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La Educación, víctima de la violencia política

Los conflictos civiles presentes en algunos países atentan contra la Educación de aquellos que no tienen ningún vínculo con esas diferencias políticas o culturales. La Unesco llama a defender el derecho a la Educación, a la libertad de cátedra y la autonomía universitaria.
Miércoles, 30 de mayo de 2007
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El 25 septiembre del 2006, Safia Ama Jan, directora del Departamento de Asuntos de Mujeres del Gobierno provincial de Kandahar –sur de Afganistán– cayó abatida frente a su casa producto de los múltiples disparos que hicieron dos hombres que se desplazaban sobre una motocicleta. Esta activista de los derechos de las mujeres afganas dedicaba su tiempo a escolarizar niñas y mujeres adultas que no tuvieron acceso a la Educación durante el régimen talibán. 
Su ejemplo y su dramático descenso sirven ahora para ejemplificar cuánto afectan los conflictos civiles armados al derecho primordial de la Educación. Y las primeras reflexiones acerca del fenómeno fueron detalladas por el periodista británico Brendan O´Malley, autor del informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) denominado La Educación víctima de la violencia armada.
De acuerdo al documento presentado en abril, existen países que actualmente atraviesan por situaciones de conflicto donde en los últimos tres años se han incrementado los actos de violencia contra el personal de los sistemas educativos, los estudiantes y las instituciones de enseñanza.
“Los casos registrados comprenden atentados con bombas, asesinatos, secuestros, arrestos ilegales y actos de tortura, así como voladuras e incendios de centros docentes o su clausura por la fuerza. También comprenden el reclutamiento forzoso de niños soldados y el alistamiento de menores de quince años”, señala el informe.
Estos actos violentos están claramente adjudicados a grupos subversivos, separatistas o bien perpetrados por grupos paramilitares apoyados por el Estado, cuerpos de seguridad gubernamentales y ejércitos de ocupación.

Naciones en conflictos

O´Malley identifica a seis naciones que presentan estos saldos funestos. En Afganistán, antiguo bastión de los extremistas talibanes, el personal educativo y las escuelas sufrieron 62 atentados con bombas, actos incendiarios y ataques con misiles en 2005; más 88 en 2006 y 37 amenazas de actos violentos.
Cercano al anterior, Irak lleva cuenta de 280 universitarios asesinados desde la caída de Saddam Hussein; 296 miembros del personal de la Educación asesinados en 2005; y 180 docentes asesinados entre febrero y noviembre de 2006.
Girando hacia el Sudoeste Asiático, se encuentra Nepal donde se estima que entre 2002 y 2006 fueron secuestrados por los maoístas unos 10.600 docentes y 22.000 estudiantes; 734 docentes y 1.730 estudiantes fueron detenidos o torturados; y fueron destruidas 79 escuelas y una universidad.
Le prosigue el Estado de Myanmar, la antigua Birmania, donde se calcula que sólo en el 2002 fueron reclutados como soldados unos 70.000 niños, muchos de los cuales pasaron a engrosar las filas del ejército nacional. Algunos fueron alistados a la fuerza cuando tenían tan sólo 11 años de edad. Este país ni siquiera permite la intervención de las Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales que trabajan en pro de los derechos humanos. En esa misma línea, se encuentra Tailandia, nación que también cuenta con el triste mérito de ser el destino turístico sexual por excelencia. Ahí, en el periodo 2004-06 fueron asesinados 71 docentes y se incendiaron 130 escuelas.
En América Latina, sobresale el caso de Colombia, donde las fuerzas insurgentes han asesinado a 310 docentes entre 2000 y 2006; y en 2003, el número de niños de 7 a 13 años reclutados como combatientes ascendía a 11.000.

Consecuencias

Entre los factores que inducen a algunos grupos armados a hacer de los centros de enseñanza blancos de los ataques que llevan a cabo en el contexto de luchas de carácter más general, cabe señalar: la carencia de muros de protección en las escuelas; el estado ruinoso de los edificios escolares; la exclusión de las minorías; los planes de estudios que propagan la intolerancia; la enseñanza en lenguas foráneas; la negativa a impartir enseñanza sobre las creencias, la cultura y la historia de las comunidades locales y las minorías; y la falta de transparencia en la administración de las instituciones educativas.
El país más afectado por este problema es Irak y las repercusiones son impactantes. Sólo el 30 por ciento de los 3,5 millones de estudiantes de Iraq están acudiendo a las aulas en el presente año académico, mientras que el año anterior ese porcentaje alcanzaba un 75 por ciento.
“En las universidades de Bagdad la asistencia ha disminuido en 40 por ciento y en algunos departamentos sólo un tercio de los alumnos asiste a los cursos. Más de 3.000 universitarios han abandonado el país”, añade el informe.
Para evitar el colapso del sistema educativo iraquí, se está alentando a los investigadores universitarios a que trabajen en su domicilio y se están explorando las posibilidades de establecer sistemas de enseñanza a distancia recurriendo a la radio y la televisión.
De igual manera, en Afganistán se están adoptando otras medidas alternativas que mantengan a flote la Educación de aquellos que no forman parte del conflicto. Por ejemplo, se procura la movilización de las comunidades locales para hacer frente a los atacantes y en sustraer a la vista de éstos las aulas de clase, agrupando a los alumnos en las casas de los aldeanos.
“Si la comunidad internacional desea verdaderamente lograr la Educación para Todos y alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relativas a la educación, es necesario prestar atención a las repercusiones de los actos de violencia perpetrados contra la Educación y hacer presión para poner término a la impunidad de dichos actos”, concluye el estudio.


Brendan O´malley
Periodista Británico especialista en educación y autor del estudio

"Hay que procesar a gente culpable de ataques contra la Educación"

¿Cuáles son los motivos de los ataques contra profesores y estudiantes?
Las razones pueden ser varias. Por ejemplo, cuando un grupo extremista islámico ataca una escuela femenina en Afganistán, puede hacerlo porque está en contra de la idea de que las niñas se eduquen, pero también puede ser un intento de atemorizar y minar el Estado de derecho. En Tailandia, grupos separatistas musulmanes pueden asesinar a profesores porque son objetivos fáciles, símbolos del Estado y de la cultura dominante budista.

¿Cómo afecta la violencia a la Educación?
En cierto modo, nadie sabe cuál es su impacto real porque cerca de 30 de los 75 millones de niños que no van a la escuela viven en países afectados por conflictos, y en muchos lugares el número de ataques específicos contra el sistema educativo no se contabiliza. Por ejemplo, en Iraq, la escalada de incidentes tiene al sistema educativo al borde del colapso. Sólo el 30 por ciento de los alumnos continúan yendo a clase.

¿Qué puede hacer la comunidad internacional?
En primer lugar, ampliar el uso de los instrumentos jurídicos en materia de derechos humanos para procesar a gente culpable de ataques contra la Educación, y también presionar para detener este tipo de ataques en los lugares en los que se producen. También habría que dotar a la Corte Penal Internacional de más recursos para juzgar casos relativos a la educación.

¿Se sitúan en el ámbito estudiado los sucesos violentos ocurridos en la Universidad de Virginia, en Estados Unidos?
No se incluye ataques como ese porque no tuvo motivaciones políticas. Este tipo de ataques responden a un fenómeno moderno, y a menudo tienen que ver con problemas personales de quien los perpetra. Sin embargo, podría tener alguna relación la facilidad para obtener armas en Estados Unidos. La probabilidad de ataques en países afectados por conflictos aumenta porque la gente que tiene problemas dispone de armas y puede actuar violentamente.


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