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El aula como antesala laboral

El último de los extensos informes sobre Educación que la OCDE regala cada cierto tiempo a sus países miembros se dedica a analizar las conexiones entre el el mercado laboral español y nuestro sistema educativo. Las conclusiones no son catastróficas, pero hay mucho que mejorar. Ante todo, impulsar la Formación Profesional para que deje de ser la cenicienta de nuestra enseñanza y ajustar la oferta universitaria a partir de la realidad del mercado de trabajo.
Miércoles, 30 de mayo de 2007
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Glenda Quintini, autora del informe de la OCDE Jobs for Youth (Empleos para la Juventud) dedicado a España, arranca su extenso análisis de las relaciones entre nuestro sistema educativo y el mercado laboral con unas notas de optimismo. Y es que la tasa de desempleo juvenil (en especial el de larga duración) ha caído en picado en la última década. De forma inversa, ahora trabajan en España un 50% más de jóvenes que a mediados de los años 90.
Quintini entra con buen pie, pero pronto se da de bruces contra la (aún) triste realidad que nos define al compararnos con los países de nuestro entorno: paro entre los jóvenes tres puntos por encima de la media de la OCDE, contratos temporales campando a sus anchas, desempleo femenino de escándalo…
Y entonces se plantea los motivos, que divide en tres grupos. Dos de ellos se refieren al cuerpo normativo que regula el trabajo en nuestro país (una legislación laboral que, por ejemplo, favorece los contratos temporales sobre los permanentes) y al poco apoyo que reciben los jóvenes que engrosan las listas del INEM.
Un tercero se centra en aspectos que derivan de nuestro modelo de enseñanza. A la cabeza, como “máxima prioridad”, la autora nos recomienda que pongamos fin a la sangría de chavales que año tras año abandonan prematuramente el sistema, es decir, sin poseer si quiera el título de Secundaria superior, considerado a nivel internacional como el mínimo común denominador para avanzar con éxito en el competitivo mercado de trabajo.

Garantía Social

Más aún, a lo largo de sus más de 150 páginas, Jobs for Youth Spain insiste en varias ocasiones sobre lo difícil que es para los jóvenes españoles enmendar el abandono académico temprano una vez que éste ya se ha producido; encontrar, en definitiva, una segunda oportunidad.
Primero canta algunas virtudes de los programas de Garantía Social, al que considera “un buen marco para desarrollar habilidades básicas con el fin de acceder al mercado laboral”.
Pero añade que estos –así como las escuelas taller o las casas de oficios– ofrecen escasas opciones para reengancharse a la escuela. Y remata su crítica con un dato que revela el escaso aprecio que el joven español siente hacia la Garantía Social: sólo se apunta a ella un 8% de su público objetivo. ¿Consejos? Ampliar y prestigiar la oferta, pero sobre todo construir puentes de retorno a la Secundaria más fáciles de transitar.
No obstante, la OCDE estima que la gran anomalía de nuestro sistema educativo en cuanto a su proyección laboral se encuentra en el abismo que separa a los conocimientos que aprenden los alumnos durante su paso por la enseñanza reglada y los “requerimientos” del mundo del trabajo.
Ante todo, Quintini y sus colaboradores parecen no entender por qué la Formación Profesional continúa tan denostada en el imaginario colectivo del estudiante patrio. Sin encontrar respuestas, el estudio se pregunta cómo es posible que esto ocurra “cuando la demanda laboral es tan alta en algunos campos” de la FP. Si la media de la OCDE refleja un fifty-fifty a la hora de elegir la vía FP o el Bachillerato una vez terminada la ESO, en nuestro país la balanza se inclina claramente hacia la opción más académica, que acapara el 62% de solicitudes de matrícula (ver gráfico abajo en esta página).

Sobredosis educativa

También la universidad se lleva lo suyo. No es para menos: según sus estimaciones, hasta seis de cada diez licenciados y diplomados terminan “overeducated”, término que podemos traducir como una suerte de sobredosis educativa. Dicho de otra forma, un altísimo porcentaje de nuestros universitarios aprenden mucho más de lo necesario para el tipo de empleo al que van a aspirar. Demasiada teoría inútil (al menos para objetivos laborales) y, entre otras cosas, poca oferta de Formación Profesional Grado Superior (aquí englobada, junto a la universidad, en la Educación “Terciaria”).
En cuanto a los vínculos directos entre estudio y trabajo, el informe reparte tanto al sistema de becas (dice que está tan poco extendido que no vendría mal un poco de manga ancha con aquellas “no formales), como a la indolencia de nuestros jóvenes a la hora de compaginar un empleo mientras continúan en la Educación reglada.
Esta última es una opción habitual entre la juventud del mundo desarrollado que en España sin embargo sólo lleva a la práctica una minoría que apenas alcanza el 10% entre los titulados de Bachillerato que tienen previsto continuar sus estudios. Y esto a pesar de que, según datos del Injuve citados en el Jobs for Youth, la falta de experiencia laboral está considerada por el 63% de nuestros jóvenes como el principal escollo para encontrar trabajo. De nuevo, la Formación Profesional y su sistema de prácticas se lleva, con algún que otro matiz, todos los elogios.

Infantil

A pesar de las abundantes críticas a nuestro sistema universitario, el informe no ignora que, hoy por hoy, sigue siendo el camino que da acceso a los mejores salarios y otorga las armas más fiables para hacer frente a la temporalidad.
Amén de abandonar la Educación antes de tiempo, la peor opción sería poner el tope formativo en el Bachillerato que, a efectos laborales, es como una especie de ni chicha ni limoná.
Un último apunte. Quintini concede especial importancia a la Educación Infantil con vistas a un prometedor futuro laboral. Asegura que las investigaciones demuestran que, cuanto antes se empiece la escuela, menor el riesgo de fracaso, antesala de la penuria en el empleo.



