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Cuatro razones para confiar en Gabilondo (y una para no hacerlo)

José Mª de MoyaMartes, 14 de abril de 2009
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Vaya por delante mi bienvenida al nuevo ministro. Se me ocurren cuatro motivos para esperar lo mejor de Gabilondo y uno para temerme lo peor. Allá van.

1. Gabilondo se ha manchado las manos de tiza. Durante un par de años –hasta el 79– fue profesor de Literatura en los Corazonistas de Vitoria y de Madrid. Me quejaba yo: ¿Para cuándo un ministro que proceda profesionalmente de la enseñanza no universitaria? Pues bien, rectifico, si bien es cierto que lleva años dedicado a la universidad.

2. Gabilondo formó parte del grupo de los cuatro rectores que exigieron al Gobierno una financiación ‘desigual’ de las universidades. Proponen que se tengan en cuenta criterios de productividad y no solo el número de alumnos.

3. Gabilondo es filósofo y cuenta con varias publicaciones. Se le ha de suponer un aprecio por el conocimiento nada desdeñable en los tiempos que corren.

4. A Gabilondo le va el marketing. En la toma de posesión bromeó con su insaciable deseo de llamar la atención en contraposición con la discreción de sus antecesores. Ya era hora de un ministro que le dé marcha a la Educación…

Y no me fío de sus primeras palabras –“mi compromiso es alcanzar un gran pacto”– que pueden ocultar ausencia de proyecto propio. El pacto ha de ser un instrumento para lograr algo más, digo yo.

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