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Las CCAA infraestimaron el fracaso y no tomaron las medidas oportunas

Como saben nuestros lectores, MAGISTERIO lleva varios años adelantando los datos de fracaso escolar en España y en las comunidades autónomas, además de ofrecer una serie de análisis de estos datos y sus repercusiones en el futuro de nuestro país. En este periódico creemos que el dato del fracaso escolar es uno de los indicadores más importantes de España, y que debía ser presentado por el Ministerio y por las administraciones educativas autonómicas cuanto antes.
José M. LacasaJueves, 18 de junio de 2009
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Sin embargo, los datos publicados por MAGISTERIO se han encontrado con no pocas oposiciones oficiales. El Ministerio, por ejemplo, ha mantenido la consigna de decir que los datos están manipulados, y eso que coinciden hasta en los decimales con los publicados por el servicio de estadística del propio Ministerio. Todo un ejemplo a seguir.

Por su parte, no pocas comunidades –de variado signo político, pero con resultados manifiestamente mejorables– negaron que los datos fueran ciertos porque no coincidían con los datos que ellos tenían. Un argumento sorprendente, pues el cálculo estaba basado en los datos oficiales facilitados por cada una de las consejerías. ¿Cual era el problema?

Cálculo obsoleto
El problema no estaba en el número de alumnos que obtenían el título de ESO –cifra en la que todos están de acuerdo– sino en la fórmula para calcular el fracaso: mientras el Ministerio, la UE y la OCDE realizan un cálculo basado en la denominada “tasa bruta” y en el que se toma en cuenta toda la población (puesto que es enseñanza básica y el objetivo es que todos los alumnos consigan el título), las comunidades autónomas heredaron el cálculo de la antigua inspección del MEC, y que toma en cuenta sólo a los alumnos que llegan al último curso de enseñanza obligatoria, 4º de ESO en el caso de la Logse.





Así, las diferencias entre el fracaso escolar “real” –pues toma en cuenta a toda la población: se ha desarrollado este punto en el último número de Papeles de Economía Española, nº 119– y el calculado por las comunidades autónomas no dejaron de aumentar entre 2000 a 2006.

Como se puede ver en el gráfico superior, la diferencia media entre uno y otro cálculo llegó a ser de ocho puntos de media en 2006. Pero el análisis por comunidades deja ver que hubo consejerías que se mantuvieron dentro de lo razonable, y administraciones que vivían en un mundo paralelo: por ejemplo, Ceuta y Melilla tienen en 2006 más de 20 puntos de diferencia entre ambos cálculos; naturalmente, ambas direcciones provinciales (dependientes del Ministerio de Educación) mantuvieron que los datos “buenos” eran los suyos.

Pero un buen puñado de administraciones mantuvieron diferencias entre el fracaso real y sus cálculos muy abultadas: Baleares, 17 puntos; Canarias, 14; La Rioja, 13; Murcia, Andalucía y Aragón, 11 puntos… No es de extrañar que estas comunidades tardasen en ver que el fracaso era un problema. ¡Pero si estaba descendiendo!
Pero, ¿por qué el cálculo de las comunidades ha dejado de funcionar? Pues por dos razones: primero, por el aumento de la edad obligatoria de escolarización, de los 13 a los 15 años; y, segundo, por los retrasos de los alumnos debido, fundamentalmente, al bajo nivel de la Primaria Logse.



En los primeros años de la Logse, cuando aún los alumnos habían estudiado en la antigua EGB, prácticamente todos los adolescentes llegaban hasta 4º de la ESO, obtuvieran el título o no: como se puede ver en el segundo gráfico, llegaban a 4º de ESO prácticamente el 100% de los alumnos. Pero muy pronto este porcentaje comenzó a bajar, de manera que en 2006 ya llegaban a 4º de la ESO menos del 90% de los alumnos. El 10% restante ya había abandonado antes y engrosaba las filas del fracaso escolar. Pero el cálculo del fracaso de las consejerías de Educación no tiene en cuenta a ese 10% de alumnos, alrededor de 44.000 sólo en 2006 (a veces conviene poner una cifra en vez de un porcentaje para saber de cuantas personas estamos hablando).

Los itinerarios de la Logse
Y dirá usted: la Logse no tenía itinerarios: los itinerarios (“segregadores”) los tenía la LOCE, pero no se llegaron a implantar. La verdad es que, sobre el papel, la Logse no tenía itinerarios. Pero, como dicen los ingenieros, el papel lo aguanta todo: ningún puente se ha caído jamás sobre el plano.

