La teorí­a bien pero, ¿cómo aplicarla en el aula?

El desarrollo de la Ley Orgánica de Educación en lo que se refiere a las enseñanzas mínimas fijadas por el Ministerio de Educación y Ciencia para la Educación Secundaria no va a cambiar mucho la vida en las aulas a juicio de los profesores. MAGISTERIO se ha acercado a un instituto público, el “Pío Baroja”de Madrid, con unos 900 alumnos y ha hablado con algunos de sus docentes para de algún modo pulsar el sentir de los centros educativos. Las opiniones de estos profesores coinciden en buena medida con las de parte de la comunidad educativa.

Las leyes están bien. Los objetivos parecen loables pero los docentes temen que queden en papel mojado si no nacen del consenso y no abordan los principales problemas de las aulas hoy en día. La gran heterogeneidad de los alumnos aparece en el centro de todas las conversaciones…

Las ratios no cambian, es más, se mantienen las que se fijaron allá en 1990 cuado se aprobó la Logse. Esto, unido a la creciente diversidad en las aulas hace que el trabajo diario de los docentes en España sea cada vez más difícil.

Y aunque esta razón parece evidente, el sentir del profesorado es que los políticos, tanto gobierno central como comunidades autónomas, han vuelto a reformar los planes de estudio una vez más sin contar con los verdaderos protagonistas: los profesores. Además, los docentes creen que no se resuelve un asunto pendiente como es el mantener en el sistema educativo a alumnos que no quieren estudiar. “Si enseñar al que quiere ya es difícil, enseñar al que no quiere es imposible”, señala Soriano. Una opinión compartida por el resto del claustro, que igualmente coincide en señalar que la enseñanza debe ser igual para todos, es decir, que se deben dar las mismas oportunidades a todos los alumnos pero que todos ni deben, ni pueden, estudiar lo mismo.

Así, el sentir general es que los programas educativos planteados por el MEC son demasiado ambiciosos para lo que es la realidad. “Sobre plano las casas quedan muy bonitas, pero a lo mejor el terreno pide otro tipo de construcción”, apunta Díez. Junto a esta reflexión, el profesorado en general muestra su cansancio ante unos programas educativos que no dejan de reformarse una y otra vez sin que al final tanta teoría resuelva nada.

“Nos llegan las reformas por arriba y yo, como profesora de Filosofía, cambio los programas pero no entiendo que los valores que quieren transmitir, aunque sean positivos, se tengan que enseñar mediante una asignatura”, admite Rosa Muñoz. Me refiero a la introducción de Educación para la Ciudadanía. “Si en 4º de la ESO me cuesta que lean un periódico, que entiendan una noticia… ¿Cómo van a entender los tribunales de justicia en 2º de la ESO? Que nos
den un marco legal y ya está”, pide.

“Las facultades de ciencias están vacías”

Se vuelve al principio de la Logse y la evaluación de la Física y la Química es otra vez común. En este sentido, en mi opinión, la Física debe ser independiente de la Química a partir de 3ª de la ESO y también en 1º de Bachillerato y no tener una evaluación conjunta de nuevo, ya que entonces constará como una sola asignatura a todos los niveles.

Por otro lado, han acortado algo el programa y eso es beneficioso desde el punto de vista de que vamos a poder ir durante el curso con mayor tranquilidad. Pero el salto que se pide a los alumnos entre el nivel de 4º de la ESO y el de 1º de Bachillerato es muy fuerte porque sus habilidades matemáticas son muy escasas y cualquier operación matemática en Fisica es un problema añadido. Es decir, aunque saben en Matemáticas resolver una ecuación de segundo grado, luego yo detecto en clase que en un problema de Fisica, no saben aplicar lo que han aprendido en otras materias. Y un ejemplo de ello es que hoy las facultades de ciencias están vacías. En cuanto a horas Soriano cree que “al final quedará igual” y le preocupa cómo quedará el currículo final y cómo preparar en dos años a los alumnos para la universidad. “El nivel ha bajado muchísimo y a nivel global no hay muchos cambios”, concluye.

