de buenos resultados académicos.

En Infantil, la receta es «cuanto antes mejor». Por fortuna, España es uno de los pocos países que en 2004 ya tenía a toda la población de cuatro años en las aula (ver tabla y apoyo arriba).

Respecto a Primaria y Secundaria, dos consejos básicos. En primer lugar, «identificar a aquellos alumnos proclives al abandono con la máxima premura y proporcionarles incentivos y apoyo para que permanezcan en la enseñanza».

Respecto al segundo, lo cierto es que la UE incurre en una cierta paradoja. Por una parte, nos dice que la temprana segregación de alumnos por habilidad (como ocurre Alemania, Austria o Hungría) hace que la equidad se resienta, ya que existe una correlación entre la elección de vías académicas poco exigentes y la pertenencia a entornos desfavorecidos. Pero también señala que en estos países los alumnos pasan de media más tiempo en el sistema, otra medida para calibrar la equidad.

El informe recomienda también evaluar a los alumnos con métodos de «valor añadido» (los que tienen en cuenta las características socioeconómicas del alumnado, utilizados por ejemplo en el Reino Unido) e incentivar a los mejores profesores para que enseñen en las escuelas que presentan resultados más pobres.

 

  Importancia de la Infantil 

La Unión Europea no alberga dudas sobre los enormes beneficios que para la equidad y eficiencia en la enseñanza tiene escolarizar a los alumnos a edades lo más tempranas posible.

Sobre todo entre los niños que provienen de contextos socioeconómicos y culturales más desfavorecidos. Y es que existen datos que confirman «la fuerte relación entre las habilidades intelectuales de un niño al empezar la Infantil y las características de su entorno familiar». Aunque esta primera etapa educativa no elimina por completo las diferencias de partida, si se ha demostrado que «reduce significativamente la relación entre las condiciones socioeconómicas y el desarrollo intelectual al encarar la Primaria».

 









































































































































Porcentaje de niños escolarizados a los cuatro años de edad
País %
España 100
Francia 100
Italia 100
Bélgica 99,9
Malta 97,5
Japón 95,2
Islandia 95,1
Dinamarca 93,4
Reino unido 92,9
Hungría 91,2
Suecia 87,7
Noruega 86,9
Alemania 84,3
Eslovenia 83,9
Luxemburgo 83,5
Austria 82,1
Portugal 79,9
Suiza 77,8
Rumanía 75,2
Países bajos 74
Bulgaria 72,6
Eslovaquia 71,7
Letonia 69,1
Eeuu 64,1
Chipre 61,2
Grecia 57,2
Lituania 52,2
Irlanda 46,6
Finlandia 46,1
Polonia 35,7
Fuente: Eurostat.    

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