Pues resulta que la Logse sí que ha tenido itinerarios y, por cierto, de lo más segregadores: tan segregadores que los estudiantes de los itinerarios con peores resultados ni siquiera entraban en las estadísticas. ¿Y cuales son esos itinerarios? Pues los alumnos que aprueban 4º de ESO, los estudiantes que llegan a 4º de ESO pero no obtienen el título, los alumnos que abandonan los estudios en 3º de la ESO, los que los abandonan en 2º de la ESO… Apenas aparecen en las estadísticas oficiales –como mucho, en las tasas de idoneidad–, pero son muy reales en sus efectos.

Es difícil saber cuántos son, más que por aproximaciones: sí sabemos que el 16% de los alumnos de 12 años ya han repetido, proporción que se eleva al 33% e los 14 años y al 43% a los 15 años (cifras oficiales del Ministerio para 2007). Por otras fuentes conocemos que los que sacan el título sin repetir suelen ir a Bachillerato, los que lo sacan tras repetir van a FP, y los que no llegan van al fracaso escolar. Y que PISA los detecta también: en la escala de Ciencias de 2006, los que a los 15 años años están escolarizados en 3º de ESO –un 33%– obtienen 89 puntos menos que los que están en 4º de ESO; y los que están en 2º –otro 7% más– obtienen 142 puntos menos que los de 4º. Según el informe Pisa un año equivale a 38 puntos, pero en España la diferencia es de 89…



Por tanto, itinerarios, pero de la peor forma posible: sin apoyo, sin adaptación, el alumno repite –o promociona automáticamente, que es la antesala de la repetición–, abandona sin título y la administración ni se entera. Si no entra en las estadísticas no existe: una damnatio memoriae particular que extiende su velo no sobre los enemigos del Estado, sino sobre los más débiles.

En los últimos seis años cada vez más estudiantes desaparecen del segundo ciclo de la ESO. Sólo tres comunidades, Asturias, Castilla y León y País Vasco, pierden menos de un 5% de los alumnos antes de llegar a 4º de la ESO. El resto decide no verlos. Y así nos va.


¿Cómo calcular el fracaso escolar de mi centro?

Como ya hemos dicho, las estadísticas de las comunidades autónomas tienden a subestimar el fracaso escolar real que se está produciendo, ya que dejan fuera de la contabilidad precisamente a aquellos alumnos más débiles, los que se van al cumplir 16 años sin haber pisado jamás una clase de 4º –a veces, ni de 3º– de ESO.

Estas estadísticas de las comunidades se elaboran por agrupación de los datos de fracaso de cada uno de los centros, lo que quiere decir que las estimaciones de los propios centros también subestiman el fracaso escolar real, al basarse también en el porcentaje de alumnos que titulan en 4º de ESO sobre los matriculados en ese mismo curso. Como ya hemos dicho, no todos los alumnos llegan a 4º de ESO.

El problema es que en el caso de los centros no es posible establecer una “tasa bruta”, precisamente porque no conocemos la población sobre la que calcular el porcentaje.

Existen, sin embargo dos posibilidades para calcular de forma bastante fiable la población –es decir, el denominador– sobre la cual calcular el porcentaje de fracaso, pues el numerador es siempre el mismo: alumnos que titulan en 4º de ESO.

La primera posibilidad, no siempre factible, es utilizar como población a los alumnos que cumplieron 15 años el año anterior, sea cual sea el curso en que se encuentren escolarizados. Por ejemplo, tenemos 43 alumnos de 15 años en 4º de ESO, 26 en 3º de ESO, 15 en 2º de ESO, 5 en 1º de ESO, y 7 en diversificación. Por otro lado, me han titulado 55 alumnos en 4º de ESO, sea cual sea su edad. El éxito de tal centro hipotético sería 55 x 100 y dividido entre la suma de quinceañeros del centro, es decir, 96. El resultado: 57% de éxito o, lo que es lo mismo, un 43% de fracaso.

La segunda posibilidad está en basarse en los alumnos matriculados en 1º de ESO tres años antes. El problema está en que, hasta 2004, tal cifra servía, pero a partir de 2005 ya se puede repetir 1º de ESO (uno de los pocos cambios de la LOCE), por lo que hay que descontar a esa cifra los alumnos repetidores, es decir, aquellos alumnos que el año anterior estaban matriculados en 1º de ESO. En este caso, el cálculo sería: en 2008 me han titulado 55 alumnos en 4º de ESO. Y en el curso 2004-05 tenía 110 alumnos en 1º de ESO, de los cuales 11 ya estaban en 1º en el curso 2003-04. La tasa de éxito sería 55 x 100 dividido entre 99 (110 – 11), lo que equivale a un 56%, es decir, un 44% de fracaso. Son los métodos más exactos.

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