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Diario de verano de un niño diabético

Glucagones, uno de los ganadores del concurso Es de libro, de Cedro, cuya nueva edición ya está convocada.
Martes, 22 de septiembre de 2009
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La enseñanza de nuestros jóvenes es un asunto complejo y apasionante, que muchos consideran que va más allá de lo estrictamente curricular y que debe trascender siempre que sea posible. Concursos como el propuesto por Cedro, Si eres original, eres de libro –cuya cuarta convocatoria acaba de abrirse y finaliza el 1 de febrero–, suponen una oportunidad para ello.
En Secundaria y Bachillerato no resulta fácil organizar la participación y en muchos casos es más productivo plantearla como algo voluntario durante los recreos, horas libres y tardes. Todo esto supone que:
• La relación entre el alumnado cambia respecto a la relación en el aula: la sensación de equipo, la percepción de trabajo compartido y la responsabilidad se manifiestan de forma más clara.
• Los plazos son rígidos y no existen prórrogas, las normas no admiten discusión… y el grupo debe acatarlas.
• La relación con el profesor es distinta: ya no es quien debe evaluar sino un colaborador, un asesor, un estímulo.
• Se desarrollan habilidades, conocimientos y recursos que ahora conocemos como competencias básicas: desde la búsqueda y selección de información a la elaboración de un producto final en formato de texto, gráfico, video, audio…
• El sano enfrentamiento con las producciones de otros escolares permite ganar en autoestima y valorar sus propias capacidades y destrezas.
En nuestro trabajo, La diabetes: mi forma de vida, se dieron todos estos aspectos.

Los ‘Glucagones’
Al producirse la convocatoria de este año, se propuso a los alumnos de 1º de Bachillerato de la asignatura Ciencias para el Mundo Contemporáneo participar en el concurso Es de libro y, aunque no tuvo mucha acogida, hubo un segundo llamamiento para trabajar contenidos para la clase y ampliarlos y mejorarlos para el concurso. En esta ocasión un grupo de tres chicas y un chico aceptaron el reto.
El hermano pequeño de una de esas alumnas había sido diagnosticado de diabetes, motivo por el que los Glucagones, así decidieron llamarse, eligieron esta enfermedad como tema. El planteamiento del grupo era muy claro: recopilar el máximo de información y, posteriormente, darle el formato más atractivo posible. Era difícil hacer el mejor trabajo técnicamente hablando, pero apostamos por hacer el más atractivo, el mejor presentado o el que tenía el enfoque más humano.
La búsqueda de información fue algo más costosa de lo previsto, pero aprendimos a valorar la importancia de citar la fuente, de reseñar la bibliografía… en definitiva, el respeto a los derechos de autor.
Simultáneamente al desarrollo del trabajo, el curso seguía avanzando y resultaba complejo hacer compatible ambas actividades. En algún momento estuvimos a punto de tirar la toalla y en ocasiones como esta cobra especial importancia la figura del coordinador que, con su experiencia, debe animar al grupo a terminar el proyecto sin descuidar el resto de actividades de clase.
El momento clave del proyecto llegó cuando tuvimos que decidir cómo queríamos contar todo aquello que habíamos recopilado y aprendido sobre la diabetes. El grupo de alumnos participantes en el concurso había hecho una presentación en PowerPoint para sus compañeros –como trabajo de la asignatura–; era un buen material y la presentación fue muy bien acogida, pero no parecía suficientemente impactante para poder sorprender al jurado.
En las diferentes reuniones de trabajo fueron surgiendo propuestas, cada una con sus pros y sus contras, y finalmente surgió la idea de plantearlo como el diario personal de un niño que narraba sus vivencias en el verano en el que se le diagnosticó la enfermedad. De esa forma podíamos transmitir mucha de la información recogida puesta en boca de ese niño que, con sus palabras y sentimientos, introducía muchos aspectos de la enfermedad.
Por otro lado, decidimos intercalar algunas breves explicaciones científicas y técnicas para ampliar los aspectos que quedaban peor recogidos en las páginas de ese diario. Para facilitar la lectura y simular el aspecto del diario lo dividimos en capítulos, tocando en cada uno de ellos algunos aspectos clave de la enfermedad.
Sólo nos quedaba trabajar en la presentación del documento, así que buscamos un tipo de letra que simulase la escritura manual y la diferenciase de los apartados técnicos, cuidando la estética final.
Como suele pasar llegamos al final de plazo por los pelos y nos quedamos con la sensación de que se podría haber mejorado con unos días más. Sin embargo, fuimos uno de los tres primeros premios en la categoría de Bachillerato del la última edición de Es de libro –cuyos premios son cheques regalo para libros y portátiles– y nuestro trabajo puede verse en www.esdelibro.es .

Fernando Patiño Marquina
IES “Benjamín Jarnés” de Fuentes de Ebro (Zaragoza)

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