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El MEC financia un estudio para catalogar contenidos infantiles

Las universidades de Alicante, Navarra, Sevilla y Carlos III (Madrid) colaboran en una iniciativa también cofinanciada por la Unión Europea. El nuevo método estará listo en el año 2008.
Miércoles, 21 de febrero de 2007
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Autor: Rodrigo SANTODOMINGO

Aumentar la protección de la infancia frente al bombardeo de contenidos televisivos que diariamente reciben los menores de 12 años es el objetivo de una iniciativa interuniversitaria que, financiada a la limón por el Ministerio de Educación y los fondos Feder de la Unión Europea, pretende dar con un criterio unificado a la hora de catalogar los programas denominados infantiles de la pequeña pantalla.
En concreto, el nuevo código resultante del trabajo que en la actualidad desarrollan las universidades de Alicante, Navarra, Sevilla y Carlos III (Madrid) servirá, en primer lugar, para acotar la pertinencia de los contenidos según tres tramos de edad: hasta los seis años, de siete a nueve, y de nueve a 12.
Según Victoria Tur, profesora en la Universidad de Alicante e investigadora principal del proyecto, hasta ahora se ha hablado de la  “infancia como cajón desastre, cuando lo cierto es que las diferencias psicocognitivas son enormes dependiendo de la edad”.
Otro aspecto clave del código, que en principio estará listo el próximo año, es añadir información sobre qué tipo de imágenes se emiten en cada programa: violentas, sexuales, acompañadas de lenguaje soez… Esto es algo que ya se hace con los videojuegos a través del código PEGI (Pan European Game Information).
Las cuatro universidades analizarán 110 variables de la programación infantil de TVE, Antena 3, Cuatro, Telecinco, La Sexta y algunas televisiones locales.


Series muy poco infantiles

Una de las grandes preocupaciones de los expertos implicados en la elaboración del nuevo código es convencer a los padres de que dibujos animados no equivale por sistema a programación infantil, una creencia todavía asentada entre muchas familias españolas. “En cada capítulo de Shin Chan”, comenta la profesora Tur, “se emiten contenidos cuando menos bastantes cuestionables. Sin ir más lejos, cuando el padre discute con la madre, lo primero que hace es meterse en su habitación a beber cerveza. No parece que esto sea lo más adecuado para un niño”. Hay otros ejemplos evidentes de esta falta de correlación entre imagen animada y contenidos infantiles, Los Simpson por ejemplo, no digamos ya series como South Park, en los que violencia indiscriminada y palabrotas forman parte esencial del menú.
Aunque Tur estima que la autorregulación de las televisiones “es necesaria pero no suficiente”, también señala que “lo mejor es actuar en casa, viendo la televisión con los hijos y ayudándoles a interpretar” lo que en esos momentos se emite. “Los padres confían demasiado en que las televisiones programan de forma responsable en horario infantil”.


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