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L´Éducation, toujours l´Éducation

Debatir es una de las aficiones favoritas de los franceses. Y la Educación, uno de los grandes temas de debate. La campaña para las elecciones presidenciales no ha quedado al margen de esa honda preocupación que la sociedad gala siente sobre la marcha de su sistema educativo. Ségolène Royal apuesta por medidas clásicas de la izquierda, pero su programa también recoge ideas tradicionalmente situadas en el espectro conservador. Nicolas Sarkozy quiere una auténtica revolución a la inglesa.
Jueves, 3 de mayo de 2007
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“L´Éducation, encore l´Éducation, toujours l´Éducation” (“La Educación, una vez más la Educación, siempre la Educación”). La proclama procede de un discurso de la candidata socialista a las elecciones presidenciales de Francia, Ségolène Royal, y está extraído de su página web promocional.
Es así como arranca la explicación de su programa educativo. A continuación afirma que la enseñanza “está en el corazón de todo” y que “a todo se antepone”.
No es mera retórica. Su contrincante conservador, Nicolas Sarkozy, ha defendido con el mismo ardor el papel protagonista que otorgará a la Educación en caso de ser elegido Presidente de la República.
Y es que, como señalaba en una entrevista a MAGISTERIO la agregada de Educación de la Embajada francesa en Madrid, Fabienne Lallement, “la reforma del sistema es un debate eterno” en ese país. Preocupada por la deriva de un modelo de enseñanza antaño envidiable, la sociedad gala es al menos consciente de que el motor del cambio a sus muchos problemas se encuentra en las aulas.
Retos no faltan: un fracaso del 20%, conflictividad desatada.. Y una escuela “a deux vitesses” (a dos velocidades) que va como la seda para las clases media y alta pero condena al paro y la marginación a las hornadas de inmigrantes que se concentran en las banlieues de las grandes ciudades.
A grandes rasgos, las propuestas educativas de Royal responden al patrón de los partidos socialistas europeos; mientras que Sarkozy ha declarado sin tapujos que quiere un modelo a la inglesa, con mucha evaluación y una filosofía centrada en la estrategia del premio y el castigo, el palo y la zanahoria.

Previsible

La candidata socialista ofrece más recursos (materiales y humanos), ratios profesor/alumno menores, mejores salarios para los profesores y un impulso a las nuevas tecnologías.
Hasta aquí nada nuevo. La novedad se encuentra en su empeño por alejarse de cierta ortodoxia de izquierdas respecto a temas como la conflictividad (habla de “disciplina” como algo necesario) o una mayor flexibilidad en la elección de centro.
No obstante, el programa de Royal resulta más previsible que el de su rival conservador. Porque Sarkozy  apuesta por una auténtica revolución que devuelva a la Educación francesa el esplendor perdido.
¿Pilares? Los de siempre: esfuerzo, respeto… Es la estructura del sistema la que cambiaría de cabo a rabo, con Inglaterra como fuente inagotable de ideas.
Sarkozy quiere evaluaciones rigurosas cuyos resultados se hagan públicos, castigar a los centros que funcionen mal y premiar a los que mejores, y diversificar los itinerarios en Secundaria. Son todas medidas que ya rigen al otro lado del Canal de la Mancha.


La carte y el décret


Amén de algunos puntos de encuentro en asuntos obvios, de esos en los que es imposible no estar de acuerdo (reducir el fracaso escolar, mejorar la disciplina, subir el nivel…), Sarkozy y Royal han mostrado intenciones similares sobre dos de los temas más polémicos en la enseñanza francesa: la carte scolaire y el decreto Robien.
La primera es un anacronismo del sistema galo que obliga a elegir el centro público más cercano al domicilio, un modelo ultra-rígido que frena la movilidad social y ha dado pie a todo tipo de timos e irregularidades. Sarkozy se quiere cargar la carte de un plumazo, mientras que su contrincante pretende flexibilizarla.
El décret Robien impuso mayores cargas lectivas al profesorado, que se echó a la calle de forma masiva. Royal y Sarkozy son conscientes de que es una ley insostenible en el país de las huelgas y pretenden corregirla o acabar con ella.


Con la mirada puesta en el modelo inglés

1. 2.600 millones extra con destino variopinto: Educación prioritaria, minusválidos, Formación Profesional, apoyo extraescolar…

2. Favorecer el deporte y la “alta cultura” en las escuelas: los alumnos deben leer a los grandes autores.

3. Excluir a los alumnos que perturben el orden en clase. Tener en cuenta el comportamiento del alumno en sus calificaciones.

4. Reducir el número de alumnos en las peores escuelas y derivarlos a otros centros cercanos.

5. Cultura de la evaluación. Cada centro será evaluado por un organismo independiente y sus resultados se harán públicos.

6. Moral de la responsabilidad. Por ejemplo, los padres cuyos hijos no vayan a clase serán sancionados. Mejorar los vínculos familia-escuela.


Superando la ortodoxia educativa de izquierdas

1. Unos 6.000 millones de euros más de presupuesto para impulsar la Educación Nacional y asegurar la escolarización desde los tres años.

2. Aumentar notablemente el número de docentes. Mejora salarial y más posibilidades de promoción.

3. No más de 17 alumnos por aula en Secundaria en las Zonas de Educación Prioritaria (ZEP). Formación especial para el profesorado de las ZEP.

4. Educación obligatoria desde los tres años. Servicio especial 0-3 años para familias pobres.

5. Más adultos en las escuelas conflictivas para mejorar la disciplina. Poner en marcha programas para la convivencia y el respeto al otro.

6. Ampliar el margen de innovación para que los profesores puedan experimentar en el aula con nuevos métodos pedagógicos.


Una “ministra” contra la desigualdad

La elegante y carismática Ségolène Royal ya sabe lo que es lidiar tête à tête con la siempre procelosa cuestión educativa. De junio de 1997 a marzo de 2000 fue la segunda de a bordo en el Ministerio de Educación galo como ministra de la Enseñanza Escolar (equivalente a secretario de Educación en España), un cargo en el que actuó bajo las órdenes del ministro Claude Allègre.
Royal enfocó su tarea hacia la promoción de la igualdad de oportunidades entre las capas más desfavorecidas. En sus casi tres años de mandato impulsó las Zonas de Educación Prioritaria (ZEP, creadas en 1981 para discriminar positivamente a las barriadas de inmigrantes de las grandes ciudades), aumentó las ayudas de comedor y extendió el apoyo escolar en horario no lectivo.
La candidata socialista también promovió una ley contra las novatadas entre alumnos y lanzó una campaña para prevenir el acoso escolar. La salud en la escuela fue otro de sus caballos de batalla: intentó revalorizar el papel de las enfermeras escolares y, en su actuación más polémica, permitió que se dispensara la píldora del día después en los institutos.


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