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África precisa soluciones africanas y no “copias malas” de Occidente

Expertos sugieren que los africanos sean protagonistas de su desarrollo
Lola García-AjofrínMiércoles, 7 de enero de 2009
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Mujer, africana y educadora. La profesora Florence Oloo combina esas tres características que raramente llegan a oídos occidentales. Al frente de la Universidad Strathmore, de Nairobi (Kenia) como vicerrectora, desde 2004 la doctora Oloo lucha contra la escasez de recursos en un país del que, a pesar de las dificultades, dice sentirse orgullosa.

“Los que han estado saben de la belleza única de nuestra tierra”, defiende. Pero reconoce que no es esa siempre la imagen que se exporta de un continente “joven, alegre, lleno de vitalidad”, con gentes “que comparten lo que tienen, ya sea poco o mucho”, como es África. Sino que el exclusivo mensaje que llega al exterior es el de sus conflictos largos y sangrientos, de epidemias y hambrunas, de sequías e inundaciones o de políticos corruptos. Una representación que la profesora Oloo tachó en su visita a Madrid como “una verdad a medias”. “No todo es positivo en nuestro país –lamentó–, pero, créanme, tenemos motivos para mirar al futuro con esperanza”, reconoció en la entrega de premios de la ONG Harambee, a la que asistió como invitada.

Soluciones africanas
Una de las razones para mirar al mañana con optimismo, según la profesora, es el Programa TEP de la Universidad Strathmore, que se encarga de proporcionar formación continuada a directores y maestros con el fin de devolverles la autoestima perdida, y que ha sido posible gracias a la ayuda de ONG como Harambee. Sólo cinco días de clase pero que llegan a “cambiar la vida de profesores y alumnos”, reconoció Oloo.

Es el caso de Wanjiku y Kamau, dos niños kenianos de sólo diez años que deben hacerse cargo de sus padres infectados de SIDA. Y que hasta hace muy poco eran marginados por ese motivo por sus compañeros de clase, relató la doctora Oloo. Ahora, gracias a la participación de su profesor en uno de los cursos TEP, los alumnos han sido animados a acoger a estos dos compañeros.

O el ejemplo de Cornelius Mnene, un docente de la costa de Mijikenda, que venía observando desde hace meses como algunas de sus estudiantes se desmayaban en clase debido a las pesadas tareas domésticas o a las largas caminatas para recoger agua y leña que realizaban antes de asistir a la escuela. Gracias a las técnicas aprendidas en los cursos TEP, Conelius solicitó ayuda externa y comenzó un programa de alimentación que ahora proporciona leche y pan a los pequeños a media mañana.

Pero para Florence Oloo las más beneficiadas del proyecto TEP son las niñas, que son las primeras que dejan de ir al colegio porque les afecta más que los cuartos de baño estén estropeados, las camas o sábanas sucias y la comida en mal estado. Y que gracias a estos programas tendrán la oportunidad de asistir a escuelas más acomodadas.

Pequeños ejemplos para grandes dramas, que demuestran para Florence Oloo que la solución reside en hacer a África protagonista de su propio desarrollo. “Necesitamos soluciones africanas para problemas africanos”, expuso. Aunque sea “con ayuda de fuera”. Y para ello, la profesora keniana apuesta porque su continente deje de intentar ser “una mala copia de Occidente” y empiece a ser “una mejor versión de África”. Para ello sugiere un cambio interno que empiece por cuestionarse algunas costumbres, como es el caso de los matrimonios concertados. “Es necesario seguir luchando por cambiar las leyes, –reconoció –, pero eso no basta, tiene que cambiar la sociedad”.

Pero no sólo es necesario un cambio de mentalidad en el continente africano. 3400 colegios destruidos en Mozambique a causa de la guerra; la escasez de recursos en las escuelas de Kenia, Mozambique y Nigeria derivados de la masiva emigración del campo a las ciudades –que ha saturado los centros y ha obligado a utilizar como colegios edificios que no disponen de las debidas condiciones sanitarias–; o la falta de libros, laboratorios o recursos en general, piden a gritos una actuación urgente.

