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Pero, ¿qué es eso de la equidad?

Cada vez que tenemos los resultados de PISA, la excusa es siempre la misma: pero estamos muy bien en equidad. Pero, ¿qué demonios es eso de la equidad? ¿de verdad estamos tan bien en ese punto, o es un resultado simplemente de la homogeneidad social de nuestro país y del sistema comprensivo establecido por la Logse? Y una cosa más: ¿de verdad podemos echarle la culpa de nuestros resultados al retraso histórico de nuestro país en materia de Educación?
Miércoles, 19 de diciembre de 2007
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La equidad es un concepto muy complejo. Parece que la calidad de un sistema se puede reducir a un número –también eso es falso: todo en la Educación es muy complicado–, pero la equidad es un concepto que se diluye como un bálsamo entre las cifras, suavizando los malos resultados de nuestro país. Siempre nos quedará la equidad.

La equidad es un concepto que necesita varios puntos de vista. Para algunos, la equidad consiste sólo en que todos los alumnos sepan más o menos lo mismo. Para ello, bastaría con tener a los alumnos en las mismas aulas el mayor número posible de años, e impartiéndoles los mismos conocimientos. Sin embargo, las cosas no funcionan así: por ejemplo, existe una relación, en los sistemas comprensivos, entre la mejora de la calidad y la mejora de la equidad. O, dicho de otro modo, cuantos más conocimientos se imparten, más iguales son los resultados de los alumnos.

No es de extrañar, por tanto, que comunidades españolas con resultados bastante pobres como Cataluña o Andalucía tengan coeficientes de variación (una medida matemática de la equidad) bastante más elevados que comunidades con mejores resultados y que, como Castilla y León, tienen un sistema de los más equitativos del mundo.

Influencia del ISEC

El ISEC es un índice que intenta medir el estatus socioeconómico y cultural del alumno, utilizando para ello el nivel de estudios de los padres, su estatus laboral y las posesiones culturales (libros, etc.) que el alumno tiene en casa. Este índice tiene cierta relación con los resultados de los alumnos, pero –y en el caso de España esto es más cierto todavía, afortunadamente– esta relación no es determinante. Como puede verse en el gráfico superior, una gran parte de los alumnos examinados por PISA está o por encima o por debajo de lo que cabría esperar por su estatus. En términos matemáticos, tan sólo el 14% de la variación de los resultados de los alumnos se debe a factores socioeconómicos o culturales.

Pero cuando se hace lo mismo utilizando el rendimiento medio de los centros y el estatus medio de los alumnos (gráfico inferior), nos encontramos con una de las fallas de la equidad española: la gran mayoría de los centros con un estatus medio-alto tienen rendimientos superiores a lo esperado, pero eso no ocurre en los centros de nivel medio o medio bajo. Dicho de otra manera: un alumno de un estatus elevado situado en un colegio de nivel socioeconómico promedio más bajo verá su rendimiento disminuido, es decir, se verá inmerso en la mediocridad.

Sin embargo, un alumno de nivel medio-bajo escolarizado en un centro con nivel medio bajo va a obtener un nivel u otro dependiendo de la calidad del centro, porque en esa franja tenemos de todo. En los centros con nivel bajo, los alumnos tienden a sacar peores resultados incluso de lo esperado. Esta probablemente sea la explicación a la “territorialidad” del rendimiento, es decir, que haya tantas diferencias de resultados entre las comunidades del norte y las del sur.

La conclusión principal no es que los alumnos de unas comunidades u otras sacan mejores resultados debido principalmente a los niveles económicos y culturales de su región, como algunos intentan hacer ver.

Hay también un papel político –no confundir con partidista–, de cómo se gestiona el sistema educativo. Una de las herramientas más poderosas para mejorar el sistema educativo –y que en España se utiliza extraordinariamente poco, salvo excepciones– es entender por qué un centro funciona y otro no, y aplicar las medidas exportables de los buenos a los malos centros.

Para ello es necesario identificar los malos centros y emplear medidas correctoras de forma inmediata y eficaz. Esa y no otra es la asignatura pendiente de muchas de las comunidades con peores resultados: que durante años han dedicado sus energías no a arreglar centros con funcionamiento por debajo de lo deseable, sino a impedir que se supiera cuáles son.

La evaluación les dice a los políticos qué centros no funcionan: pero depende de sus políticas el que se encuentren o no soluciones para esos centros, y la política de la avestruz, o la de la cortina de humo sólo impide verlos. Y no hay nada menos equitativo que un mal centro.

Relación entre el rendimiento de los alumnos y su estatus socioeconómico y cultural (ISEC) en Ciencias (PISA 2006)


FUENTE: Elaboración propia sobre datos de PISA 2006

Relación entre el rendimiento medio de los centros y el estatus socioeconómico y cultural (ISEC) de sus alumnos


FUENTE: Elaboración propia sobre datos de PISA 2006

Mejorar resultados para mejorar la equidad


Muchas veces se ha intentado contraponer buenos resultados y equidad. Finlandia se veía como la excepción a esta regla. Sin embargo, en los sistemas comprensivos en los que no hay diversificación hasta los 16 años, la mejor manera de conseguir equidad es precisamente mejorando los resultados.
Lógicamente, si el sistema tiene a todos los alumnos en las mismas clases durante diez años, cuanto mejor sea la calidad de la enseñanza, cuanto más y mejor se enseñe, más capacidad tendrá la escuela para reducir la influencia de las desventajas familiares, sociales y culturales relacionadas con el origen de los alumnos.
La aplicación de un sistema comprensivo acompañada de descensos de nivel de conocimientos no conduce a la equidad real, sólo a una ficticia más relacionada con la mediocridad.

Con el agua al cuello


Uno de los puntos esenciales de la equidad, pero que se suele dejar de lado porque es uno de los talones de Aquiles de la presunta igualdad española es el porcentaje de alumnos que nos dejamos por debajo del nivel mínimo, que PISA (y también la UE) establece en la escala de Ciencias en los 409,5 puntos. Por debajo del mínimo no es “suspenso”, sino algo mucho más grave: son aquellos alumnos que, tras diez años de escolarización, no poseen las competencias mínimas para vivir en la sociedad.
Son personas con un alto “riesgo social”, porque no tienen las competencias suficientes para adaptarse a los cambios sociales. Por poner un símil, son los que quedarían con la cabeza debajo del agua. Malas perspectivas.
Por tanto, al hablar de equidad no se puede perder de vista que uno de cada cinco alumnos en España no alcanza el nivel mínimo, un 20%.
Además, volvemos a encontrarnos con desequilibrios territoriales: mientras que Castilla y León y La Rioja tienen casi los mismos alumnos bajo niveles mínimos que los que tienen en niveles excelentes, ni de España en general ni de País Vasco, Cataluña ni Andalucía se puede decir algo parecido. Estos sistemas mantienen una equidad debido a la falta de excelencia. Más que de equidad, habría que hablar de falta de variación.

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