Porcentaje de jóvenes económicamente independientes según el nivel de estudios


FUENTE: OCDE. Jobs for Youth, 2007, a partir de datos del Injuve.

Buena inversión

Como se observa en el gráfico de la izquierda –y en contra de una opinión bastante consolidada en nuestro país– esforzarse en obtener una titulación superior conduce a nada despreciables réditos económicos una vez que la época de estudiante ha terminado.
En 2006, casi un 70% de universitarios o graduados en Formación Profesional Superior se consideraban a sí mismos “económicamente independientes” cinco años después de haber finalizado sus estudios. Diez años atrás, dicho porcentaje apenas superaba el 40%.
A la inversa, entre aquellos que engrosan las filas de abandono temprano, en 2006 cerca de un 70% dependía, un lustro después de haber dejado los estudios, de otras fuentes de financiación, normalmente los padres.



Alumnos que eligen la Secundaria profesional (FP) o general (Bachillerato) al terminar la ESO

FUENTE: OCDE. Jobs for Youth, 2007.

Poca Formación Profesional, ¿sinónimo de fracaso educativo?

Los autores del informe insisten una y otra vez: una de las grandes disfunciones del sistema educativo español surge de la escasa predilección que nuestros alumnos muestran por la Formación Profesional. Como se observa en el gráfico de arriba, una vez terminada la Secundaria obligatoria, más de un 60% optan por el Bachillerato y el resto se apuntan a la vía profesional (FP de Grado Medio). Con la excepción de los países asiáticos, EEUU e Irlanda, no hay más que mirar a los sistemas que nos superan en porcentaje de Secundaria general: México, Portugal, Turquía… Al otro lado (con mayor porcentaje de Secundaria profesional), todos los escandinavos, Alemania, Francia, Holanda, etc.


Situación laboral seis meses después de dejar los estudios. Todos
  Emplead. Desemp. En formac. Inactivos
Abandonan sin Secundaria superior 57 19 11 12
Con título de Bachiller 37 17 21 24
Con título de FP de Grado Medio 75 15 6 5
Con título de FP de Grado Superior 75 16 6 4
Situación laboral seis meses después de dejar los estudios. Hombres
  Emplead. Desemp. En formac. Inactivos
Abandonan sin Secundaria superior 65 16 9 9
Con título de Bachiller 42 16 18 24
Con título de FP de Grado Medio 80 10 5 4
Con título de FP de Grado Superior 80 12 5 3
Situación laboral seis meses después de dejar los estudios. Mujeres
  Emplead. Desemp. En formac. Inactivos
Abandonan sin Secundaria superior 44 24 14 18
Con título de Bachiller 34 18 24 24
Con título de FP de Grado Medio 69 20 6 6
Con título de FP de Grado Superior 69 20 7 4
Fuente: Etefil. Extraído de OCDE. Jobs for Youth, 2007.

Hombre y con FP, garantía de empleo

Obviando a los universitarios –de los que la OCDE no ofrece datos en esta variable– el camino más seguro para conseguir un empleo sin excesiva demora es (si pudiera elegirse…) ser hombre y cursar un ciclo de Formación Profesional, sin importar demasiado si éste es de Grado medio o superior. Pasados seis meses desde la finalización de los estudios, un 80% de varones provenientes de la FP tiene empleo. En mujeres dicho porcentaje cae más de un 10%, lo mismo que aumenta su índice de desempleo.


Relación entre lo aprendido durante estudios y primer trabajo
  Muy Bastante Poco Nada
Título más alto alcanzado relac. relac. relac. relac.
Abandono sin Secundaria superior 3,4 6,3 16,4 71
FP de Grado Medio 27,8 17 15,3 39,2
Bachillerato 5,8 8 23,2 62,3
Universitario/FP de Grado Superior 41,6 25,2 12,1 25,8
Total 11,8 10,1 16,9 59,3
Fuente: OCDE. Jobs for Youth, 2007.

Aplicaciones prácticas

Es uno de los grandes interrogantes de cualquier alumno que ve como se aproxima su desembarco en el mercado laboral: “Y esto que estoy aprendiendo, ¿me servirá de algo cuando encuentre trabajo?”. A la vista de los datos que ofrecemos en la tabla de arriba, si el que se hace la pregunta piensa finiquitar su etapa de estudiante cuando concluya el Bachillerato, la respuesta sería un “más bien de poco”. Sólo un 6% de los que empezaron a trabajar tras terminar esta etapa piensa que lo aprendido en la escuela está “muy relacionado” con la labor que desempeña en su primer empleo. Para el 8% estaría “bastante relacionado”, y para la amplia mayoría restante “poco” o “nada” relacionado.
Obvia decir que algo parecido (aunque con cifras aún más abultadas en las respuestas negativas) ocurre con los jóvenes que abandonaron el sistema sin el título de Secundaria superior bajo el brazo.
Como era de esperar, aquellos que consiguieron un título universitario o superior de FP perciben de forma más estrecha la relación entre las enseñanzas recibidas y su quehacer como trabajadores. Aunque también están los del “la carrera no sirve de nada”: así opina uno de cada cuatro jóvenes incluidos en esta categoría.
Finalmente, los que vienen de FP Grado Medio distribuyen sus respuestas casi al 50% entre la escasa utilidad de lo aprendido y la pertinencia de los conocimientos que les enseñaron cara a su inmersión laboral.


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