“Buen marco teórico, pero luego la práctica…”

La teoría está francamente bien. Nos parece lógico y sensato, pero me parece que seguiremos con el sistema anterior.
Se habla mucho de la adquisición de las destrezas y se introduce algo de Literatura en 1º y 2º de ESO, lo que es una novedad.

Se abandona un poco el currículo de estructura helicoidal y para los alumnos puede ser más ameno siempre y cuando las editoriales respeten el espíritu de la ley. así que es un buen marco, pero luego está la realidad, porque  si vas a enseñar las subordinadas y los alumnos no saben analizar una oración simple pues tienes que ir para atrás y empezar de nuevo. Eso es así.

por otro lado, los contenidos los veo regular, porque aunque haya menos puntos, menos epígrafes, en la práctica son los mismos contenidos y no se han acortado nada los programas.

En cuanto a las horas, en primero de ESO debe haber al menos cinco horas mínimas de Lengua.

Veo un problema más: A veces los planes de estudio están más avanzados que la maduración de los alumnos. “Aprender a hablar y escribir es de clase de Lengua, pero pensar… Ese es otro cantar. Es decir, hay alumnos que no saben transformar una frase en pasiva y así es muy difícil avanzar”, explica. Hay que repetir y repetir.

“Nos quitan horas y eso no nos gusta”

Nos quitan horas en un curso y eso no nos gusta aunque hay que ver como queda el currículo al final, pero, por otro lado, en el caso de Música dividen los contenidos en bloques y eso tiene que ver más con la práctica. A diferencia del currículo actual, donde cada vez había cada vez más contenidos conceptuales de historia de la Música y más conceptos, se posibilita adecuar el currículo a las circunstancias de cada alumno y se permite la evaluación de esas capacidades. Eso es positivo porque se evaluará no tanto el aprendizaje de conceptos como la capacidad de cada uno para ser competente en materia de audición o de interpretación de la Música.

“Los elementos nuevos del currículo son mínimos”

En Matemáticas siempre ha habido un planteamiento helicoidal, donde cada año se repetía lo mismo ampliando los contenidos un poco más y debe ser secuencial. Hay elementos nuevos pero son mínimos y en 1º de ESO aparece el Álgebra, que antes no estaba. Lo demás sigue igual y también hay cambios mínimos en 4º de ESO. La evaluación también es similar porque se trata de que el alumno sepa operar y razonar.

En cuando a la promoción de los alumnos está claro que el alumno no puede pasar sin esfuerzo y sin la idea de que promociona gratis pero tiene que haber una cota porque tampoco tiene sentido tener a un chaval con 20 años en 3º de la ESO. ¿Cuál es la medida? Eso yo no lo se.

“Es imposible conseguir los objetivos”

Los objetivos están muy bien pero es imposible conseguirlos teniendo 30 alumnos por aula. Se mantienen las ratios, los programas –que no se reducen– y además se introduce una prueba oral en la Selectividad.

Lo del inglés se está convirtiendo en un criterio de diferenciación real entre los alumnos.

Las clases de idiomas deberían estar desdobladas continuamente y no como aquí que sólo se desdobla una hora a la semana a pesar de que se dice que debe ser una materia comunicativa y que se prima la lengua extranjera en los estudios. Se necesitan más profesores en idiomas.

“El Latín será optativa en 4º curso de ESO”

Para mí la gran novedad es que se introduzca como optativa Latín en 4º de la ESO para que tenga una continuidad en Bachillerato, pero el primer inconveniente es que se reduce una hora semanal de 4 a 3 y ¿qué pasará con los chicos que cojan Latín en Bachillerato y no hayan cogido Latín en 4º? ¿Qué hace el profesor? ¿Cómo va a dar clase con chicos con dos niveles diferentes? Aparte de eso, que me ha sorprendido para bien, veo la trampa que al ser optativa un alumno puede dar tres cursos Latín, y otro no verlo. “Pero la verdad es que no creo que deba ser una materia obligatoria porque el nivel ha bajado y veo a los alumnos de 3º de ESO incapaces de entender declinaciones, etc”, dice.