fbpx

Ciencias para el mundo contemporáneo: oropel al uso

Miércoles, 9 de enero de 2008
0

Esta asignatura es un embeleso. A quién no le va a gustar este título. Contiene en su entraña la posibilidad de desplegar todos los razonamientos y sentimientos que uno lleve dentro. Sólo necesita el presupuesto lógico del filósofo: “no se pueden amar las cosas si antes no se conocen”, ni odiarlas decimos nosotros. Primero, conocer, saber. De lo contrario, la asignatura será oropel a la moda.

Ahí le duele: hay que tener ideas, conocimientos, saberes previos. ¿Qué saberes científicos tiene nuestro alumno al acabar la ESO? La asignatura puede quedarse en un embeleco, un desahogo estético que suena a modernidad pero cuyas bases son viejas ya que fueron aprobadas en el “Congreso sobre la integración de la Ciencia en la enseñanza” celebrado en 1968 en Dronjba (Bulgaria). Y de hecho en todas las asignaturas habían lecturas referidas a los contenidos de esta asignatura.
Esta asignatura suena primorosamente. Los alumnos de Letras de Literatura del siglo XX del BUP podían discutir en El árbol de la ciencia de Baroja sobre las leyes de Mendel, sobre la teoría de la evolución, sobre el progreso científico y, plantearse filosóficamente, a la luz de un resumen de la filosofía que viene dentro de la novela, si el hombre es más feliz con el avance científico o si el progreso incide directamente en la satisfacción humana.

Podían debatir sobre estos temas porque en 1º de BUP todos los alumnos habían tenido cinco horas de Ciencias Naturales y en 2º de BUP todos habían estudiado Física y Química y en 3º de BUP todos habían estudiado los sistemas filosóficos.
Estos alumnos de Letras tenían una base científica para discutir, investigar y profundizar sobre estos temas que desembocan en la crisis existencialista de principios del XX que no es ajena a la ciencia y a la técnica.

Ahora, el Bachillerato en las actuales circunstancias no puede rellenar los vacíos científicos de la ESO donde las asignaturas se ven a salto de mata. El profesor tiene que hacer esfuerzos denodados para repescar a los alumnos de Ciencias e introducirles por la senda que los acerque a las bases mínimas científicas.

Refiriéndonos a los bachilleres de Ciencias, el análisis de sus calificaciones ofrece un fracaso generalizado y se saben las causas: desconocimiento de las técnicas del trabajo experimental de laboratorio, deficiente formación en química orgánica,  reducido número de horas para las materias científicas y que la Física y la Química no sean obligatorias en todas las modalidades científico-técnicas. La prueba de todo ello es que en Selectividad más de la mitad de los aspirantes a carreras de Ciencias o Técnicas no aprueba la Física y la Química. Los “cursos cero” en las Facultades sería la comprobación de lo dicho.

Nada de pesimismo, pues, realismo crudo. Los profesores de Ciencias, y los de Letras, se quejan amargamente porque esta asignatura conlleva distraer más horas de las asignaturas troncales y de modalidad. Esta asignatura es como abrillantar unos zapatos que los alumnos, en general, no llevan. Primero habrá que hacerse con unos zapatos en el trabajo diario durante unos años y después podrán lustrarse. Dice el preámbulo de la asignatura: “el enfoque debe huir de una ciencia academicista y formalista”. Naturalmente porque si no el alumno no entendería nada.

Si se quiere rigor tiene que haber un punto de academicismo.  Pues ya está: que también lo científico sea tomado a broma, en dieta light. Un embeleco, un engaño. Estas “ciencias para el mundo contemporáneo” quedarán en algo pomposo, en auténtico oropel como la moda al uso.

Julián MARTÍN,
ex presidente de Ancaba
0