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Inteligencia y datos frente al acoso escolar

MAGISTERIO inicia esta semana una serie de entrevistas y análisis sobre el acoso escolar o bullying, dado el escaso tratamiento que este tema tiene en España y la confusión generada por las guerras de cifras, la indefinición y la confusión de términos, además de la inoperatividad de la mayoría de las administraciones, comenzando por el Ministerio de Educación. Como tenemos por norma, frente a la barahunda de intereses y confusión, oponemos datos e inteligencia.
Viernes, 13 de octubre de 2006
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Autor: José M. LACASA

La fiebre del acoso escolar ataca a los medios de comunicación generalistas desde hace unas semanas. Aunque las noticias sobre violencia escolar se venían publicando desde hacía años, ahora saltan a las portadas, ocupan espacios de telediarios y son el tema de moda en las tertulias radiofónicas y columnas de opinión. Además, la prensa maneja cifras exhorbitantes de incidencia basados en estudios sin el rigor técnico preciso.

 

Para aumentar la confusión, las administraciones ofrecen datos en su mayor parte obsoletos (cuando los dan) obtenidos a partir de informes de la inspección. Estos datos tienen el problema de estar minimizados. Los datos más fiables, que hablan de un 3-5% de incidencia del acoso escolar, son de por sí bastante preocupantes, y han llevado a los responsables educativos a elaborar distintos planes para reducirlo.

 

Pocos y malos

 

Salvo honrosas excepciones, los planes de convivencia elaborados hasta el momento pecan de falta de datos –se aplica lo que «suena bien» a la ideología de turno, sin mayor aval–, no tienen apenas evaluación –se aplican automáticamente durante años, sin que nadie recoja datos para saber si funcionan o no– y, dado su nivel muy político y poco científico, suelen aplicar soluciones generales a problemas complejos y específicos.

 

Sin ir más lejos, el plan anunciado por el MEC –y que parecía dormir el sueño de los justos–, aparte de crear organismos de nombre inabarcable (la marca de la casa de este Gobierno) y ridículamente dotados, como el «Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar y la Prevención de Conflictos», no parece distinguir entre la conflictividad escolar y el caso, mucho más concreto, del acoso escolar, que está generando tanta alarma social.

El problema está en que el Ministerio apuesta directamente por la mediación para resolver todo tipo de conflictos, cuando no pocos expertos de larga trayectoria advierten que tal medida no sólo es inútil, sino injusta y contraproducente (ver entrevista con Dan Olweus).

 

Respecto a los datos, la mayor parte de las veces brillan por su ausencia. En España, tan sólo Castilla y León ha adquirido el compromiso de presentar datos desglosados de la violencia escolar detectada en sus centros periódicamente. Curiosamente, también ha sido la comunidad donde los periódicos menos han reflejado los datos catastrofistas que tanta atención han despertado en otros medios nacionales y regionales. Una lección de lo que la transparencia puede conseguir, poco usual en nuestro país.

 

Ley del Menor

 

Otro ejemplo de medida precipitada, que suena bien y que no tiene por qué funcionar, es el adoptado para la reforma de la Ley del Menor: se pena el acoso y se decreta el traslado de centro del acosador. Como antes no se tomaba ninguna medida, ahora se toma la más estricta, es la ley del péndulo. Pero ni una ni otra tienen por qué ser las mejores.

 

A finales de septiembre tuvo lugar en Palma de Mallorca un congreso sobre convivencia en el que se dieron cita algunos de los mayores expertos mundiales, organizado por la Conselleria de Educación de Baleares. Pocos políticos, salvo los locales, y ningún representante del MEC, estuvieron presentes. Como siempre, el cargo da la sabiduría.

 

 

DAN OLWEUS, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE BERGEN (NORUEGA)

Un programa completo

 

Olweus ha creado un «grupo contra el bullying»que aplica su programa de prevención contra el acoso basado en sus investigaciones, pero que ha sido probado y evaluado en los últimos 20 años. El mensaje que preside el programa es: «No aceptamos el acoso dentro de la escuela y pondremos los medios para ponerle fin». El programa intenta actuar a distintos niveles –centro, aula, alumno– de manera que el acosador no obtenga ninguna recompensa con su comportamiento y las oportunidades para acosar dentro y fuera de la escuela sean mucho menores.

 

 

MONA O´MOORE, CENTRO ANTIBULLYING DEL TRINITY COLLEGE (DUBLÍN)

Hacia las campañas nacionales

 

O´Moore abogó por una intervención eficaz desde las escuelas –»el acoso es un problema tan amplio que no puede responsabilizarse a los docentes, pero ellos forman parte, y mucho, de la solución»–, pidió que, al igual que existen campañas antitabaco o de otro tipo, las administraciones deben poner en marcha campañas de sensibilización y apoyo destinadas a toda la sociedad. En su opinión, dichas campañas favorecen y apoyan la introducción de una serie de medidas en las escuelas y hacen más eficaces las intervenciones con los alumnos o con sus padres, y contribuyen a frenar resistencias.

 

 

PETER SMITH,EXPERTO EN ACOSO ESCOLAR. UNIVERSIDAD DE LONDRES

Un nuevo tipo, el ciberacoso

 

El profesor Smith se dedica a investigar un nuevo tipo de acoso, que él denomina cyberbullying, que está irrumpiendo con fuerza en las aulas. Su característica principal es que en vez de producirse cara a cara, ocurre a través del teléfono o de internet. El problema fundamental de este acoso es que ocurre incluso en el hogar, la víctima no tiene donde esconderse, mientras que el acosador puede mantener cierto anonimato. Aunque su impacto suele ser menor que el acoso tradicional, una de sus modalidades es más grave: cuando se graba un vídeo vejatorio para la víctima (sea profesor o alumno) y se ´cuelga´ en internet.

 

 

CATHERINE BLAYA, OBSERVATORIO EUROPEO DE LA VIOLENCIA ESCOLAR

Fracaso escolar y violencia

 

El observatorio ha realizado investigaciones sobre la influencia de diversos factores en el clima escolar en la incidencia del acoso escolar. Quizás el más importante para un país con una elevada tasa como España sea el fracaso escolar. Según Blaya, «el fracaso escolar es uno de los factores que contribuye más en el desarrollo de una cultura anti-escolar, de actitudes negativas y de altos niveles de victimización». «Las altas expectativas de rendimiento académico por parte de los docentes y la adaptación del currículo […] son factores de protección contra la violencia escolar».

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