Y eso es lo que están haciendo algunos de los gobiernos africanos que, aunque tímidamente, ya se han puesto manos a la obra. Destacan significativamente los resultados del progreso efectuado por Etiopía y la República Unida de Tanzania, donde desde 1999 se han reducido en tres millones el número de niños sin escolarizar. Eso ha contribuido especialmente a la disminución de las cifras de no escolarizados en África desde esa fecha en 10 millones, según los últimos datos publicados por el Instituto de Estadísticas de la Unesco.

También el Gobierno de Mali está poniendo un especial empeño en mejorar las carencias de su enseñanza. Y para ello, acaba de presentar un proyecto para mejorar la Educación Primaria –conocido como programa Phare– que con una inversión de 23 millones de euros durante los próximos cinco años pretende perfeccionar la formación inicial de los maestros, sus materiales didácticos y sistemas de evaluación y aprendizaje.

Todo ello con el fin de luchar contra una lamentable situación, que según un reciente estudio elaborado por el Ministerio de Educación malí determina que sólo el 23% de los niños y el 10% de las niñas del país son capaces de leer una frase sencilla en francés en el cuarto curso.

Las cifras hablan por sí solas y los sucesivos estudios de la Unesco lanzan la voz de alarma. La importante disminución del número de niños no escolarizados en la última década, que engloba a un 25% de pequeños en todo el mundo –un total de 28 millones en sólo siete años– no significa que los países africanos puedan relajarse. Según el Informe Mundial de Educación 2009 de la Unesco “a pesar de estos progresos, el mundo en general no va por buen camino para alcanzar en 2015 el objetivo internacional de universalizar la enseñanza Primaria”. Y augura que para esa fecha el número de niños sin escolarizar ascenderá “como mínimo a 29 millones”.

El estudio hace hincapié en recalcar el “como mínimo” porque recuerda que en la investigación no han podido incluirse países como Sudán y la República Democrática del Congo afectados por graves conflictos. Tampoco el informe tiene en cuenta los datos recientemente presentados por el Gobierno de Costa de Marfil, que cifran en un 48,49% el porcentaje de la población que vive en la pobreza y que reflejan las tremendas consecuencias de la guerra civil que estalló en el país en 2002 tras el fallido intento de golpe de Estado contra el presidente Laurent Gbagbo.

Lo que sí presenta el Informe de la Educación Mundial 2009 de la Unesco es un vaticinio poco alentador de la situación de la enseñanza africana para 2015 si no se ponen cartas sobre el asunto. En él, Nigeria es uno de los estados africanos que salen peor parados, ya que según indica el estudio, –al igual que ocurre en Pakistán, donde se prevé que para esa fecha 3,7 millones de niños no vayan a la escuela– se trata de un país que “adolece de una gobernanza muy poco sólida y de desigualdades muy grandes en lo que respecta a la financiación y el suministro de servicios educativos”. Predicciones no más esperanzadoras son las que se prevén para Etiopía y Burkina Faso, que según este documento contarán con un millón de pequeños sin escolarizar en 2015 y que se suman a los 12 países en total que superarán el medio millón en esa fecha.

Pero parece ser que ni el panorama presente ni los pronósticos para el futuro están sirviendo para ablandar el corazón a los países de mayores ingresos. Los últimos datos de la Unesco revelan que lejos de ejecutarse los acuerdos previstos de ayuda para la Educación de los países más desfavorecidos el conjunto de donantes los “han incumplido colectivamente”. Y critica especialmente los casos concretos de Alemania y Francia, donde sólo se destinan un 7% y un 12% respectivamente de su ayuda total a la Educación, a la enseñanza básica de los países de menos recursos.

Una inversión insignificante si se compara con la de otros Gobiernos vecinos como los de los Países Bajos y el Reino Unido, que asignan más del 60%. Mientras tanto, África sufre y la única solución, como advirtió Oloo es “Educación, Educación, Educación”.

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