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"Repartir las vacaciones a lo largo del año suavizaría los síntomas"

Humbelina Robles recomienda distribuir los días de descanso para facilitar la vuelta al cole. La profesora critica la sobrevaloración del problema y se niega a hablar de "enfermedad" o "depresión".
Miércoles, 10 de septiembre de 2008
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Autor: Lola Gª AJOFRÍN

Dividir el tiempo vacacional en dos o más periodos es una de las estrategias que psiquiatras y psicólogos recomiendan para que el síndrome postvacacional sea más llevadero. ¿Pero qué ocurre cuando el parón estival dura casi tres meses?

Humbelina Robles Ortega, investigadora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada achaca a la excesiva duración de las vacaciones escolares en España el hecho de cada vez sean más los niños que sufren algún tipo de síntomas físicos o psicológicos al volver a sus obligaciones.  “Después de tres meses de vacaciones es lógico que la adaptación a la nueva situación les cueste”, critica.

Vacaciones fragmentadas
La climatología española es la responsable de que las vacaciones escolares se distribuyan de junio a septiembre y no a lo largo del año como ocurre en otros países de Europa. Pero el reparto que se hace en escuelas como las alemanas o francesas se aproxima más a lo que recomiendan los especialistas.  En la mayor parte de los länder de Alemania las vacaciones de verano no llegan a los dos meses, –empiezan a principios de agosto y terminan en el mes de junio–, pero se fragmentan a lo largo de todo el año las paradas escolares que se efectúan durante el curso, – de dos a 14 días en otoño, hasta 12 en Carnaval y varios días festivos entre mayo y junio, dependiendo del Estado–. Y lo mismo ocurre en Francia, donde el parón estival también se reduce a 60 días, pero se descansa para el Carnaval durante dos semanas.

No al alarmismo
¿El número de personas que sufre el síndrome postvacacional ha aumentado? ¿O cada vez somos más conscientes o más quejicas? Humbelina Robles critica la sobrevaloración que se está haciendo de este trastorno en los últimos años. ¿No será que el cada vez mayor interés en este asunto esté creando el problema?, advierte la investigadora. “Es lo que se conoce como efecto iatrogénico”. –que significaría que la dolencia en sí ha sido creada por los propios médicos–. Y lo achaca a una tendencia cultural, más que a un problema patológico en sí. “Estamos inmersos en una cultura en la que un pequeño malestar lo catalogamos como intolerable, como insoportable”, critica. 

“Estamos considerando como algo anormal, o patológico un proceso de adaptación normal”, defiende. “A lo largo de la vida nos tenemos que adaptar a muchas situaciones, unas buenas y otras menos buenas”, añade.

¿Síndrome o adaptación?
Para la investigadora de la Universidad de Granada, el síndrome postvacacional “no puede considerarse una enfernedad mental, tampoco un síndrome, ni una entidad reconocida en ningún sistema de diagnóstico, ni una psicopatología”. Y critica a los que lo elevan al grado de “depresión”, cuando en realidad no considera que así sea. “Estar triste por haber dejado atrás los paseos por la playa, los baños en la piscina, los amigos que sólo ves en vacaciones, o tener que levantarte temprano, no es depresión”, ironiza. Y advierte que “no se puede psiquiatrizar cualquier problemilla”.

La profesora de la Universidad de Granada también es reacia a hablar de cifras. “Aunque algunos estudios señalan que se presenta en un 30-35% de la población, realmente no dispongo de datos concretos sobre el porcentaje de personas que sufren este problema”, aclara. Y señala que también es posible que otro tipo de situaciones estén interpretándose como el propio síndrome. “Quizás estemos clasificando como síndrome postvacacional problemas que no lo son”. De los que destaca problemas emocionales que puede tener la persona que se incorpora al trabajo, problemas laborales y de insatisfacción, estrés, el síndrome del burnout, –trabajador quemado– problemas de rendimiento, con los compañeros/profesores, etc.

En una interpretación en la que el síndrome postvacacional se entiende como un proceso de adaptación a la vuelta a las obligaciones y no como una dolencia, el único antídoto para adaptarase al regreso es organizarse, concienciarse y ser positivo. Después de un cambio de hábitos que se ha extendido durante tres meses, no sólo el niño se ha aconstumbrado a la nueva rutina, también lo ha hecho su cuerpo y su cerebro. Por eso no es conveniente un cambio brusco de hábitos. Robles Ortega recomienda no sólo un reajuste en el horario según se aproxima la fecha de la vuelta, sino también estructurar la semana de modo que los niños practiquen alguna actividad física por la tarde, así se consigue ir poco a poco adaptándose al ritmo cotidiano. La investigadora también destaca que se debe ilusionar a los niños con la vuelta.

¿Qué hacer si…?
...está triste?
El final de las vacaciones puede provocar en el niño tristeza y desánimo. Es importante enseñarle a apreciar los aspectos buenos que también tienen las clases.

...está desmotivado?
La motivación es fundamental. El cambio en la rutina puede provocar falta de tolerancia al trabajo, que viene caracterizada como una sensación de desidia y hastío. Aquí es clave el comportamiento de padres y profesores.

…está irritable?
La depresión en los niños se suele manifestar con irritabilidad y cambios de humor. Es muy importante conversar con el niño e intentar entenderle. En pocos días el niño volverá a su comportamiento habitual.

…no se concentra?
El cambio en la rutina puede llevar a un bloqueo momentáneo, que no permite ni concentrarse ni tomar decisiones. El orden, establecer unas normas y condicionar un espacio adecuado en el que estudie el niño desde el primer día es clave.

…no se duerme?
El insomnio y la somnolencia son normales durante los primeros días. Unos horarios fijos, una alimentación sana y hacer ejercicio pueden ayudar. nn…tiene ansiedad?
No sólo el final de las vacaciones. Enfrentarse a profesores, asignaturas y compañeros nuevos puede provocar en el niño ansiedad. Es fundamental inculcarle seguridad.

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