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Las "buenas prácticas" implican que el alumno evalúe su esfuerzo

Los pasados días 24 a 26 de octubre Madrid acogió las III Jornadas de Inspección sobre evaluación de los procesos de enseñanza y sobre las nuevas perspectivas de la FP.
Miércoles, 31 de octubre de 2007
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Autor: Diego FRANCESCH

Es evidente que la evaluación del sistema educativo es imprescindible para mejorar su calidad. Así se puso de manifiesto en las ponencias de Felipe Fernández Rizo, director general del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (México) y de Antonio Moreno, director del Instituto Superior de Formación del Profesorado del MEC.

La pregunta está, entonces, en el modelo de evaluación. Según una de las conclusiones de las Jornadas de Inspección, “la inclusión de las competencias en el currículo hace surgir un nuevo modelo de evaluación, pues al valorarse de forma externa esas competencias, la sociedad se implica directamente en esos procesos valorativos”.

Es decir, que “las buenas prácticas de evaluación” según la perspectiva adoptada en las jornadas, implican al alumno en proyectos reales, usando recursos que les ayuden a resolver problemas, a trabajar productivamente y a evaluar sus esfuerzos.

Perspectiva mundial

Las jornadas analizaron también la Inspección desde la perspectiva internacional, a través de los representantes de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEA), de la Inspección francesa, del British Council y del Deutsche Shule. En la región Latinoamericana “los gobiernos están empezando a valorar y establecer nuevos sistemas, dado que hasta ahora la evaluación de aprendizajes no ha resultado satisfactoria”, según Mariano Jabonero, director general de Concertación y Desarrollo de la OEA.

Entre otras cosas resulta necesario considerar factores asociados a los resultados como la estructura familiar o el contexto sociocultural y las carencias de las escuelas.

Monique Coste-Laffite indicó que, en Francia, “la Inspección se ocupa de impulsar, evaluar las políticas educativas y el funcionamiento de los centros, inspeccionar al profesorado y animar”. Lo más significativo del caso francés es la aportación de los inspectores con respecto al profesorado para que adquiera una cultura de la evaluación basada en indicadores objetivos, para que se autoevalúe o para que negocie directamente con sus alumnos la evaluación que se realizará.

La experiencia británica pone el acento en el papel supervisor en la evaluación de los centros docentes. El Informe de Inspección en este país recoge no sólo el proceso de supervisión habitual, sino los resultados de la evaluación interna y las opiniones de los alumnos. Las conclusiones de todo este proceso se remiten al centro evaluado.
Alemania destaca por la evaluación de la gestión de la calidad, centrada en cuatro aspectos: el currículo escolar, las oportunidades de aprendizaje para fortalecer la personalidad, la cultura del aprendizaje y la actuación del profesor en el aula, su exigencia de rendimiento y la información al alumno.

Finalmente, las jornadas analizaron la evaluación en los propios centros. Los directores y responsables de calidad presentes destacaron la necesidad de crear una cultura de la evaluación que incluya a padres, profesores y alumnos.

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